Capitulo XXIX - Escapémonos

3.4K 169 3
                                    


Sentadas en el piso de mi habitación, haciendo una maqueta junto a Mia, para un trabajo final de una de tantas materias que nos empiezan a agobiar.

Los días se escurren en nuestras manos...

Veinte días han transcurrido desde que inició este nuevo año, nos graduamos a fines de febrero, para este, nuestro último año, estos dos meses son realmente valiosos para graduarnos. Los exámenes finales, los de grado, son para mediados de febrero y es importante acumular los más puntos que podamos, para mejorar nuestra calificación... en fin, mucho por hacer y poco tiempo para ello.

Con Mia, mi fiel compañera de trabajo siempre nos gusta hacer los trabajos, cada día un poco, eso mismo llevamos haciendo con la maqueta, tres días trabajando en ella y ya tiene forma.

Mis abuelos partieron el tres de enero, con lágrimas y abrazos que duraron minutos en el aeropuerto, me despedí de ellos, fue muy triste su partida para mí, otra vez se iban y esta vez no sé cuánto tiempo tendría que pasar para volverlos a ver.

He tratado de comunicarme con mamá en estos días, pero hasta ahora es imposible, ella me ignora, más ahora que antes. Creo que aún sigue molesta porque me aproveche de mi regalo de Navidad para quitarme de encima ese injusto castigo.

¿Puede una madre odiar a su hija?

Si es así

¿Por qué?

Si lo sé, la pregunta es tonta, es absurda, un poco loca, pero es eso lo que me pregunto todas las noches antes de dormir, miro a mi techo y trato de encontrar algún recuerdo de ella abrazándome por más de cinco segundos o felicitándome por algo, por alguno de los tantos logros que me empeñe en tener cuando era más pequeña, trato pero no hay nada. Las palabras de mi padre, no han dejado mi cabeza desde aquella noche.

Saben, he llegado a concluir que me odia, es la única respuesta que encontré después de tantas muestras de desamor en todos estos años...

Es imposible para mí no envidiar un poco a mis amigos, a mis compañeros de clases, ellos tiene una mamá que les brinda amor siempre, lo he visto muchas veces.

Bueno, dejando a un lado eso, no todo es tristeza en mi vida. Si bien mis abuelos partieron hace días, me dejaron un encantador regalo, que por mi papá sé que también fue por mi hermano. Él pidió por regalo de navidad que Doggy se quedara con nosotros. Es la mejor noticia que he recibido hasta en lo que va del año. Ahora si tengo un compañero en casa.

Con los chicos, nos hemos reunido unas tres veces en lo que va del año, el resto de los chiste y anécdotas las dejamos para nuestro grupo en Whattsapp, siempre hay un momento en el día, que todos nos conectamos a la vez, comienza la diversión, un rato del día que se ha vuelto mi favorito.

- Yaaaaa! – dice mi mejor amiga, alzando las manos al aire, solo como ella sabe hacer – descansemos 10 minutos, por favooooor! – dice haciendo un puchero, rio ante sus palabras, la verdad a mí también me duelen los brazos, asiento en respuesta y ella aplaude levantándose y acostándose en mi cama, junto a Doggy.

- Creo que le encantas – le digo a Mia en referencia a Doggy, cada vez que ella está cerca, él mueve la cola, Mia se carcajea

- ¿Quién no me amaría? – dice abrazando a Doggy, él alza la cabeza para lamerle la cara, ella solo ríe.

Me levanto del piso y me siento en la silla junto a escritorio. Me quedo unos minutos mirando por la ventana, Daniel debe pasar pronto trotando, como ya suele hacer todas las tardes, cambio su rutina de la mañana a la tarde para poder pasar por mi casa a saludar, como ya era usual, por la ventana, ya ni siquiera tocaba la puerta principal.

¡LOCOS POR AMOR, LOCOS POR LOS BESOS! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora