Me levanté por los suaves rayos del sol, me estiré y salí de la cama. Hoy era sábado y no teníamos que ir al instituto un gran alivio para relajar y despejar un poco mi mente, esta semana había sido muy larga y aunque me gustara estudiar, había sido muy pesado para mi.
Llegué al cuarto de baño de mi habitación para darme una ducha y aligerar un poco mis pensamientos. Duré aproximadamente unos quince minutos, al terminar salí y busqué en mi armario algo cómodo para el día. Me decidí por un vestido blanco que me llegaba por lo menos cinco dedos por arriba de las rodillas, se amoldaba bastante bien en mi cuerpo y hacia destacar mi pequeña cintura. Dejé mi cabello suelto y me puse unas sandalias doradas que eran decoradas por pequeños diamantes del mismo color.
Salí y bajé las escaleras para encontrarme a los hermanos desayunando tranquilamente. Llegue a donde se encontraban y les di los buenos días por educación; sólo recibí respuesta por parte de reiji, y echó esto seguí de largo para ir al comedor de los sirvientes, cuando me vieron me recibieron con una gran sonrisa, me senté y dispuse a comer junto a ellos.
Desde que mamá murió reiji me dejó muy en claro que ya no tenía ningún lazo con ellos por lo que no era una obligación que compartiera la mesa con ellos a la hora de cualquier comida, así que desde esa vez EH comido junto a los empleados de la mansión a pesar de que ya no era importante en aquel lugar ellos siempre me trataron con respeto y me hicieron parte de ellos, desde ese momento ellos han sido como la familia que nunca tuve y me Siento agradecida por ello.
Cuando terminé ayudé a margaret a lavar los platos ella es la la empleada más antigua de la familia sakamaki, prácticamente vio crecer a los hermanos. Al principio se negó rotundamente a que la ayudara pero yo insistí y término aceptando mi ayuda.
Puse los platos en sus despectivos lugares y decidí dar un paseo por el jardín. Me gustaba mucho ese lugar, no sólo porque amo las flores de ahí, sino que también dejaba ver un hermoso paisaje a una parte de la ciudad. Estaba tan maravillada, que no me había dado cuenta de que el tiempo había volado rapido.
Le eché un vistazo a mi reloj de mano y marcaban ya las 2:30 de la tarde, abrí los ojos como platos. ¿Cuanto tiempo habia pasado mirando la ciudad?, ni yo misma lo podía creer, me había saltado la hora del almuerzo y estoy casi segura que ayame debe estar buscándome como loca en toda la mansión. Me levanté del banco en el que me encontraba sentada y corrí lo más rápido hacia el comedor.
Estaba apunto de llegar... Cuando me encontré con una escena bastante dolorosa. Subaru estaba en el sillón con una chica besándola con tanto cariño, que deseé ser ella en ese momento. Sentí un nudo en la garganta y quería llorar pero tomé una gran bocanada de aire obligándome a relajarme. Pasé silenciosamente para que no me notaran pero fue imposible, gracias a que sin darme cuenta tropecé una pequeña mesa que casi hace que se cayera un jarrón, afortunadamente fui rápida para evitar que se rompiera. Pero al tropezar con el objeto se escuchó un pequeño sonido que hizo que ellos se separaran y miraran a mi dirección con el ceño fruncido.
- Que Humana más torpe se han conseguido.- dijo con tono molesto en su voz.
Era una chica bastante hermosa, tenía el cabello negro que parecía que le llegaba hasta más o menos por los hombros, era pálida como los hermanos por lo que deduje era vampiro, sin duda alguna no era competencia para ella.
- No te quedes ahí parada, vete antes de que me moleste más de lo que ya estoy.- dijo subaru cabreado.
- Lo Siento mucho, es que no sabía que estaban aquí.
- Pues entonces obedece y marchate, no eres más que una estúpida e inservible humana que no es de valor excepto por tu sangre que es mucho más valiosa que tu.- dijo con arrogancia.
- si. Una vez más me disculpo.- dije en voz baja.
Dicho esto me giré y caminé a paso rápido, Sentía mis ojos humedecer y cuando llegue a mi habitación cerré la puerta detrás de mí, y me dejé caer al suelo deslizandome por ella. Luego me dejé caer en la cama boca abajo y lloré hasta caer en un profundo sueño.
Este había sido el peor día de mi vida.