Capítulo 22

115K 19.7K 8K
                                    


Alexander


—¿Ya te respondió Vanesa?

En mi teléfono móvil miro mi bandeja de entrada. Hace una hora recibí un último correo de Vanesa "Dame un poco más de tiempo, estoy preparando el terreno".

—Todavía no —protesto—. Me pidió esperar un poco más.

—¿Esperar qué?

—No sé —Rasco mi frente—. Aunque admito que esa mujer da miedo.

Armando se echa a reír. —¿Por qué? ¿Qué platicaron?

Dejo escapar un poco de aire. —Negocios le llama ella.

Como parte de mi vago intento de incorporarme otra vez a la sociedad, acepté desayunar fuera con Armando. Él es mi mejor amigo de toda la vida. Y lo comprueba el hecho de que hoy estemos platicando con soltura, como si yo nunca me hubiera alejado.

Acomodo sobre nuestra mesa las hojas que traigo conmigo. —Necesito que leas esto.

—¿Tu nuevo libro?

—Mejor.

Los correos que hemos intercambiado Carolina y yo.

—No es tu tipo de mujer —dice, diez minutos después—. ¿Soy yo el prejuicioso o se comporta demasiado informal? —censura.

Niego con la cabeza. —Tiene al menos veintidós años.

—Pero no tiene formalidad —critica él.

Me río. —Creo que alguien necesita releer El Principito.

Armando luce intrigado. —Pensé qué platicabas con ella sobre pintura, música, literatura... No sobre My little pony.

Me río otra vez. —Genial, ¿no?

—¡No!

—¿Por qué? —replico.

—Esto es basura, Daniel.

Sigo riendo como un idiota. —Sí, hasta ahora sólo hemos hablado tonterías.

—¿Despulgaste a ese perro antes de darle cabida en tu apartamento?

—Se llama Peludo —lo defiendo.

—Daniel...

—Déjame explicarte.

—Por favor. Yo pensé que ella era...

—¿Cómo Ximena? —Arrugo mi frente—. Por, Dios, no. Carolina desborda dulzura, humanismo, alegría... Tiene todo lo que yo no tengo.

—No hables de ti como si fueras un monstruo.

—No, pero hay demasiado resentimiento dentro de mí. Estoy consciente de que Ximena y Ricardo me hundieron.

—Por favor, no los menciones.

—Tengo que hacerlo para que me comprendas. Ximena, contrario a Carolina, era una mujer establecida, seria... Vivía para cumplir sus metas. Y yo la admiraba por eso. Ella era una mujer madura, culta... Y tal vez por eso nos aburrimos el uno del otro.

—No, no fue por eso.

—Sí. Por eso se fue con Ricardo —insisto—. ¿Pero sabes qué? Ahora la entiendo. Mi hermano es más divertido que yo. Él... la hizo feliz.

—No puedo creer que estés diciendo eso.

—¿No lo ves? Ellos se complementaron. No necesito otra mujer como Ximena, Armando. No quiero guardar apariencias. Quiero reír y comentar cosas sin sentido con mi pareja. Quiero que ella se siente a ver películas conmigo, que mire series para niñas con mis sobrinas. Quiero que me regañe por no querer ayudar a un perro callejero... Incluso quiero, es más, necesito que me siga reclamando que odia que yo no haya escrito un final feliz para su libro favorito. Porque con eso me demuestra que ella sí cree en los finales felices. Por eso quiero a Carolina, Armando. Sé que ella no es mi igual porque es mejor que eso. Ella es mi complemento.

—Tal vez no funcione.

No aceptaré su negativismo.

—Tal vez. Nadie mejor que yo sabe que tener planes no hace que una relación funcione. Tal vez me hastíe de ella. Tal vez ella se hastíe de mí... Y no sé si en realidad ella siempre vaya a ser así. Pero eso no me importa ahora. Me siento inquieto. Me siento con ganas de saber qué va a pasar. Necesito conocerla más.

—Dios, hasta estás sonriendo.

Porque me siento esperanzado.

—Quiero que esto funcione, Armando. Hasta ahora sé poco de ella. Pero quiero saber más. Qué música le gusta. Cuál es su color favorito. Qué planes tiene para hoy o mañana. Porque si vale la pena, estoy dispuesto a perder la cabeza por ella

—De acuerdo. ¿Pero al menos le dirás tu verdadero nombre?

—No. Ella atará cabos —Me hundo en mi asiento. Tener que enfrentar si Carolina me querrá a pesar de todo... me está matando—. Mira a la gente a mi alrededor —mascullo, mirando de reojo sobre mi hombro derecho—. Muchos me están mirando.

Armando también echa un ojo a las mesas cerca de la nuestra. —Sólo dos personas te están mirando.

—Me reconocieron.

—¡A la mierda con ellos! —protesta él en voz alta. Más miradas se vuelven a nosotros.

—Oye, no necesito más atención —me quejo.

—Tienes que aprender a vivir con esto.

Él tiene razón.

—Al menos la presión disminuyó un poco después de tantos años.

Armando me da un puñetazo amistoso. —¡A eso me refiero! Ya estás viendo el lado positivo. Y sólo por eso te apoyaré si quieres acercarte a Carolina.

Otra vez arrugo mi frente. —Igual iba a hacerlo con o sin tu permiso —Me río.

Admito que extrañaba platicar con mis amigos. Me siento animado. Tal vez mañana invite a comer a mis hermanas.

Armando también se muestra complacido. —Bienvenido otra vez a la vida, hermano.



----------

DÓNDE ENCONTRARME:

Grupo de lectores en facebook: Tatiana M. Alonzo - Libros

Twitter: TatianaMAlonzo

Instagram: TatianaMAlonzo (Por allá lo espero con mucho contenido extra)

¡Gracias por apoyarme dejando su voto! ♥

Carolina entre líneas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora