-Cuarta luna-

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-Sé perfectamente que cuando te necesite, estarás siempre ahí para hacer brotar la flor de la melancolía que me llevará en sueños a una niñez de exilio.-

Pasos continuos, rápidos y en dirección recta. Hay que avanzar por el sendero de la vida, sin prisa pero sin pausa.

Nacemos de forma precipitada, sin tan si quiera poder decidir si estamos dispuestos o no a enfrentarnos a la más puta de las pruebas. Desde el primer instante de existencia, ya estamos condenados a no poder domar nuestro destino.

Y delante de tan fortuita situación, podemos actuar de tres maneras distintas. Podemos abandonar, y dejar que nuestro nombre se convierta en el polvo del olvido, declararle la guerra al destino y nadar a contracorriente sin un rumbo fijo o mirar cara a cara al azar y decirle tu prepararás mi camino, pero seré yo el que decida recorrerlo.

Si eres un cobarde, no tardarás en ser una ceniza postergada. Si eres un rebelde, sin duda te ahogaras en un mar de soledad intentando encontrar una vereda que está a tus espaldas. Pero si perteneces a la especie de los osados de corazón, te convertirás en una persona tan grande, que tu huella quedará en el firmamento hasta que los astros decidan apagar las luces. Si eres un osado, morirás cuando el mundo muera, morirás cuando la luz no nos deje ver un nuevo amanecer.

He conocido a cobardes, a muchos rebeldes y a pocos osados. Pero sin duda, puedo asegurarte que existen. Crecí con uno de ellos en la misma casa. Y desde niño, ya apuntaba maneras de líder.

Sí, él era una de esas personas que hacen florecer la primavera con una mirada fría. Quizás nunca lo demostrara, pero sé que se desgarraría la piel por mi. Yo, de tanto que lo admiraba, seguía sus pasos. Si él giraba a la derecha, yo giraba a la derecha. Si él saltaba una valla, yo la saltaba. Incluso si él se aventuraba en un peligroso episodio en busca de emociones fuertes, yo me agarraba a su mano y le susurraba con el miedo entre los dientes "voy contigo".

Fui su sombra, incluso llegó a odiarme durante una temporada porqué parecía un delirio de su propio ser. Pero con los días, los meses y los años aprendimos a querernos. Y mi osado maestro se convirtió en mi hermano mayor, y yo, su torpe aprendiz, me convertí para él en una blanca flor por la que mancharía cualquier cuerpo de sangre. Me convertí en su hermana pequeña.

Y pasa el tiempo, y yo le sigo admirando. Y pasa el tiempo y sigue siendo uno de los pocos que conoce mis miedos, mis recelos y mis penas. 

Y pasa el tiempo, y solo él es capaz de recordarme lo afortunados que eramos cuando eramos felices y no lo sabíamos.  Y pasa el tiempo, y sé que solo con él podré compartir momentos de cándido delirio.

-A MI PRIMO, POR HABERSE CONVERTIDO EN ESE HERMANO MAYOR QUE LA VIDA NO ME DIO. GRACIAS POR ENSEÑARME QUE LA FELICIDAD VIAJA A TRAVÉS DE LA ILUSIÓN DE NUESTROS CORAZONES.-

Lunas de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora