#8: El auto lo vale

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Capítulo 8

Un grito ensordecedor se escuchó probablemente por todo el mundo. ¿Si yo había gritado? Pues sí. ¿¡Qué se creía la muy hija de mi abuela!? Llegaba y me decía que se iría de viaje con los padres de Julian, dejándome a solas con el simio, y no me daba ni siquiera una anestesia o algo para no alterarme. Vaya madre la mía.

-Oriana, tranquila, no es que sea tan grave tampoco- dijo ella con una sonrisa cálida y una risita contagiosa.

No, madre mía, esta vez no me calmaría.

-¡Mamá! ¿¡Te has vuelto loca!? ¿¡Por qué rayos se van de viaje y por qué SIN MÍ!?- exclamé alzando cada vez más la voz.

Estaba molesta, bastante. No podía creer que mi madre me estuviera haciendo esto, era traición, ¡traición a su propia hija! No me quería quedar con el simio, al menos no por...

-Dos semanas y tres días- comentó mi madre refiriéndose a lo que duraría el viaje.

¿¡Dos semanas y media!? ¿¡Dos malditas semanas y media!? Sí, estaba decidida, me colaría en el equipaje de mi madre de una forma a otra y me tendría que llevar sí o sí en su viaje. Problema resuelto.

-Tranquila, hija, estarás sola con Oriana por dos semanas, no es para tanto-dijo ella haciendo una seña con la mano diciéndome como "no es tan importante". Porque sí, claro, estar con Julian por tanto tiempo... Uff, magnífico (notado sea el sarcasmo).

Mientras que yo estaba ahí, echando fuego hasta por la nariz. Reprimí mis ganas de matar a mi madre, suicidarme, o matar a mi madre y hacer que pareciera un suicidio, y luego de tomar una gran bocanada de aire, me senté en mi cama en un intento de calmarme.

Calma, Oriana, sólo serán ¡DOS MALDITAS SEMANAS EN LAS QUE MI VIDA SE VA A ARRUINAR! No podía evitar perder el control cuando pensaba en eso, es decir, estaba enojada, de verdad odiaba la idea de que tendría que compartir con Julian el simio Serrano por tanto tiempo y además ¡A SOLAS! Trágame tierra, por favor.

-¿¡QUÉ!?- se escuchó una exclamación desde el piso de abajo.

-Creo que Diana ya le dio la noticia...- susurró mi madre y yo rodé los ojos.

Finalmente Julian se tomaba la noticia igual o peor que yo. Perfecto, si eso lo molestaba me encantaba, cuánto amaba molestar al torpe de Julian Serrano.

-Dos semanas tendrás que comportarte amable con Julian¿oíste?- me repuso mi madre señalándome con su dedo índice.

-Como quieras- dije encogiéndome de hombros.

No me iba a pelear de aquello con ella, si le decía que no: empezaría con una pelea, y si terminaba aceptando: mi orgullo se iría por el desagüe. Prefería no decir nada muy prometedor y luego molestar a Juliano igualmente.

-Bueno, Oriana, compórtate cuando no esté, ¿de acuerdo? Mañana al mediodía es el viaje. Julian y tú ya estarán en la escuela a esa hora, así que no se preocupen- y dicho esto de su parte, salió de mi habitación.

Dos semanas viviendo con un simio idiota que no sabía diferenciar una manzana de una pera. Me tenían que estar jodiendo.

***

Seis de la mañana y yo estaba levantada cepillando mis blancos dientes. Normalmente me despertaba lo suficientemente temprano como para coger el autobús escolar, pero ahora que estaba viviendo en aquella casa no tenía ni la menor idea si debía seguir con mi misma rutina. Bueno, mejor prevenir que lamentar.

Mi cuerpo estaba envuelto en una toalla blanca que me llegaba hasta las rodillas. Agradecía a quien había construido esa casa por el hecho de haber puesto un baño privado en mi habitación. Terminé de cepillar mis dientes y me fui a vestir... con lo de siempre. Un pantalón negro holgado, una remera blanca que me quedaba grande y mi chaqueta con la letra B a un lado. Dios, me veía tan común y corriente que me sorprendía a mí misma.

Viviendo con la nerd | Orian | AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora