Capítulo 15.

4.4K 156 34
                                    

Resulta que el maestro de música, es el mismo que el de canto. Osea, que perfecto.

Nótese la ironía. Desde que ese hombre, me puso con Harry, de pareja, no, no me caía muy bien. Se le notaba mandón. No sé.

Siempre que pienso mal de algún profesor, siempre se me vienen las mismas palabras de mis padres:

“Los profesores no son malos, si son malos, es porque los alumnos hacen algo.”

Eso siempre me lo repetían, y estaba de la frasecita, bien harta. Hasta que un día, un profesor, exactamente el de plástica, me suspendió un trimestre, porque según él no hacía nada. Mi madre fue a hablar con el profesor y tal, y se ve que me puso bien verde. Que si hablaba, que si no atendía, que si no se qué no se cuanto… En fin. Que los profesores, te pueden pillar entre ceja y ceja. Desde entonces, mis padres ya no me repiten tanto esa frasecita. Y con razón.

En fin, prosigamos.

Me encontraba en la aula, con la mochila en mi regazo, sacando el estuche. Toda la clase estaba algo alborotada, creo que yo era la única que estaba sentada en su sitio.

Ante este pensamiento, miré a mí alrededor, y había dos chicas más sentadas, hablando. Bueno, al menos no me sentía tan sola y tonta. Todos pensarían que era la buenacita de la clase.

La mosquita muerta.

Esto me llevó a pensar en si tendría algún mote. ¿Cuál sería? No sé si realmente quería saberlo. Soy muy especial conmigo misma, y con cada cosa… Puedo sacarme mil defectos.

Suspiré mientras cavilaba entre los posibles motes. Hice una lista con los más usados y comunes.

¿Empollona? Realmente no lo creo.

¿Mosquita muerta? Mis dudas tenía.

¿La española? Bueno, ese no sería tan malo.

Vale, lo dejo. Admito que no tengo ni idea de los posibles motes que podrían ponerme.

Me dí cuenta de que estaba en mi mundo, todos liando alboroto, y yo con la mochila aún en mi regazo, sin darme cuenta estaba dibujando en el margen de un folio. No sabía ni cuando había sacado ese folio, ni cuando cogí mi bolígrafo.

En serio, a veces pienso que tengo un problema en la cabeza.

Me fijé en lo que dibujaba, nada, lo típico que todos habremos hecho alguna vez, pintar circulitos, líneas. Sin ninguna idea de lo que hacer.

No sé porqué, pero admito que lo primero que suelo dibujar, es un ojo. No sé. Pienso que los ojos es lo más bonito que un ser humano podía poseer. Desde mi punto de vista, es lo que más expresa.

-¿Qué dibujas? –Pegué un brinco, soltando el bolígrafo de golpe, y sin saber porqué, le dí la vuelta al folio. ¿Por qué? No tenía nada que esconder.

-Nada que deba importarte. –Respondí cortante.

No es demasiado tarde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora