#28: Cementerio

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Capítulo 28 

-Adiós, Álvaro- me despedí del chico con una sonrisa.

-Adiós, Oriana- me dijo de igual forma y luego de darnos un corto beso en la mejilla, cada uno se fue por su camino.

Me había pasado toda la tarde con Álvaro, absolutamente toda la podrida tarde. Charlamos, jugamos videojuegos, comimos helados, y sí, hicimos bastantes cosas, pero aún con su actitud carismática y tímida, no podía dejar de lado mi odio y enojo por el simio Serrano.

«Cuatro ojos», fueron sus exactas palabras dirigidas a Álvaro. ¿Es que era estúpido? Pues él tenía los ojos color vómito. Ni que fuera mejor eso ¿no?

No poder sacar de mi cabeza a Julian fue, sinceramente, irritante. Claro, usaba la mayor parte de mis pensamientos por el hecho de que estaba enfadada con él, pero eso no quitaba el detalle de que no lo podía sacar de mi maldita mente, por lo que me ponía más furiosa.

No quería pensar en él, y justamente fue él en quien pensé toda aquella tarde.

Completamente irónico e irritante.

Cuando llegué frente a la puerta de la casa Serrano, tuve que controlar mis ganas de lanzarme sobre Julian y golpearlo repetidas veces, ya que bueno, no faltaba decir que él era mil veces más fuerte que yo. De seguro mis golpes no le darían ni cosquillas.

Golpeé la puerta con el puño pequeño que formaba mi mano, y esperé a que alguien abriera. Después de unos segundos, la cabellera color café se hizo presente al otro lado del marco de entrada.

-Hola- dije secamente, sin tener deseos de hablar con él.

-Hola- dijo cabizbajo. Al parecer ninguno de los dos tenía ganas de charlar.

Entré a la casa y me quedé parada en la sala de estar a observar cómo Julian cerraba la puerta de entrada. Sinceramente, cuánto lo odiaba desde que le dijo «cuatro ojos» a Álvaro y a mí «nerd». Fue en ese momento en que me di cuenta de que en el fondo, Julian Serrano seguía siendo el mismo egocéntrico popular de siempre.

Nunca cambió y no comprendía por qué yo había pensado que sí lo había hecho. Un pedazo de estúpida.

-¿Dónde estabas?- me preguntó Julian con un tono de voz apagado.

Bufé volcando los ojos. Debía ser una broma el hecho de que luego de dirigirse tan fríamente hacia mí, ahora me estuviera preguntando aquello.

-¿Te importa?- dije con ironía.

-Sí- respondió él mirándome profundamente, y haciéndome dar cuenta de que tenía los ojos.

Abrí la boca para responder poniéndome a la defensiva, cuando una llamada telefónica interrumpió nuestra conversación. El teléfono de la casa. Juliano contestó.

-¿Aló?... Sí... ¿Oriana?... Espera- dijo Julian viendo cortado algunas veces por la voz de la otra línea. Puso una mano en el auricular y se dirigió hacia mí- Es tu mamá.

Me quedé desconcertada. ¿Mi madre? ¿Mi madre llamando? No me lo esperaba pero como buena hija obviamente tomé el teléfono y respondí.

-¿Mamá?

-¡Oriana!- exclamó del otro lado de la línea.

Fruncí el ceño notoriamente. ¿Por qué tanta alegría?

-¿Pasó algo?- le pregunté extrañada.

-Sólo llamaba para saber cómo estabas- dijo de igual ánimo, sonreí-. Te extraño mucho, Bubble- mencionó esto último con voz de niña pequeña.

Viviendo con la nerd | Orian | AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora