Capítulo 18.

4.5K 175 28
                                    

Me había costado demasiado dormirme esa noche. Estaba algo inquieta, y no paraba de dar vueltas en la cama, recordando una y otra vez los momentos que hace a penas unas horas habían ocurrido en el piso de abajo, y en una habitación a unos pasos de la mía. Me obligué a levantarme y a acercarme a la ventana, y abrir un poco, para que entrara aire. Había subido un poco la temperatura.

Recordaba cada gesto, cada palabra, cada mirada y sonrisa que salía de Harry. Todas las tonterías que había hecho hoy. Sonrisas nerviosas salían de dentro de mí, recordando cuando Harry se quitó la camisa a unos centímetros de mí. El rubor se hacía notar en mí, aunque hayan pasado varias horas desde lo ocurrido, mi corazón se me desbocaba cada vez que recordaba la sonora carcajada que salió de Harry cuando accedí a regañadientes a darle mi número de móvil.

Recordé con detalle hasta el último lunar que adornaba el torso de Harry. Sus brazos, musculosos, no mucho, pero lo suficiente. Como a mí me gustaban. Que se notara que había ahí algo, pero que no fuera exagerado.

Sonreí, dándome otra vez la vuelta en la cama, hacia el lado contrario y mirando a la ventana.

¿Qué se sentirá estar rodeada por sus brazos? ¿Sentir que hay cobijo y protección en ellos?

Suspiré.

No sé qué mierda me pasaba con el señorito Styles. La palabra ‘enamorada’ rondó por mi cabeza y en seguida deseché tal idea. Puede que Harry me atrajera. Pero no tanto.

Volví a suspirar y eché una ojeada al reloj, faltaba casi un cuarto de hora para las dos de la mañana, así que muy en mi contra, ya que no tenía ni la más mínima gota de sueño, cerré los ojos, intentando conciliarlo.

Sentí algo húmedo posicionarse varias veces sobre mi hombro derecho. Una, dos, tres veces. Bastantes, la verdad. Esa presión húmeda, viajaba suavemente por todo mi brazo, hasta el codo y volvió a subir. Se despegó unos segundos de mí, para sentir cómo apartaban un mechón de pelo de mi cara.

-Buenos días. –Susurró cerca de mi oído.

Fruncí el ceño, emitiendo un gruñido, cogí la almohada y la puse encima de mi cabeza, murmurando.

-Cinco minutos más, mami. –Conseguí al final decir. Casi siempre me pasaba igual, por las noches, me divertía mientras no dormía, al día siguiente me cabreaba conmigo misma, por no haberme acostado antes. 

-¿Mami? –Mis cinco sentidos se espabilaron un poco más, y notaron que esa voz no era muy aguda. Probablemente todo lo contrario. Imaginaciones mías.

Me volvió a sacudir, exigiendo que me despertara.

 -Despiértate dormilona. –Aparté mi almohada de una sacudida, sentándome en la cama exaltada en cuanto reconocí esa voz. No podía ser, mis sueños me estaban jugando una mala pasada. Harry me miraba divertido sentado en la esquina de la cama.

-¿Qué mierda haces aquí? –Inquirí.

-Despertarte. –Dijo en tono inocente, como si no estuviera haciendo nada malo.

Alcé las cejas. No podía ser, él no podía estar ahí. Me restregué los ojos, y después volví a mirar a donde estaba él. Seguía ahí, impasible, con esa sonrisa, una de tantas que me encantaban.

-¿Cómo has entrado? ¿Qué haces aquí? ¿Cuánto tiempo llevas aquí? ¿No te dije ayer que no te quería aquí? ¿Y mi madre? ¿Por qué? ¡Vete! –Solté atropelladamente, mientras cogía mi almohada y se la tiraba en la cara, él la cogió al vuelo levantándose de la cama, con una mano cogía la almohada como si le sirviera de escudo, por si me levantaba, y la mano libre la alzó en señal de que me tranquilizara.

No es demasiado tarde.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora