Odio

1.5K 174 31
                                    



Tocarlo, era uno de los mayores anhelos de tsukishima, tocarle en el sentido más inocente de la palabra, acariciar delicadamente su piel suave, recorrer con la yema de sus dedos los brazos y piernas de su incondicional compañero, delinear sus rosados labios, estrecharlo entre sus brazos y mil cosas más, saborear su cuello y dejarle marcas para especificar que sólo le pertenecía a él. Perdido en sus pensamientos desayuno como siempre, haciendo caso omiso a las recomendaciones de su adorada y dulce madre, salió por la puerta ansioso porque después de un largo fin de semana por fin vería a Yamaguchi, puso sus auriculares en sus oídos y a la distancia pudo contemplar a él azabache esperándole en la entrada del parque donde siempre se veían para caminar juntos a el colegio, le miró directo a los ojos y le hizo un gesto a modo de saludo, pasó derecho por su lado suponiendo que este le seguiría como siempre lo hacía, le ignoró por un momento y dejó de sentir la presencia y el aroma de su amigo, se detuvo y fijo su mirada en el, quien seguía en el mismo lugar mirándolo con lastima, con dolencia, con ¿odio?, se devolvió y se decidió a emitir palabra luego de unos momentos. 

-¿Ahora qué? –cuestionó al más bajo con desagrado

-¿Para ti sería divertido ser siempre el segundo?, por supuesto que no ¿verdad? ¿Te parece de "amigos" tratarme como una basura? Estoy harto de ti, de tu actitud... yo te... -"te amo" pero esas dos palabras se quedaron en el aire, estaba claro que el pecoso no tenía el valor para confesarse y menos ante la mirada intimidante de quien se suponía que era su mejor amigo, tomó aire y le retó también con sus ojos, era algo vulnerable, pero no inferior a tsukishima, jamás se dejaría pisotear por quien consideraba su amor imposible.

-¿Te qué? Anda dilo –soltó con fastidio e impaciencia.

-te odio –sin mirar atrás el número doce de karasuno corrió sin más, derramando lágrimas silenciosas que no fueron calmadas por nadie, solo por el viento que soplaba fuerte en ese frió día de febrero.

"Marcharse es muy difícil... hasta que te marchas. Y entonces es la cosa más jodidamente fácil del mundo"

-Paper Towns.

El rubio llegó temprano a casa, Yamaguchi no dio señales de vida en todo el día y el no iba a dejar su orgullo de lado por un capricho del azabache, seguramente pronto se le pasaría, eso sucedía siempre ¿no? Hacia sus típicos berrinches y a los días estaba detrás de el cual perro faldero, pero no le molestaba en lo absoluto, se sentía imponente, importante e inclusive especial para tadashi, sin embargo desde que este salió corriendo en aquel parque donde siempre caminan juntos hacia su destino algo le decía que las cosas no eran iguales, ya no podía leer el futuro con claridad, de alguna manera era incierto y molesto, se estaba carcomiendo la cabeza y dándole tantas vueltas a ese asunto, cierto, estaba enamorado y esperaba con ansias ver a su amado en el mismo lugar en el que se veían siempre para ir a la escuela.

Era verdad, algo había cambiado en tadashi y no era su amor por el de lentes, era su tenacidad, probablemente se estaba dando cuenta de que este no le apreciaba de el modo en que él lo hacía, su imaginación lo estaba matando, encerrado en ese desolado cuarto, perdido entre penumbras y oscuridad, escuchaba las gotas que chocaban contra su ventana, se dio una ducha y se acostó con la preocupación de siempre "¿Si tsukii conociera mis sentimientos hacia el... Sentiría asco? Claro que si, para tadashi ya era segura esa respuesta "Me das asco" o alguna frase por el estilo, como en esos mangas yaoi o shojo y eso era lo que más le atormentaba, bebió un vaso con agua y decidió replantearse bien la idea y las posibilidades de un desprecio, estaba seguro de sus sentimientos pero no de abrirse completamente a la idea de declararlos, se sentiría devastado si perdiese la amistad de él, aunque... ¿Ya no la había perdido? Desde el momento en el que salió corriendo sin mirar atrás. Al otro día salió de su hogar tomando otra ruta, con miedo a encontrarse a tsukishima en su punto de encuentro. Y así pasaban los días, Yamaguchi evitaba al rubio a toda costa, en los entrenamientos podía sentir la pesada mirada del más alto clavada en su espalda, eso, hasta que un día como cualquier otro donde las estrellas brillaban más que de costumbre el pecoso caminaba por una de las deshabitadas calles con intenciones de ir a su casa, a no ser porque una misteriosa sombra mucho más alta que él le sujetó de la manga de su chaqueta deportiva, a causa de sus reflejos Yamaguchi retrocedió dos pasos zafándose bruscamente de el agarre de el otro individuo y automáticamente pudo distinguir hay al dueño de sus suspiros y de sus desvelos en la noche, el también tenía ojeras se veía desgastado, y supuso que todo era a causa de exámenes finales de periodo.

-Tadashi –su voz resonó fría y gruesa, decidida y segura- ¿Qué ocurre? –no se arrepintió ni un solo momento de su pregunta.

-¡A-ah! N-nada, aléjate y vete –no supo ni de donde agarro valor pero le miro cortante.

-No quiero –lo condujo violentamente y sin tacto lo pegó a la pared.

-Suéltame ¿Q-que crees que est...? –se quedo inmovilizado, confundido y dolido. Le estaba besando, pero no era un pequeño roce de labios era un beso seco, trasmitido de odio y frustración.

Ni el mismo tsukishima supo porque le había besado, de lo que si estaba seguro era de que lo besaba con tal violencia que el pequeño se retiró bruscamente botando solo un poco de sangre de sus labios, causadas por las mordidas que le había proporcionado su "mejor amigo", de un rápido movimiento el rubio se acercó al oído del mas bajo susurrándole descarada y sádicamente "Yo también te odio, tadashi".

No supo que era lo que más le dolía, sus labios o su corazón, ¿en qué momento la situación entre ellos se había vuelto tan rigurosa e implacable?

Y ahora el que le había abandonado era kei, dejándolo solo en aquella calle, se dispuso a caminar hasta su casa, pero esta vez no derramó ni una sola lágrima, es más se sentía vació, como si hubieran roto su único corazón y manipulado su mente, no sentía frío... ni calor, ni tristeza ni dolor solo un hueco tan grande en su alma que estaba absorbiendo sus sentimientos para que no fueran liberados.

Ya en su habitación se acostó, pero no exactamente a dormir, ya no seguía la rutina de siempre "comer, bañarse, beber una taza de café, pensar, dormir" ahora todo se centraba en "pensar, torturarse, seguir imaginando" estaba confundido, si tan solo el supiera cuanto le lastimaban sus palabras, ¿Por qué le había besado? aun tenia las heridas recientes en sus labios, los rozó con sus dedos suavemente y recordó aquella sensación, le lastimaba interiormente esbozo una pequeña sonrisa para sí mismo, una melancólica sonrisa, pero ni una sola lágrima, estaba roto, el no quería que le odiase, es más el jamás le odio, era la ira la que le hizo pronunciar esas palabras, pero hablábamos de el introvertido y orgulloso bloqueador centrar de karasuno, al que no le hería ninguna palabra, algunas lágrimas resbalaron de sus orbes hasta sus mejillas, las limpió y con una mirada desolada se perdió en su mente, pero él no era el único que había roto en llanto esa noche.

Sollozaba, farfullaba y hasta daba pequeños golpes a su escritorio a ratos, fue difícil pronunciar esas palabras "Yo también te odio, tadashi" las palabras resonaban en su mente el megane no le quería odiar, lo amaba con todo y defectos se repetía una y otra vez "Maldito inexorable paso del tiempo" le estresaban sus sentimientos, le exasperaba el amor, tomó aire y se calmó por primera vez en la noche, las horas se le pasaban paulatinamente, y no le quedo más que aceptar que se odiaba a el mismo por ser de esa forma y terminó por llegar a pensar que hasta tal vez Yamaguchi podría sentir algo por él, y las palabras "podría" se dispersaron en su cerebro, se quito los lentes de la cara y se restregó con furia los ojos, ya estaba decidido, no se rendiría eso estaba claro, aunque fuera la última cosa en el mundo que tuviera que hacer, conquistaría a Yamaguchi, aunque le costara lo más importante para él, su "dignidad".

Y así fue el rubio de anteojos jamás se imaginó que al otro día estaría parado el gimnasio de karasuno pidiéndole a el portentoso setter de el equipo que le ayudase, el tal vez era lo suficientemente experto en el amor, ya que no se imaginaba lo que tuvo que luchar para enamorar y conseguir ser la pareja oficial de el escandaloso cuervo de cabellos naranjas, "Hinata Shōyō".

ººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººººº

-Hey, es genial compartir mi primer fanfic aquí , Lectoras fantasmas hay por aquí? yo creo que debe a ver mas de una  tomaré en cuenta alguna petición, Gracias.   

Tú eres mi estrella. (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora