—¿Vanesa ya no está allí?
Sonrío. —No.
Otra vez estoy con Daniel al teléfono.
—Entonces ahora sí podemos hablar en serio —dice.
Corazón: Voy por mis palomitas.
Cabeza: Y yo por mis anteojos.
—¿No estábamos hablando en serio? —pregunto, triste. Siento que me acaban de bajar a patadas de un unicornio con alas.
¿Entonces no eran ciertas las cosas bonitas que me dijo?
Cabeza: Te lo dije.
—Todo lo que dije es cierto —aclara. Vuelvo a la vida—, pero necesito que seas honesta conmigo.
—Siempre he sido honesta contigo —objeto. ¿Por qué lo duda?—. Yo nunca te he mentido.
—¿Lo juras por tu dedo meñique? —pregunta él.
—¿Qué?
Lo escucho reír. —Nada. Es que Tini me hace jurar así.
Sonrío e intento hacer memoria. ¿Alguna vez le fallé? Oh. Ahora recuerdo algo. —Oye, espera. Creo que sí te fallé una vez —empiezo a mordisquear mis uñas.
—¿Qué vez? —Él se escucha inquieto, pero razonable.
—No fue mi intención —Hago un mohín.
—Carolina, sólo dime.
—Tuve una crisis financiera —añado, apenada.
—Creo que no estoy entendiendo.
Cojo un poco de aire. —Ahí va: Leí tu primer libro en PDF, pero después los compré todos en físico. ¡Lo juro!
Daniel estalla en una sonora carcajada. —Por Dios...
—Y los compré en tapa dura.
Miro mi librero. Los libros de Alexander Donoso están en un lugar especial.
—¿En serio eso es lo peor que me has hecho?
—Eso creo —Otra vez mordisqueo mis uñas—. O dime tú. Tú eres el afectado —Escucho una puerta cerrarse—. ¿Ya estás en tu apartamento?
—Sí. Recién llego —Lo escucho un poco cansado, pero animado—. ¿Quieres saber a dónde fui?
Sí.
—Sólo si tu quieres decirme.
—Fui a trabajar. Retomé mis actividades en el bufete del que soy socio, y también almorcé con mi familia.
—Me siento orgullosa de ti.
—Que quede claro que lo hice por ambos. Y como recompensa ahora tengo un gran recibimiento —Me estoy preguntando de qué está hablando cuando escucho gimoteos canunos—. Peludo, saluda a mamá —dice Daniel.
—¡Ahí está! —sonrío, escuchándolos juguetear—. ¡Hola, Peludo! —saludo—. Oye, si ya no nos hablábamos te iba a preguntar si todavía querías quedártelo.
—Ni te atrevas a pelearme su custodia legal. No olvides que soy abogado —bromea Daniel. Me río—. Oye, hablando de "pensar en no hablarnos de nuevo", que toco madera porque eso jamás sucederá. Te confieso que temí que no contestaras mi llamada.
—Pero te di mi número.
—Hablo de la primera vez... Cuando Vanesa te dijo que yo llamaría. Temí que te negaras a responder.
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Carolina entre líneas ©
RomanceDisponible aquí en Wattpad y en librerías. Secretos y Papeles #1 Además de ser Community Manager en la librería Café y Letras, y buscando aunque sea en sueños salir de la rutina, he intentado escribir al menos veinte historias en las que encuentro e...