Capítulo 17

129K 20.9K 9.4K
                                    



Todos en la cafetería y la librería estamos corriendo de un lado al otro. Personas que recibieron giftcards como regalo de Navidad están llegando desde temprano. 

Las compañeras a cargo de las estanterías y la caja registradora son las más ocupadas. Pero yo no me quedo atrás, tengo a dos clientes esperando a que les resuelva una duda o recomiende qué comprar.

—Entonces desperté llorando... —Una anciana me está terminando de contar su experiencia después de leer Cementerio de animales de Stephen King.

—Será mejor que no mire la película —digo, con una mueca de preocupación.

La estoy salvando de un ataque al corazón. 

—¡Ahora le tengo miedo a mi gato! —sigue llorando ella.

Coloco mi mano sobre la suya. —Pero para que Gomita se vuelva maligno, usted primero tendría que enterrarlo en ese cementerio indio.

Ella coge un pañuelo para limpiarse su nariz. —En eso tiene razón.

Le ofrezco un vaso con agua y la acompaño hasta la estantería donde están las novelas históricas. Lo mejor será que no lea nada de suspenso por algunas semanas. 

Después de que la señora escoge una novela regreso a mi mostrador.

Los días como consigo distraerme rápido. Me duelen un poco los píes por estar tanto tiempo de píe, pero me gusta mi trabajo. 

—¡No se vayan lejos! —pide una mujer joven a dos niñas antes de volverse a mí—. Hola —me saluda, con una enorme sonrisa.

Ella trae en sus manos la trilogía La Cama, la historia de Alexander. Sonrío. Es la décima clienta en el día que compra libros de Alexander.

—Estos libros —dice, sin apartar la sonrisa de su rostro. Ella es guapa y viste elegantemente. Me intimida un poco—. ¿Los recomienda? Es que he escuchado que el final es triste.

Escogió las palabras adecuadas para no callarme. 

—El final es real —digo, convencida. Estamos hablando de mi libro favorito—. No se deje llevar por terceros. Ese final es lo que hace a esta historia especial. El escritor nos muestra lo crueles que podemos llegar a ser  como sociedad: Superficiales, mentirosos, calculadores, carentes de humildad y siempre en busca de satisfacer nuestro amor propio. Es una historia de amor, pero también es una crítica social.

La joven mujer me mira con ternura, aunque no entiendo por qué. Después abre un poco sus labios para decir algo más, pero duda en el último segundo.

—Tiene que comprarla —insisto—. Yo creo que todos deberían de leer esta historia.

Porque pese a tener un final que destrozó mi corazón, no me arrepiento de haber leído esos libros. Alexander Donoso es mi escritor favorito.

—Alexander Donoso —dice ella, con un extraño brillo en sus ojos—. He escuchado que es agrio, hermético, solitario... misterioso.

Al terminar de decir eso, ella intenta suprimir una risa. Su actitud me abruma un poco, pero me repongo rápido. Estoy acostumbrada a lidiar con todo tipo de clientes.

—Todos los escritores, o al menos los buenos escritores, lo son un poco —defiendo a Alexander—. Ya sabe, ellos... necesitan estar solos.

Ella cambia el peso de su cuerpo de un lado al otro. —¿Usted considera que Alexander Donoso es buen escritor?

—El mejor —digo, sin dudar.

—El mejor —repite ella, tosiendo un poco. Creo que una vez más está intentando no reírse. 

Carolina entre líneas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora