Capítulo 14

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Hemos caminado todas las noches sin descanso, de día dormimos y comemos, al caer la noche apresuramos el paso lo más que podemos. Sin embargo, este bosque invernal parece nunca acabar y entre más profundo vamos, me siento observado, la inquietante sensación de que hay otros seres aquí me eriza la piel.

Zen parece tensa, alerta, como si esperara algo en cualquier momento. Su vestido está bastante sucio y parece muy poca protección contra el frío, verla de esa manera me hacer pensar que no es para nada la frágil princesa encerrada que aparenta ser. Ninguno de los dos se anima a hablar mucho de algún tema, hay tensión entre los dos porque sé con certeza que ambos pensamos de la misma manera.

Estamos dispuestos a proteger al otro sin dudarlo, incluso si debemos morir. Ese pensamiento me tiene dando vueltas en círculos, intentando saber desde cuando pienso así, quizá desde que tuve un ataque al sentirla en peligro. El maldito vinculo que nos une y que yo sea un Do son los causantes de todo esto. Me desespera ya no tener el control de mis emociones, ver que no avanzamos, sentir que la debo proteger con mi vida, la inquietante sensación de ser observados y que todo eso se disipe con una mordida suya.

Cuando sus colmillos tocan mi piel, llego a mi propio Nirvana, todo se desvanece bajo mis pies y sé que a Zen le pasa lo mismo. Por momentos siento que el estar atrapados en una cueva, con la nieve cayendo afuera y simplemente nuestras respiraciones, es un idilio. Al regresar a la normalidad me frustro al darme cuenta de mis pensamientos porque me estoy dejando llevar con ella.

— ¿No te parece raro que siempre encontremos alguna cueva? — pregunto al entrar a nuestra próxima parada. Ella se encoge de hombros y me hace pensar que esconde algo.

Las raciones de comida disminuyen, casi no hemos visto animales. Lo primero que hago al llegar es quitarme los zapatos, mis pies están morados gracias al material, nada cómodo para hacer maratón, del que está hecho mi calzado. El sol sale y con ello Zen se esconde hasta el fondo lo más que puede.

Observo el pequeño bulto e intento saber qué piensa. El vínculo que tengo con ella es tan visible como un hilo rojo, cierro los ojos y puedo verlo tensarse, camino lentamente hacia él, yendo hacia la oscuridad. Una serie de imágenes me asaltan, un remolino de recuerdos me rodea, seguramente ha caído dormida. Mi vista se pasea por los diferentes recuerdos y caigo cuenta que la mayoría son similares entre sí, Zen estando encerrada en su monótono cuarto, personas que entran y se van, pero ella sigue ahí siempre.

Hay una ligera empatía que crece dentro de mí, yo tampoco tuve una familia, pocos recuerdos conservo de mi madre y difunta hermana, pero a cierta edad crecí con los chicos de la academia, conocí a Baekhyun y Luhan, sin embargo, Zen creció completamente sola. En sus ojos sigue habiendo esa soledad incluso ahora, pero ella es fuerte, bastante y a veces creo que el que necesita que le cuiden soy yo.

Suspiro saliendo de su mente, está mal hacer aquello. Me levanto de mi lugar y gateo hasta donde está ella. Querer protegerla ya no me resulta tan desesperante y hasta me parece natural, así como lógico.

¿Y si me vuelvo su soporte, qué tan malo podría ser?

****

Nuestros pies apartando la nieve con cada paso es lo único que se escucha durante las horas que llevamos caminando. Zen a cada rato mira el cielo para cerciorarse que caminamos en el rumbo correcto, yo no entiendo mucho de eso, pero ella asegura saber, confío en palabra y dejo que nos guie.

—Me gustaba ver las estrellas desde mi habitación cuando era niña, terminé comprando un telescopio — empieza a hacer platica ella de repente — es lo único que me gustaba hacer en aquella época — camina unos pasos delante de mí, veo su pequeña espalda y su cabeza que mira el cielo.

— ¿Hay algo que desees hacer? Si fueras libre de la sociedad vampírica, si fueras una humana, ¿qué te gustaría hacer? —no se voltea a verme y comienzo a pensar que no me escuchó, pero cuando estoy a su lado, ella habla.

—Bailar, siempre quise danzar en algún escenario enfrente de miles de personas — alza su mano hacia el cielo — yo quería ser una estrella

—Todavía puedes serlo — alzo mi mano y sujeto la suya — yo te ayudaré a serlo

El viento soplaba, el frío seguía ahí y seguíamos atrapados en aquel bosque, pero aquello ya no importaba tanto cuando nuestros ojos se encontraron. Bajo las estrellas de Rusia, besé a Zen sin buscar que ella se alimentase. Hay un impulso que acelera todo, como si fuera inyectado con dopamina, me siento eufórico.

Y cuando llegamos a la cueva, no buscábamos refugiarnos del sol sino un lugar para estar a solas, para dejarnos llevar. Las pequeñas manos de Zen se aferran en mis hombros, de vez en cuando las sube hacia mi cabello para enterrar sus dedos entre mi cabellera. Está sentada en mi regazo y sus labios recorrer mi rostro, mis manos se posan en su cintura, acarician su suave piel.

Mi sangre revolotea como siempre de un lado a otro, creando más presión en ambos. Nuestras pocas prendas se van quedando en el suelo, siento su cuerpo desnudo contra el mío y agradezco que el frío no nos afecte porque aquella locura no podría ser posible. La manera en la que me mira me hace darme cuenta de lo que estamos a punto de hacer me sobrecoge.

"No pares"

Escucho su voz en mi cabeza, sonrío sobre sus labios, al parecer no soy el único que se mete en la cabeza del otro. Acomodo mi cabeza sobre su pecho por un momento, tratando de sentir su calidez, rodeo su pequeña cintura y me abrazo a ella de esa forma, meciéndome lentamente de adelante atrás.

—Sigamos otro día —es lo único que me sale luego de batallar conmigo mismo y ese maldito impulso.

Hay muchas otras cosas que necesito aclarar en mi cabeza y eso me detiene. Zen por su parte lo toma bien.

Ese día descansamos de caminar tanto.

Royal Blood / (Kyungsoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora