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«Vamos, bonito, solo un poco más».

Una inmensa sonrisa iluminó sus facciones en el instante en que el reloj marcó las dos: hora de 
marcharse a casa. Era Nochebuena y la oficina cerraba un poco antes. Comería con Yoogeun, justo como le había prometido y, más tarde, podrían ir a patinar. Era una tradición, de sus favoritas, nunca 
había disfrutado tanto de algo como de pasar ese tiempo juntos. Solos los dos. Su hijo y el.

—Pareces muy feliz hoy, Key —dijo Woohyun llegando a su lado y observándolo divertido. Llevaba 
ropa  cómoda, unos vaqueros y una camiseta, estaba medio sentado en su mesa y lo observaba de cerca. Podía percibir su aroma, olía realmente bien.

El sonrió aún más.

—Es Nochebuena, ni siquiera yo puedo parecer un ogro en este mágico día.

—Pues he de decir que le sienta demasiado bien esa sonrisa. —Tomó su mano y le besó la palma 
divertido—. Me gustaría ganarme una de esas alguna vez.

Key se rio, no pudo evitarlo. La carcajada fue sincera, directa y pura:

—Estás loco o eres un total seductor. No sé en qué categoría incluirte.

—Algunos... —alzó la voz para que Taemin lo escuchara— piensan que soy un colgado, pero nada más lejos de la realidad.

Key dejó el bolso sobre la mesa y sonrió, le dio un beso en la mejilla.

—Entonces eres un ligón sin remedio. —Se puso serio un instante y añadió—: Es bueno tener cerca a 
gente como tú. —Posó la mano sobre su corazón—. Eres bueno, eres salvaje, eres un conquistador total, pero tus sentimientos son honorables. No hay suficiente gente así en el mundo.

—¿Has oído eso, Taemin? El me ama.

—¡Yo no he dicho eso!

—Puede que no, pero... lo haces. ¡Me amas! Admítelo. Vamos, vamos, admítelo. —Pidió poniendo morritos para que le diera un beso.

—No vas a conseguirlo, Woohyun, deberías dar marcha atrás antes de que alguien (y no diré nombres) te aplaste el ego. —Taemin ni siquiera los miraba, pero su voz sonó alta y clara mientras terminaba de cerrar sus archivos y guardaba los documentos.

—¿Y tú qué dices? ¿Quedamos esta tarde para dar un garbeo, nene?

—Ese vocablo no es demasiado útil para... —empezó, él lo cortó con un beso rápido y totalmente amistoso.

—Silencio, señor corrector —advirtió haciéndolo reír—. Es Nochebuena, saca ese superdiccionario que tienes dentro de la cabeza o mejor: ciérralo por vacaciones, como debe ser.

—Entendido. Terminé de trabajar por hoy, me voy a casa. Tengo una cita muy importante para comer—expresó en un impulso, algo poco corriente en su forma de ser—. Lo nuestro no puede ser, lo siento. —Lo besó en la mejilla, recogió sus cosas y salió sonriente hacia el ascensor.

—Ojalá te animes a ponerte unos vaqueros un día de estos, tienes un delicioso trasero, Kim kibum— espetó, llamando la atención de todos los presentes sobre el—. Espero que ese tipo con el que vas a comer, sepa apreciar tu atractivo.

Y ni siquiera le importó. No importaba nada, ese día Yoogeun era todo lo que quería y su tiempo 
juntos y a solas.

***

Había quedado con otro. Minho sintió cómo la furia lo hacía hervir por dentro y tiró todos los papeles que tenía sobre la mesa. No iba a dejarlo marchar tan fácilmente. Cogió su chaqueta y salió a toda velocidad de la oficina. Miró a Woohyun con frialdad un instante y después lo ignoró, haciendo como si no existiera. Escuchó algo del tipo«qué le ha dado a este», pero no lo tomó en cuenta. No le  gustaba que nadie mostrara interés en su presa y eso era Kibum, una presa, cuanto antes acabara en la trampa mucho mejor. Caminó con rapidez, pero las puertas del ascensor se 
cerraron antes de que pudiera detenerlo. Bajó las escaleras a toda prisa y lo encontró en el momento en que atravesaba el vestíbulo. Había decidido dejarlo en paz esa mañana, no quería una demanda por acoso sexual, aunque no fuera posible que un juez llegara a tenerlo en cuenta después de echar una miradita a su atuendo, pero iban a jugar a su juego, el trabajo una cosa, el placer otra.

Un beso bajo el muérdago- (MINKEY)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora