Capítulo 22.

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-Buenos días mamá. –Me acerqué a mi madre dándole un beso en la mejilla, la cual estaba en la cocina, secando unos cuantos vasos.

-Buenos días cielo. –Sonrió.

-¡Bú! –Unas manos se posaron en mis costillas haciéndome cosquillas.

-¿Qué haces aquí?-Reí girándome.

-Conseguí tener el día libre.-Sonrió mi padre.

-Qué bien. –Sonreí. Me busqué mis cereales y un cuenco dónde echarlos junto a la leche.

-Tu madre…

-Carlos, no es hora de hablar de eso. –Regañó mi madre.

-¿Hablar de qué? –Dije con la boca llena de cereales.

-Ha llegado a mis oídos, -giró los ojos hacia mi madre.- que ayer vino un chico a verte.

Abrí los ojos y tosí, casi me atraganté.

-Es un compañero de clase.

-Es apuesto. –Premió mi madre. Yo puse los ojos en blanco mientras seguía comiendo cereales, intentando no prestar atención y rogando que cambiáramos de tema.

-Bueno eso a mí me importa bien poco. –Dijo mi padre un tanto molesto. Miró hacia mí y me alzó las cejas, como advirtiéndome.

-Sí, papá. Tendré cuidado. Es sólo un compañero de clase. –Bufé.

En ese momento tocaron el timbre, solté la cuchara, para ir yo a abrir la puerta y salirme del momento incómodo con mi padre, pero mi madre alzó la mano para que me mantuviera sentada.

-Ya voy yo. –Dijo ella saliendo de la cocina.

Escuché a mi madre abrir la puerta, y un murmullo. ¿Quién sería?

Mi padre se giró, y se inclinó para mirar quien era sin levantarse de la silla. Yo me llevé el vaso a mis labios, para poder terminarme la leche.

-Un compañero de clase no suele venir a buscarte para ir al colegio. –Solté el vaso en la mesa, con el corazón parado al escuchar lo que dijo mi padre. De repente, vi una melena rizada, color castaño y una sonrisa resplandeciente en la puerta de la cocina.

-Harry, siéntate. ¿Quieres desayunar? –Dijo mi madre entrando a la cocina, y ofreciéndole asiento.

-No gracias, ya desayuné. –Sonrió Harry a mi madre.

Le eché un vistazo rápido a mi padre, y este me miró.

De acuerdo, con sólo ver su mirada, ya sabía que iba a estar observando a Harry en cada momento. Mi padre se levantó, y se dirigió hacia Harry, el cual seguía en la posición anterior, no se había movido. Mi padre pasó por su lado, y lo miró.

-Buenos días.

Oh oh.

-Buenos días. –Contestó Harry educadamente. Si yo fuera Harry, estaría temblando al conocer a mi padre.

-No es por sonar grosero, pero te has presentado en mi casa, y no sabemos por qué.

Lo que yo decía, oh oh.

-Bueno, quería ofrecerle a su hija acompañarla al colegio. –Harry me miró señalándome.

-Hoy tengo el día libre. –Mi padre se giró hacia mí.- Tenía ilusión de llevarte yo al colegio en el coche.

¿En serio eran capaces de hacerme esto? Es más, ¿mi padre? ¿Portándose como un total inmaduro?

-Carlos, la niña ya es suficientemente grande como para ir sola. –La diosa de mi madre, salvándome de todo este aprieto.

No es demasiado tarde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora