Capítulo 25

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Estoy lo que le sigue a estar ocupada, pero por qué sé quién es me apresuro a responder mi teléfono móvil. —¿Qué...

—¡Caro, help!

Tiro la dona que tengo en mi boca al escuchar la voz desesperada de Vanesa. ¿Qué rayos?

—¿Qué pasó?

—¡No vas a creerlo! —suelta—. El conserje del segundo piso también tiene cuenta en Wattpad!

—¡VANESA! —Esto va de mal en peor.

—Escribe novelas eróticas gay. ¿Puedes creerlo?

Un día obligaré a esta mujer a comprarme pastillas para el dolor de cabeza. —¿Y sabe de tu porno novela?

—¡Es literatura erótica, no porno novela! —reclama ella, molesta—. Respétame que ya no soy cualquier escritora novel.

Entorno mis ojos. —¿Sólo porque tienes más de tres mil votos?

—Y sigo subiendo. ¡Ajá! Ya me veo en el show de Oprah —dice, diva.

—Y yo en Caso cerrado.

—Auch ¿Por qué me bajas de mi nube?

—Porque deberías prever un panorama en el que Marco se entera de todo.

—No me enviaría a la cárcel.

—Tú qué sabes.

La escucho tamborillar sus dedos sobre su escritorio. —Caso cerrado, dices... Oye, aunque ir al show de Ana María Polo me ayudaría a tener más visitas en Wat...

—¡Vanesa!

—Perdón. Perdón... A veces pienso que mientras las demás personas tienen a un Pepe grillo susurrándoles consejos al oído, yo tengo a un unicornio saltarin chillando Wiiiiii...

—Resuelve lo del conserje —le mando.

—Ya lo resolví. Se callará si le doy votos a sus tres novelas. Por cierto, una se llama El cactus del jardinero. Está buena. Léela —Como no digo nada, Vanesa insiste—. Además, tampoco quiere que nadie sepa lo que escribe. 

—Ten cuidado, Vanesa.

—Tranquila. Tú me preocupas más a mí. ¿Por fin me dirás el verdadero nombre de Alexander?

No sé... 

—No sé si deba.

—Él sabe que tú le cuentas todo a tu amiga, casi hermana, Vanesa... Anda dime —ruega.

Aprovechando que en Café y letras hay pocos clientes hoy, salgo de mi mostrador y me distraigo un poco caminando en medio de las estanterías.

Pese a todo es cierto que Alexander sabe que yo le platico todo a Vanesa...

—Promete que no le dirás a nadie.

—Ya ni siquiera hablo con Tania. La enojó que me riera de su última teoría sobre quién está detrás de Alexander Donoso.

—Daniel. Se llama Daniel —digo, mirando hacia todos lados. Siento que acabo de compartir un secreto de estado —Vanesa no dice nada de inmediato—. ¿Vane? ¿Vane estás ahí? —insisto—. Oye, dime algo...

—No puede ser... —dice, finalmente.

Me pongo en alerta. —¿Qué no puede ser?

—Entonces Tania tenía razón. Dios mio, al final una de sus putas teorías resultó ser cierta —Vanesa suena sorprendida. 

Carolina entre líneas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora