Capitulo XX - Que no sea un sueño

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- Está bien abuelita, no te preocupes, yo entiendo – le digo, la verdad me pone triste saber que no podrán venir para mi cumpleaños, estamos hablando por teléfono, ya llevamos como 15 minutos haciéndolo, pero no me canso de escucharla, hace tiempo que no la veo y la extraño

- Pero mi niña, no te pongas triste, no vayamos, no quiere decir que no tendrás regalo de cumpleaños – rio ante sus palabras, el mejor hubiera sido que vinieran, ella y el abuelo, pero bueno

- Eso no es importante – le digo

- Claro que es importante, cumples 18 años, eso quiere decir que serás mayor de edad, aunque para mí siempre ceras mi niña – dice y rio, es cierto, desde que tengo memoria mi abuela me dice, mi niña y me gusta, ayer que la señora Lourdes me llamo mi niña, me recordó a mi abuela y decidí llamarla hoy.

Seguí hablando con ella unos 15 minutos más, hablamos de todo un poco, ella si sabe escuchar y para tener 80 años tiene un buen sentido de humor, me despedí de ella y le pedí que le enviara saludos a mi abuelo, también lo extraño.

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Estaba acostada en mi cama, boca abajo, mirando el reloj de mi celular a cada rato, Mia dijo que en 15 minutos estaría aquí y aún faltan 5 para ello. Vamos hacer un deber en pareja que nos mandaron para el martes, mejor es hacerlo ahora, esta semana que viene, será una locura.

Busco en mi celular, las fotos que Mia me envió, las fotos donde salimos Daniel y yo, debo decir que son buenas, me detengo en la foto donde está plasmado el momento de mi primer beso, sonrió involuntariamente. Cierro mis ojos y me lo imagino otra vez, allí estamos parados, besándonos y a nuestro alrededor hay espuma, vuelvo a sonreír al recordarlo, abro mis ojos y busco la foto de la estación, Daniel está detrás de mi tapándome los ojos, vuelvo a cerrarlos y me imagino la misma imagen que la foto, recuerdo que supe que era él por su perfume, sonrió, esto es una locura. Busco otra foto, me quedo en una donde estamos cayendo de la canoa y rio al recordarlo. Hago una nota mental de agradecerle a Mia por estas fotos, que haría yo sin ella. Busco más y en la última foto que me envió, estamos Daniel y yo comiendo manzana acaramelada, sonrió. Esa fue la mejor cita de mi vida.

Cierro los ojos, imaginándote...

Le pido a Dios, que esto no sea una sueño, que si esto tiene que pasar, pues que pase, pero que no sea un sueño. Aunque se sienta así...

- ¡Conozco esa sonrisa! – dice Mia, señalándome con su dedo, se sienta en mi cama y cruza la pierna – es la sonrisa de una chica enamorada – dice, niego levantándome, me siento sobre mis propias piernas

- No Mia, déjate de cosas – digo y busco en mi libro que está en mi mochila, para trabajar

- No son cosas – dice sonriendo

- Si, si lo son y – miro en mi celular la hora – llegas tarde – le digo y niega con la cabeza

- Llegue hace 2 minutos – dice y frunzo el ceño – te estaba viendo, por eso te digo que esa – dice señalando mi boca – no fue una sonrisa cualquiera – dice, yo ruedo los ojos, me levanto y camino hacia mi escritorio, me siento en la silla

- Empecemos – digo

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Miro el reloj de mi celular y son las 6 de la tarde, llevamos 3 horas haciendo esto y ya estamos cansadas, dejamos todo en el suelo y nos acostamos en mi cama, boca arriba, prácticamente miramos a la nada...

¡LOCOS POR AMOR, LOCOS POR LOS BESOS! ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora