-Vigésimo primera luna-

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"A días grises, paraguas de colorees. A lágrimas amargas, sonrisas tímidas que alegren el peor de los días."

Puedo juraros, y no exagero, que si las sonrisas brillaran, ella dejaría al Sol en la cola del paro. Ella no suele creerlo, pero su risa parece un tornado de alegría que arrasa cualquier pena que esté a menos de dos kilómetros de distancia.

Aveces, no habla. Solo observa, atenta a cualquier movimiento. Y luego, sonríe. Y después se eclipsa el cielo.

Y cuando tenemos el placer de oír su voz, la música de su garganta eriza nuestra piel, porqué sus palabras rozan tan hondo, tan cerca del alma, que es imposible que no escueza un poco la verdad pronunciada.

Muchas personas la miran con desdén, porqué conocen la dureza con la que habla. Pero, si conocieran el sonido de una de sus carcajadas, aunque fuera una carcajada rota, no querrían dejar de mirarla con asombro jamás.

Llevo tiempo observándola cuando ella observa, y, ¿sabéis qué?

Siempre se le escapa una sonrisa tímida, y cuando le llaman la atención incluso llega a ser cínica. Pero, si existe la magia en este mundo, estoy segura que un cuarto de toda ella se esconde en la comisura de sus labios.

-A LA SONRISA QUE ALEGRA MIS LUNES POR LA MAÑANA. GRACIAS POR NO DEJAR DE SONREÍR NUNCA.(G)-

Lunas de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora