Capítulo XIX

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ELLA

Luego de casi una semana de vacaciones por las manifestaciones ocurridas y todo aquello, estamos otra vez camino a la universidad, me gustaría decir que voy cómodamente sentada en mi auto o en el de mi mejor amiga que me busca todos los días para llevarme al "instituto" como describen en los libros juveniles que tanto disfruto leer, los cuales obvio se desarrollan en otros países, pero la triste realidad es que esa no es mi situación. En primer lugar, no es mi auto, en segundo lugar, no voy sentada y en tercer lugar me siento como una deportista extrema retando a la gravedad y velocidad, yendo colgada de la puerta de un bus público sostenida solo por una mano en la barra y un pie en el ultimo escalón, por poco y la escena resulta excitante cargada de adrenalina, si tan solo fuera inusual, pero esto es tan común y normal que ya nadie se sorprende o preocupa, solo el idiota que va colgando, quien en esta oportunidad soy yo.

El semáforo había cambiado su ciclo de colores ya más de unas 3 veces pero esta cola no avanzaba en nada, mi hora marcaba las 7:22am y este dinosaurio de bus no se movía, obstinada y acalorada decidí pagar y terminar el recorrido por mi cuenta, total, ya solo faltaban dos miserables cuadras, como para durar una hora más en esa cola.

La música que salía por mis audífonos me distraía gratamente del sol que ya se imponía en los cielos y ella marcaba pauta del ritmo de mis pasos al caminar, ensimismada en la melodía no me había percatado de la cantidad de personas que se acumulaban en la entrada de la universidad, curiosa aceleré el paso, a mis lados pasaban mas estudiantes apresurados y sus bocas gesticulaban teniendo distintas expresiones en sus rostros, me deje de apatías y termine arrancando mis auriculares mientras una ola de ruidos de algarabíos impacto mis tímpanos. Esto era impresionante, era como estar en una protesta pero en tu propia universidad, la entrada a se encontraba cercada por pupitres viejos e inservibles junto con algunos cauchos y chatarra las cuales trancaban el exceso automovilístico –ya mismo iba a llegar si me quedaba en el bus- dije a mi misma.

Entre la cantidad de personas que se aglomeraban y caminaban de un lado para otro dentro de la "U" que se formaba pude distinguir a mi profesora de Principios y Derechos, era con quien tenía clases. Busque un lugar por donde acceder para atravesar la "frontera" que habían creado y por uno de los extremos distinguí una brecha por donde los estudiantes que querían entrar se enfilaban y alguien les ayudaba a pasar, me apresuré hasta allá colocándome en el final de la columna, al acercarme distinguí a la persona que ayudaba a travesar la barricada era Diego. Al pasar varias personas al fin toco mi turno, el estaba tan concentrado en ayudar a los demás a pasar en especial a las chicas que no eran tan agiles y el casi tenía que cargarlas, pero a ellas se les notaba que fingían no poder para que él les brindara su ayuda... Zorras...

-¿Estas celosa?- Preguntaba una voz burlona dentro de mí. –no claro que no- respondí a mis adentros.

Diego se gira para ayudar a la siguiente estudiante que resulte ser yo, al percatarse una sonrisa blanca y perfecta se forma en su mirada

-¡Princesa! Déjame ayudarte- dice tomándome de la mano mientras yo evitaba pisar otra cosa que no fuera el suelo

-¡hey! ¿Qué estás haciendo aquí? Mejor dicho ¿Qué está pasando aquí? ¿Protesta?- dije alzando un poco más la voz para que alcance a escucharme mientras yo terminaba de cruzar los obstáculos

-exacto preciosa, no vamos a permitir que las cosas sigan como si nada mientras muchos de nuestros compañeros están raptados y no sabemos ni donde los tienen, ya basta de esta pendejada- dice pasando el dorso de su mano por la frente sudorosa

-si, escuche algo de eso, y es verdad... ¿y los muchachos están contigo?- tenía que saber si estaba Sebastian por allí, ayer no me escribió y pues la verdad estoy ansiosa por verle

Sin Nada Que EsperarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora