Capítulo 27.

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-Despierta. –Dijo una voz aguda, algo familiar, golpeándome con algo blando en la cara.

-Mmm…-Me quejé tapándome con las sábanas.

-¡KATE! –Gritó tirándome dos cojines.

-Joder ya, Chels. –Dije enfadada incorporándome en mi cama y devolviéndole los cojines lo más fuerte que pude.

-Espabila.-Rió

-Qué mierda haces aquí. –Dije poniéndome las manos en la cara, pues la luz que entraba por la ventana me molestaba.

-Ay, que mal despertar tienes. –Masculló.

-Quizás tendría mejor despertar si…

-Fuera Harry el que te hubiera despertado en vez de yo. –Interrumpió ella. Quité mis manos de mi cara, y la fulminé con la mirada.

-Qué haces aquí. –Lo mejor era pasar de ese comentario.

-Ah, pues no sé. –Dijo ella soltando los cojines en los pies de la cama y poniendo sus manos en sus caderas, en forma de jarra.- ¿no tienes nada que contarme?

-¿Y tú?

-No creo que tenga que contarte ya mucho más. –Susurró.- Por si no lo recuerdas, entraste en el comedor mientras Louis y yo nos besábamos.

-¿Estás saliendo?

-Tú que crees. –Dijo ella sentándose en la cama y mirando sus manos con una sonrisa estúpida.- Anda, ve y te levas la cara. Que pareces una muerta recién levantada.

-Prefiero tener cara de muerta, antes de tener la cara de estúpida de una enamorada. ¿Así vas a estar siempre? No podré soportarlo. –Dije saliendo de la habitación corriendo, entrando al servicio y cerrando la puerta tras de mí.

-Y eso que no has visto la cara que pones tú cuando estás con Harry. –Escuché a Chels al otro lado de la puerta.

-Vete a la mierda, Chels.

Recibí una carcajada lejana de Chels.

Me lavé la cara, y me peiné un poco, haciéndome una coleta. Por mi mente se cruzaron los besos de Harry, pero decidí apartar eso de mi mente. Seguramente me pondría roja, y ahora no es el mejor momento para ruborizarme. No quería darle detalles a Chels. Seguramente haría de un granito de arena, un mundo entero. Como no es exagerada ni nada.

Me dirigí a mi dormitorio y me senté en la cama, con los pies cruzados. Chels estaba sentada en la silla giratoria de ruedecitas y me miraba sonriente. La miré y ella alzó las cejas.

-¿Y…?

-Cuéntame. –Continuó ella.

-¿Pero qué quieres que te cuente? –Bufé.

-¿Qué hacías durmiendo en la habitación de Harry?

En ese maldito momento, en este momento tan incómodo, por suerte, y gracias doy, sonó el timbre.

-¡El timbre! –Dije dando un brinco de la cama saliendo de ella y bajé las escaleras. Abrí la puerta, el día estaba nublado, pero había alguien en el umbral de mi puerta, con una sonrisa deslumbrante y unos rizos perfectamente despeinados mirándome con cierta faceta divertida.

-Bonito pijama. –Vi cómo intentó disimular una sonrisa.

Miré mi atuendo, una camisa blanca vieja, y unos pantalones rojos de corazones blancos, y mis calcetines. El rubor se hacía notar en mí.

-¿No vas a dejarme pasar? –Interrumpió Harry.

-Yo…

-Mejor me voy, tengo que ir a clases de guitarra. –Dijo Chels desde las escaleras. Me giré para mirarla, ¿Cuánto rato llevaba allí? Ella me alzó las cejas.- Hasta luego. –Acarició mi brazo y me sonrió, sin mirar a Harry. Me aparté y Harry hizo igual, dejando paso a Chels. Cuando esta desapareció de nuestra vista, Harry se volvió hacia mí, su hombro descansando sobre el marco de la puerta y me miró.

No es demasiado tarde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora