#19: ¿Qué había sido todo eso?

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Capítulo 19

Solté una carcajada inevitable.

Sinceramente me la estaba pasando muy bien. Luego de lo de Tomás, lo depresiva que anduve en el día, el estado zombie en el que estuve al llegar a casa, y luego de que Juan el simio arruinara aún más mi tarde diciendo que tal vez Tomás estaba con su novia a la hora del almuerzo... Ahora, viendo aquella película, me sentía jodidamente alegre.

Era una película de comedia. El romance había quedado algo así como en tercer plano, y lo que predominaba era el humor y la amistad. Estaba a punto de explotar mi vejiga por culpa de la risa. Y sí, supongo que le debía las gracias a Juan por haberme puesto a ver aquella película.

Toda la película me la pasé o sonriendo, o riendo, o comiendo. Pero de algo estaba segura, y era de que la alegría por ver tal comedia no se iba en ningún segundo. Me gustaba reír. Era, ¿cómo decirlo? Divertido. 

Las risas de Julian se hicieron notables a penas en la segunda escena. Al parecer él no era mucho de reírse tan exageradamente, por lo que yo podía notar en la escuela o en la casa, pero esta vez la película le había ganado a la razón por lo que pude ver.

Y bueno, es que era compresible con tal película.

Lo que más me daba risa era que ni siquiera sabía el nombre del muy desgraciado filme.

La película continuó su curso, ahora ya no era tanta la risa, era como que el momento se estuviera apagando. Y así era, pues minutos después, la pantalla se tornó negra, dando a entender que era el fin.

-¿Te ha gustado?- me preguntó agradablemente Juliano.

Yo asentí soltando una pequeña risa.

-El perro se cayó al agua- dije recordando una escena de la película y reí inevitablemente, contagiando un poco de mi risa al chico que tenía a mi lado.

-Me alegro que te haya gustado. Odiaba verte triste- dijo él y, como si hubiera dicho la frase más equívoca de la historia, se calló de golpe después de eso.

Lo único que provocó en mí fue una sonrisa.

-Gracias, Juliano- dije tímidamente y ordené un mechón de mi cabello tras mi oreja.

-No me llames "Juliano"- dijo frustrado aunque entretenido mientras despeinaba su cabello.

Largué una carcajada.

-¿Por qué no? Me gusta llamarte así, Juliano- dije su nombre en un tono de burla. Reí levemente y él me miró de reojo con una sonrisa.

-Está bien. Si es que a ti no te molesta que te llame "Bubble"- dijo él y mi sonrisa se desvaneció de mi rostro.

Este chico sabía cómo jugar sucio. Pero ya qué, aceptaría el «reto».

-Bien. Llámame "Bubble", Juliano- dije yo, entrecerrando los ojos, con una sonrisa que intentaba ocultar pero que sin embargo no se iba.

-De acuerdo, Bubble- dijo él encogiéndose de hombros con una sonrisota. Volqué los ojos entretenida y él rió ligeramente.

Definitivamente, este día no podía ir mejor.

Sin saber qué hacer, y claramente sin querer irnos cada uno a su cuarto, nos quedamos viendo televisión. Mi programa favorito, el cual veía siempre que podía en la cafetería cerca de mi antiguo departamento, se hizo presente en la pantalla.

Factor X.

Secretamente, siempre había querido ser una cantante famosa y reconocida. Es verdad, era casi imposible con mi actitud tímida general, pero gracias al simio y a sus idioteces iba perdiendo aquella actitud. Así que, quizás, en un futuro lejano, podría convertirme en una buena cantante. Una sonrisa inocente se formaba en mi rostro cada vez que lo pensaba.

-¿Te gusta este programa?- me preguntó Juan arqueando una ceja.

Asentí con la cabeza.

-Es mi programa favorito- comenté mientras veía emocionada cantar a una chica.

-El mío también- me sonrió Julian y yo volqué los ojos con ironía, lo que al parecer notó-. ¿Algún problema?

-Sí, que de seguro sólo lo dices para hacerme ver ridícula- dije yo tercamente, negándome a creer que de verdad le gustara Factor X.

-Es verdad- dijo sonriendo ampliamente-. Siempre he querido ser cantante, así que... tiene lógica que sea mi programa favorito ¿no?

De acuerdo, lo que dijo me había sorprendido bastante. No se me había pasado por la cabeza ni un segundo que al simio idiota le gustara cantar. Fue, realmente, extraño. Para empezar por el simple hecho de que nunca pensé que aquel chico le fascinara una cosa que no fuera su popularidad, y terminando en el hecho de que teníamos por primera vez algo en común.

Qué miedo.

-A mí también me gustaría ser cantante- mencioné sin pensarlo dos veces y luego ambos nos quedamos mirando... Mirándonos fijamente. Por minutos. Quizás pasaron horas y no nos dimos cuenta. Pero de algo estaba segura, y era de que ahora, era un momento bastante incómodo.

Y, como si estuviéramos conectados telepáticamente, nos levantamos del sillón al mismo tiempo.

-Yo... em... bueno...- empezamos a balbucear los dos al instante. ¡Por dios, qué ridiculez!

Luego, nerviosa, se me ocurrió la más maravillosa idea: salir corriendo en dirección a mi habitación. 

¡Y así se escapa de un momento incómodo, damas y caballeros!

Al llegar a mi cuarto cerré mi puerta con pestillo de inmediato.

Qué horror.

***

-Joder- me quejé al segundo en que golpeé la punta de mis pies contra las patas de madera de mi cama.

Tenía hambre, en exceso. Quería galletas, chocolate, comida en general, más que nada golosinas. Y ahí estaba yo, a las tres de la madrugada levantándome para bajar a la cocina. Desgraciadamente choqué contra mi cama y bueno, ahora me dolía el pie.

-Maldita cama- iba maldiciendo yo en voz baja mientras bajaba los escalones de las escaleras.

Crucé la sala de estar prácticamente cojeando y cuando estaba a punto de abrir la puerta de la cocina, escuché la voz de Julian hablando por teléfono.

-No, tranquilo, ahora está mejor- decía él y se quedaba un momento en silencio, de seguro escuchando la voz del otro lado de la línea.

¿Con quién estaría hablando a aquellas horas? ¿Con su madre? ¿Sería con su padre?

-Tomás, entiende, ahora ella no puede hablar- dijo Juliano entre dientes, escuchándose un tanto irritado.

Silencio de nuevo. Y al mismo tiempo, mi asombro y mi cara de atónita. ¡Estaba hablando con Tomás! ¿Qué haría hablando con él? ¿Por qué decía que "ella" no podía hablar en ese momento? ¿Se referiría a mí? ¿Tomás Navarro estaba llamando por mí? Un poco más y me daría un infarto. Quizás había llamado para explicarme la razón de porqué no había venido a nuestro almuerzo.

-¿Para qué? ¿Para jugar con ella? Déjala en paz, tienes novia y le das falsas esperanzas- respondía enfadado Julian.

Arqueé una ceja para mí misma.

¿Juliano el simio idiota estaría defendiéndome? No sabía cómo sentirme al respecto.

-Eres un idiota- y dicho esto de parte de Juliano, escuché el sonido de que el teléfono se había cortado.

¿Qué había sido todo eso?


A las doce subo otro capítulo!!

Viviendo con la nerd | Orian | AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora