#27: Parque

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Capítulo 27

-¡Dusty!- exclamé mientras salía corriendo tras el gato. Julian rió.

Estábamos en el parque. La idea había sido ir Juliano y yo, pero no me pude resistir y terminé llevando a Dusty también, el único problema fue que el querido gato ninja siempre terminaba escabulléndose y esta claramente no sería la excepción.

-Deja que se vaya, de todas formas no lo vas a alcanzar- me dijo el simio.

Volteé y miré a Julian con un puchero molesto, resentida por el hecho de que Dusty se fuera de mis brazos. Juliano soltó otra carcajada y yo me crucé de brazos resignada, de todas maneras él tenía razón: jamás lograría alcanzar al gato.

Caminamos en silencio hasta llegar a una banca que estuviera desocupada. ¡Claro!

Ahora que venía acompañada habían bancas, pero cuando estaba sola eran ocupadas absolutamente todas por las viejas que le daban de comer a las palomas.

Maldita sociedad sin lógica.

-¿Y qué pasó con tu almuerzo con Tomás?- me preguntó Julian cuando ya nos habíamos sentado.

Suspiré. Se me había olvidado mi gran amor por Tomás, quizás ni siquiera me importaba tanto después de todo.

-Pues nada. No hemos vuelto a hablar. Y todavía me debes la explicación de por qué Tomás sabe que vivo contigo- le dije arqueando una ceja al final de la oración.

Al parecer el chico de ojos marrones me debía más explicaciones de las que aparentaba.

-Sí... Algún día te lo contaré y te reirás de eso- me dijo y se rió nerviosamente mientras se rascaba la nuca.

-Sí, claro- dije con sarcasmo-. Y también me tendrás que decir por qué le mentiste a Tomás sobre que me había ido a casa.

-Sí, ya llegará el día...- dijo él sonriéndome, yo volqué los ojos entretenida- y será un día muy lejano- murmuró para sí mismo y yo enarqué una ceja, provocando su risa inmediata.

-También me tienes que decir por qué hiciste la fiesta- le recordé, puntualizando.

-Pues por diversión, pensé que era obvio- dijo él, encogiéndose de hombros despreocupado.

Ya pensaba yo que no se acordaría de los delirios de la noche anterior. De todas formas era de esperarse con todo el alcohol que debió de haber tomado.

-Sin embargo no fue eso lo que me dijiste- le dije alzando ambas cejas. Él abrió los ojos como platos, aterrorizado.

-¿Qué bobería dije ahora?- me preguntó él, luciendo asustado.

Yo me reí ante su expresión. Se veía como un gato espantado al cual le acababan de decir que moriría prontamente. Se veía muy gracioso.

-Nada importante, tranquilo- mentí yo.

La verdad lo que me había dicho me había llegado más fuerte de lo pensaba. ¡Me había dicho que quería acostarse conmigo! ¿Cómo rayos se esperaba que me lo tomara?

-Estoy casi seguro de que dije alguna morbosidad- dijo él entrecerrando los ojos. Yo reí más.

-¿Quién sabe?- dije encogiéndome de hombros, haciendo como si nada. Él me sonrió dejándome ver sus hoyuelos.

-Oriana te tengo que decir algo- me dijo ahora luciendo más serio y dejando de apoyar su espalda contra el respaldo de la banca para quedar enderezado.

-¿Qué?- pregunté curiosa imitando su gesto.

-Oriana, yo...

-¡Oriana!- escuché que alguien me llamaba. Volteé y me encontré a Álvaro, quien corría hacia mí.

¿Qué hacía aquí el chico? Pensaba que estaba en el cine... Espera, ¿cómo rayos me había encontrado?

-Mierda- rechistó en voz baja Juliano. Yo lo fulminé con la mirada.

-¿Qué pasa, Álvaro?- le pregunté cuando ya había llegado frente a mí.

-Te fuiste del cine y pensé que pudiste venir aquí- me dijo, esbozando una pequeña sonrisa.

-¿Por qué pensaste que podía estar aquí?- cuestioné buscándole sentido a su frase.

-No estabas en la pizzería, ni en los videojuegos y este es el parque más cercano que encontré. Me habías comentado que te gustaba el aire libre- me respondió él, dándome a entender todo.

-Ya veo- sonreí.

-Disculpa, estoy hablando con ella, ¿te puedes largar, cuatro ojos?- le dijo pesadamente Julian a mi querido amigo de ojos azules.

Miré al simio frunciendo el ceño. ¿Ahora qué bicho le había picado? No podía creer que le hablara así a Álvaro, él era un gran chico y no se merecía ser insultado por un simio bipolar que roncaba. Sí, vaya que estaba enfadada.

-Tú no tienes derecho a hablarle así a Álvaro- lo corté molesta. Julian me miró con su mirada esmeralda más fría que nunca.

-Yo hablo como quiero y a quien yo quiero- contraatacó él. Alcé ambas cejas, sorprendida de mala manera por su repentino cambio de actitud.

-¿Disculpa?- dije furiosa y poniendo un tono de voz más agudo- Eres un idiota, no puedo creer que te había encontrado un buen chico- espeté con asco.

-Soy un buen chico. Eres tú la que siempre crea los problemas exagerando y usando tu raro lenguaje de nerd- me dijo él, insultándome y dejándome un tanto... atónita con sus palabras.

-Eres un imbécil- escupí enfadada. Me levanté de la banca y, cruzada de brazos, me fui del parque con Álvaro, dejando solo al simio idiota.

No podía creerlo, simplemente no podía. Le había hablado mal a Álvaro y ahora me insultaba a mí diciéndome nerd. Odiaba cuando me decían eso, y de hecho las demás personas habían parado de hablarme así en la escuela últimamente. Pero ese idiota... ¡ese idiota tenía que ir y decirme boberías! Cuánto lo detestaba.

-Disculpa, hice que te pelearas con tu novio- se disculpó Álvaro con una sonrisa apenada.

-No te disculpes, no es culpa tuya. De todas formas él no es mi novio- le respondí, explicándole lo poco que me importaba el tonto, tonto, tonto simio.

-¿Enserio? Según lo que he entendido sobre el romance en libros, es que los hombres que usan más la fuerza que el cerebro y están enamorados, defienden lo que es suyo a fuerza bruta o palabras. Término también reconocido como «celos». ¿Podría ser eso, no?- me dijo, informándome como si fuera un mismísimo robot y asustándome a la vez.

¿De dónde rayos había salido este chico? ¿Una computadora? Quizás para que funcionara su mente se necesitaba un chip y un cargador.

100 votos y sigo.

Viviendo con la nerd | Orian | AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora