-Séptima luna-

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-Gracias por ser la primera en clavarme hondo la estaca, me demostraste que el que más aparenta es también el que más daña.-

Cuantas veces me dijiste, que era sangre de tu sangre. Que era tu niña. Cuantas veces, parecía que me anteponías a tus propias crías. Cuantas veces parecía que desearas que yo fuera tu hija.

Quien se podía llegar a imaginar, que solo preparabas el terreno para que luego doliera mucho más la herida. Sabías que si alguien que no me importaba me hacía daño, me dolería. Y te relamías los labios al saber que al quererte, al ser una herida de deslealtad, sería casi imposible que me levantara de la caída.

Han pasado ocho años desde entonces. Y el corte que hiciste en mi corazón sigue sin cicatrizar. No puedo entender como mis ojos podían cegarse ante una calidez tan falsa. Y tampoco puedo entender porqué coño me duele el alma cuando veo que a todos ellos les abrazas y a mi me miras con lástima. Como si fuera un perro apaleado.

Porqué a ellos si les llamas. Si les preguntas como está su vida. Si te interesas por saber si se han enamorado, o si han conseguido alguna de sus metas. Y a mi, ni me diriges una sola señal. En cierto modo, si que lo entiendo. Debe de darte vergüenza mirarme a la cara después de haberme dado la ostia de mi vida. Y lo mas ruin de todo es que la ostia no me la he llevado ahora con dieciseis años, me la llevé con nueve, justo cuando parte de mi ser se iba con ella a las estrellas. Aquél día no solo la perdí a ella, os perdí a las dos, porqué me niego a creer que sigues siendo la misma que antes me arropaba cuando me quedaba a dormir en su casa. No, la que fue mi ejemplo a seguir murió aquél día con la que me amamantó de enseñanzas.

¿Sabes cuantas veces he vuelto atrás sobre mis pasos? He intentado de mil formas encontrar la razón por la que tu sangre hervía de dolor cada vez que mi persona pasaba por tu mente. Y no he encontrado ninguna. Te lo juro, te juro que he intentado buscar en cada rincón de mi pasado y no encuentro los motivos de tu odio.

Me cuesta pensar en ti y no llorar. Porqué aquella noche me ganaste la guerra, y aún estoy intentando recuperarme de la paliza. Te salió el plan de puta madre. Así que enhorabuena. Eres una gran estratega.

Y lo peor es, que pasan los años y sigo sin aprender. Porqué cada vez que finges que al darme dos besos te alegras de verme, espero con ilusión que me ruegues perdón. Ilusa de mi. Creo que estoy empezando a admitir que eso nunca pasará. Y sigo teniendo la misma pesadilla en la que te digo todo lo que siento cara a cara. He practicado mi discurso tantas veces delante del espejo, que cogerías depresión de las barbaridades que me he aprendido de memoria. 

Pero soy tan putamente noble, que no soy capaz de tornarte todo el sufrimiento que tu me has causado. Y cuando te tengo delante, aflora en mi el pensamiento de que en algún rincón de tu ser aún queda algún rastro de amor hacia mi. Y me callo todo lo que siempre he deseado decirte.

¿Y sabes porqué callo? Porqué yo si soy verdadera. Porqué yo si te quise. Y porqué desgraciadamente aún te quiero. He intentado odiarte y lo cierto es que no puedo. Te he escrito mil cartas que tengo guardadas bajo el colchón, preguntándote el porqué. Preguntando el porqué de tu odio hacia mi. Pero nunca he tenido el valor de enviarlas. Supongo que es porque la poca cordura que me queda sabe, que el papel manchado de tinta roja y alguna que otra lágrima, solo te produciría placer.

He aquí la confesión que nunca he sido capaz de gritarte a la cara, porqué en casa siempre me enseñaron que el amor lo cura todo. Pero la brecha que hay entre nosotras, no podría curarla ni la paz mundial. Gracias por demostrarme que lo que más valoro en esta vida es la lealtad, porqué quien de verdad me quiere nunca me dejaría sangrar. Gracias por haberme echo sentir basura cuando en momentos de locura empecé a pensar que toda la mierda que decías sobre mi era verdad. Gracias por haberme hecho sentir un monstruo. Gracias a ello, ahora, me valoro como de verdad me merezco. Porqué, mientras no me convierta en algo parecido a ti, mis demonios jamás acabarán de dominarme del todo.

-DEDICADO AL MONSTRUO QUE MÁS FRECUENTA MIS PESADILLAS, NOS VEREMOS EL DÍA QUE NUESTRAS ALMAS SE ENCUENTREN PURGANDO LOS PECADOS COMETIDOS EN VIDA.-

Lunas de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora