Kim kibum no tenía ni idea de qué hacer cuando se encontró en medio de la fiesta de Navidad de su empresa junto a su jefe, el irresistible e insensible Choi Minho, en un una situación ¡de crisis! ¡Crisis de placer!
Con las voces de todos sus emplead...
holaaa chicas aquí les traigo un nuevo cap,como ven esta vez no demore mucho aunque estoy desde una cabina de Internet ya que mi celu se malogro T_T. bueno espero que les guste el próximo cap es el final y solo faltaría el epilogo y chan chan se termina esta historia.
Kibum abrió la puerta al repartidor de flores, parecía ser una constante en su vida en los últimos tiempos. La nota de disculpa que lo acompañaba era tan sentida como las treinta anteriores.
Su madre lo miró como diciéndole que dejara de ser tan terco. Que era hora de perdonar.
Había pasado casi un mes desde aquella noche, pero no se sentía capaz de escuchar los argumentos ni de Minho ni de su familia, que parecían dispuestos a concederle el beneficio de la duda.
El mismo había titubeado mil veces, con el móvil en la mano, a punto de llamarlo, para desistir poco después. Yoogeun entró en la habitación con sus muñecos y se sentó a su lado en silencio, tan solo mirándolo, como esperando a que fuera el quién hablara.
—¿Sucede algo? —inquirió atrayéndolo a su regazo y achuchándolo.
—¿Por qué no quieres perdonar a Minho por portarse mal, mami? Tú siempre dices que hay que perdonar a las personas cuando se equivocan.
—A veces los mayores nos equivocamos tanto que es muy difícil poder hacerlo, cariño.
—Nadie se equivoca tanto, tú dices siempre que no hay que ser rencoroso, mami. No me gusta verte triste, te pones triste y las flores son muy bonitas. Sé que echas de menos a Minho, es mi amigo, ha venido a verme algunos días y el abuelo me ha dejado jugar con él.
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Lo sabía, era consciente de aquellas visitas y no había tenido corazón para acabar con ellas. Si su hijo las disfrutaba, ¿quién era para impedir que los dos se vieran? Incluso aunque le doliera ser tan cabezota, pero estaba demasiado asustado como para hacer frente a una posible relación.
—No estoy siendo muy buena persona en estos tiempos —murmuró, imaginando que su hijo no lo había escuchado, pero se equivocaba. Estaba escuchando, atento a todo lo que decía.
—Eres bueno, solo estás asustado. Minho me ha dicho que no debo enfadarme contigo, que cuando estés listo para hacerlo, le perdonarás. ¿Por qué no lo intentas? Yo te daré la mano, para que no tengas miedo, mami.
Miró a su hijo y no pudo evitar sonreír. En su gesto había seguridad, le ofrecía su mano, diciéndole sin palabras que estaría ahí, con el. Solo tenía seis años, pero nunca estaría solo. Era lo que tenía que ver, que sin importar cuantos Jonghyun o Minho pasaran por su vida, Yoogeun siempre estaría allí.
Nunca lo abandonaría y juntos podrían hacer frente a cualquier cosa que la vida les trajera.
—¿Tú crees que debemos intentarlo, cariño? —Acarició su cabeza con ternura y lo besó en la nariz—. Porque si quieres que le demos una oportunidad a Minho se la daremos.