-Octava luna-

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-Tus lágrimas de emoción susurran levemente, que soy la viva imagen de aquella que a ambas nos amamantó de quereres.-

Siempre es duro perder a una persona importante de nuestras vidas. Y más cuando no solo ha desarrollado el roll que le pertoca. Es como si cuando sus ojos se cerraran, no solo se creara un gran vacío, es como si se crearan dos.

En ese aspecto, creo que tú eres la única a la que le perforó tanto el corazón como a mi su perdida. Tú perdiste una madre y una hermana. Y yo perdí una madre y una abuela.

Quizás por eso te cueste tanto mirarme a los ojos, porqué ves reflejado tu propio dolor. Pero pese a ello, me miras sonriente y me dices " que ojos más bonitos tienes".

Desde pequeña, ella había sido mi sombra. Siempre siguiendo mis pasos para detenerme al llegar al acantilado. Siempre sacando las uñas por mi cuando mis primos me hacían burla. Siempre preparándome manjares que no tienen nada que envidiarle a los restaurantes de alta cocina. En definitiva, ella era siempre, porqué todo lo hacía con amor.

Desde el día en el que se convirtió en una acompañante de la luna, todos dejamos de brillar un poco menos. El abuelo casi se quedó sin luz, pero pese a ello siempre sacaba fuerzas de lo más hondo para poder compartir con nosotros lo que le quedaba de vida. Tú, parecías ahogarte con tus penas, aunque ahora parece que ya te duele menos. Ahora solo te caen un par o tres de lagrimillas cuando hablamos de ella. Y yo, me cambié la corona que siempre me ponía ella, por la armadura. Venían tiempos difíciles.

Es extraño, pero parecía que vosotros dos sonreíais siempre que yo estaba delante, porqué sabíais que de los tres yo era la más frágil. Mi abuelo siguió ocupando el roll de padre y de abuelo, y tú creíste que tu responsabilidad era llenar el vacío que dejó mi abuela.

Empezaste a visitarnos más a menudo, nos traías todo tipo de dulces y de vez en cuando una bufanda hecha a mano. Agradecí tanto esos detalles, fueron como si ella misma me abrazara el alma. Quizás era porqué parte de ella se quedó contigo.

Sé que conforme crezco, mi personalidad se parece mucho más a la suya. Cometo las locuras de juventud que ella solía cometer, bailo como si fueran sus propios pies los que se movieran por la pista de baile, sonrío de la misma manera y rió a carcajadas por las mismas estupideces.

Sé que te recuerdo a ella a cada paso que doy, quizás porqué esté echa a su imagen y semejanza. Quizás porqué los últimos años de su vida me empapó de su esencia. El caso es, que entiendo que te pongas a llorar de emoción cada vez que me comporto como verdaderamente soy. Sabes que una parte de ella, también se quedó conmigo.

Así que, gracias por recordarmelo, y por creer en mi. Y por abrazarme fuerte en un momento donde se me venían encima miles de puñales. Quizás tú no lo sepas nunca, pero me se de sobras que te has llevado más de un cardenal, por meterte entre el desleal y mi espalda.

De verás, mil gracias, por tratarme como si verdaderamente fuera tuya, o por tratarme como si verdaderamente fuera ella. Te quiero, y le estaré agradecida siempre a mi abuela por meterle en la cabeza a mis padres que tú debías ser mi madrina. Eres verdaderamente grande.

-A MI MADRINA, QUE SIEMPRE ME TRATÓ COMO SI FUERA UN TESORO CELESTIAL. GRACIAS POR NO DEJARNOS SOLOS, NI A ÉL NI A MI.-

Lunas de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora