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Olas niñas sorry por la demora pero aqui les traigo un nuevo cap espero les guste y le den a la estrellita.


Minho salió de la ducha con su cuerpo derrochando vapor. Había querido quitarse el acartonamiento
que la ropa mojada había provocado en su piel y, con ella, la sensación de que estaba portándose como un idiota. Nunca había sido una mala persona y, sin embargo, estaba siendo un auténtico cabrón sin escrúpulos con Kibum. ¿Por qué? Sin duda el sacaba su lado malo. El más perverso, convirtiéndolo en alguien que no le gustaba.

Se miró al espejo y se regañó. Había dado por supuestas muchas cosas, pero esa misma tarde había descubierto unas cuantas en las que se había equivocado. Las ideas preconcebidas eran una mala
cosa y ni Yoogeun ni Kibum las merecían.

Se frotó los ojos mientras se inclinaba sobre el lavabo maldiciendo. No estaba bien que el hecho de desear a alguien, hiciera que pasara por encima de todas las cosas que le había enseñado su
abuela. Aquella mujer dulce y cariñosa siempre había estado a su lado, dándole el amor que sus
padres no habían podido o querido entregarle. Ver aquella tarde a el que anhelaba fuera la próxima persona en su cama junto a aquel niño, había hecho que algún tipo de interruptor se activara en su interior. Las cosas nunca eran blancas o negras y debería haberse dado cuenta antes de que un hombre como Kibum, no era sencillo. Por más que pareciera que sí.

Soltó un largo suspiro y abrió uno de los armarios para sacar el bote de aspirinas. Le dolía la cabeza
y se sentía cansado. ¿Estaría incubando la gripe? No tenía tiempo para enfermar, no quería hacerlo.

El timbre de la puerta interrumpió sus cavilaciones. ¿Quién sería a aquellas horas? No había quedado con nadie esa noche y, a pesar de que fuera una de estas festividades para pasar en familia, planeaba pasarla totalmente solo.

Una aspirina, un cuenco de palomitas y su mando a distancia. Tenía miles de canales para escoger y un sofá de cuero bastante cómodo. Atravesó el salón descalzo, dejando las huellas húmedas sobre la moqueta, pero no le importó. Se secarían, tampoco era para tanto. Cuando el timbre taladró de nuevo sus oídos, haciendo que su dolor de cabeza se incrementara, gruñó, masticó las pastillas que llevaba en la boca con saña y abrió.

Una muy poco vestida Hyuna apareció al otro lado, llevaba lo que parecía un salto de cama semitransparente y unos tacones.

-Hola cariño, Feliz Navidad -pronunció saltando a sus brazos y
besando su cuello.

Su rostro lleno de maquillaje la hacía parecer una muñeca y sus tetas de silicona le recordaron a un
flotador. ¿Realmente había estado interesado en ella? No importó que se restregara contra él, ni siquiera que tirara de su toalla para tocar su miembro, su cuerpo no reaccionó, no sentía ni una brizna de deseo, como si hubiera perdido, de pronto, el apetito.

Hyuna era demasiado artificial, demasiado perfecta. Tomó sus manos y las apartó, negando.

Ella había cerrado la puerta con el pie, quedando ambos atrapados y a solas en su casa. Estaba claro lo que quería, lo que había ido a buscar, pero no planeaba dárselo.

-Hyuna, no. Te dije que esto se había acabado.

-Vamos, Min, sé que no lo decías en serio. -Hizo un mohín de disgusto y lo miró con cara de pena, casi suplicante-. No quiero una boda, solo pasarlo bien. Tú y yo, en tu cama, como en los viejos
tiempos.

Un beso bajo el muérdago- (MINKEY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora