El invierno había llegado. Las hojas de tonos rojizos caían, todo se cubría de un manto blanco y el frío se hacia más potente. Algunas de estalactitas que adornaban el porche de la Cabaña Del Misterio -cerrada desde finales de noviembre por vacaciones- cayeron cuando Mabel abrió la puerta estrepitosamente. Sin quitarse las botas llenas de nieve, cruzó todo el vestíbulo manchando a su paso las alfombras de agua y suciedad.
-¡Feliz Navidad! -gritó en la entrada del salón donde se encontraban "Josh" y Dipper apegados y debajo de una manta, mirando aburridos un programa extraño de televisión.
-Solo son principios de diciembre Mabel, aún es pronto -dijo Dipper para después sonarse.
Llevaba unos días un poco enfermo. Bill le había dicho que podía esperar dos o tres días más para seguir con la reconstrucción al ya tener la mayoría de los elementos necesarios, pero el chico se negaba y la humedad del sótano más el cansancio le empezaban a hacer mella.
-¡No sea aguafiestas, Dippy! ¡Pronto llegará la navidad! -exclamaba. Parecía que su alegría no tenía fin.
-Como sea... -suspiró, para luego levantar la vista hacia su pareja.
En la cara de Bill se podía notar perfectamente lo mal que estaba. Su color de piel tenía un tono amarillento enfermo, sus ojos estaban apagados. Se pasaba el día durmiendo y aún así se le notaba cansado. Por suerte, faltaba poco para que "El gran proyecto" estuviese acabado. Habían tardado tan poco que no se lo podía creer.
Volvió a acurrucarse junto a Bill y se quedaron allí la mayor parte del día hasta la noche, como de costumbre.
El resto de semanas hasta la fecha esperada tan ansiosamente por Mabel, navidad, no pasaron muy diferente a aquello. Sofá, cocina, cama, sótano. Una y otra vez como un círculo vicioso, pero el dia veinticuatro de diciembre la rutina se rompió.
-¡Hey, DipDop! ¿Qué le vas a comprar a Josh? -le preguntó Mabel, por tercera vez aquel día, solo que aquella vez Dipper sí le prestó atención a las palabras de su hermana gemela.
-¡Mierda! -se golpeó la frente mientras empezaba a vestirse y bajaba, arrastrando a Mabel consigo por las calles de Gravity Falls-. ¡Se me había olvidado! ¡¿Por qué no me has avisado?!
-De hecho, si lo hice. Pero tu estabas demasiado ocupado en tu habitación, mirando el horizonte que nadie más puede ver -exageró la castaña.
-Sí, sí, lo que tú digas pero por favor ayúdame, te lo ruego Mabel -dijo con fingida pena, arrodillándose en la nieve. Mabel estalló en risas y levantó a su hermano, quien la acompañaba en su risa histérica.
-Loco -le dijo empujándole, mientras seguían caminando hacia el centro comercial del pueblo.
A final del día, Dipper ya tenía su regalo listo y envuelto. Ahora se dedicaba a decorar el árbol de navidad que había aparecido allí cuando los dos gemelos volvieron a casa. Stan lo había entrado, con la ayuda de "Josh". Mabel estaba en la cocina, preparando el pequeño banquete de navidad junto a su tío. Bill estaba en paradero desconocido, no lo había visto en todo el día y, como si lo hubiese invocado, una ráfaga fría de viento atravesó la sala, dando a entender que la puerta había sido abierta. Una sonrisa apareció en los labios del chico cuando vio aparecer la figura de su novio junto al umbral.
-¿Dónde has estado? -preguntó dejando los adornos por un momento.
-Secreto -contesto con simpleza para darle un rápido beso en los labios y quitarse la chaqueta negra que, probablemente, habría cogido del armario del castaño.
-¿Qué le has regalado? -le susurró Mabel a Dipper cuando Bill fue escaleras arriba.
-¡Mabel, no vuelvas a hacer eso! -le había pegado un buen susto al haber parecido de la nada-. Un reloj.
La explicación para ello era simple. Bill siempre se estaba quejando de que no le encontraba sentido al tiempo humano y sus rareza. En pocas palabras: no sabía medir el tiempo, y Dipper creyó conveniente que empezara a hacerlo y su hermana solo pensó que era demasiado cutre como para ser un regalo de navidad.
Y aquel día no pudo ser más simple. Lleno de risas, y animadas charlas. En familia y a gusto. Dipper tuvo que estar más de media hora explicándole el funcionamiento del reloj y a la hora de recibir su regalo, Bill solo le susurró en el oído: "Te lo daré arriba". Al castaño se le subieron los colores y el demonio soltó una estruendosa risa.
Que pena que no todo pudiese quedarse como aquel perfecto día.
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Fall •BillDip•
FanficY todo pasó aquel otoño. Cuando las hojas cayeron y el suelo se tiñó de colores rojizos. Cuando las hojas cayeron y los dos volvieron. Cuando las hojas cayeron y se reencontraron. Primera parte de la saga: Cipher mistakes.