CAP. 8. La fuerza que tiene el amor.

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Desperté con un gran peso dentro de mí que no me dejaba vivir. En plena madrugada, permanecí sentada en la cama en mi oscura habitación y mirando por la ventana aquella ciudad tan iluminada con sus calles vacías.
Era bonito pero a la vez me llenaba de nostalgia.
Siempre hacía eso cada vez que la angustia no me dejaba dormir. Y tal como estaba, sabía que no iba a dormir en toda la noche.

Eran las 7 de la mañana, y ya estaba amaneciendo.
Me levanté de la cama y me acerqué a la ventana a contemplar más de cerca aquel bonito paisaje. El cielo iba poniéndose cada vez más celeste, y un ligero tono rosado lo hacía más hermoso. El sol poco a poco iba dejándose ver e iba iluminando toda la ciudad.

Sobre las 8 y media, la tranquila ciudad que vi, en tan solo unos escasos minutos, se convirtió en una ciudad llena de personas que caminaban dirigiéndose a su lugar de trabajo, creando así un gran grupo de personas y con ello formaban un gran caos y ajetreo.

Yo me dirigí hacia la cocina, con la misma rutina de todas las mañanas.

Cuando ya había desayunado, me dirigí al sofá y me senté. Ni siquiera me vestí, porque era una tontería cuando no iba a salir.

Tras varios minutos allí en medio del silencio, recordé la cara de preocupación de Rubén del día anterior y una lágrima se deslizó por mi mejilla. Porque no me di cuenta de que él estaba sufriendo por verme así y yo lo eché de mi casa. ¿Por qué siempre trato mal a las personas que me quieren ver feliz y se preocupan por mí? Le debía una disculpa, no se merecía que le tratara así. Reaccioné muy mal ante esa situación.

Aunque no tenía ganas de verle porque no quería explicarle lo que había pasado, decidí ir a su casa y al menos disculparme.
Así que me dirigí hacia mi habitación y me vestí rápidamente.
Me peiné un poco y salí.

Llamé a su puerta y abrió al momento.

-Ah, hola.-Me dijo con sequedad al verme.

-Hola.-Dije mirándole.

-Eh... bueno, ¿qué quieres?-Dijo como si tuviera prisa.

-Eemm... solo venía para disculparme, sé que tuve una mala actitud ayer, lo siento mucho.

-Ah vale. Estás disculpada, ¿algo más?-Dijo igual de seco.

-Oye... sé que estuve mal, pero ya te he pedido disculpas, ¿por qué me sigues tratando así?

-Pues no sé, tal vez porque no me gusta eso de preocuparme por alguien y que luego me traten como si no tuviera sentimientos. Sí, no sé, quizás sea eso.-Dijo un poco molesto.

-De verdad que lo siento muchísimo, ¿vale?

-¿Ah sí? Pues más lo siento yo. ¿Sabes lo mal que me sentí al verte llorar? Y encima me trataste así Andrea.-Me dijo mirándome fijamente.

-Rubén... no se qué más decirte. Yo lo siento mucho y si no me crees no importa, pero al menos he tenido el valor de venir.-Dije sinceramente.

-Vale. Pero a mí eso me dolió. Se me partió el alma verte sufriendo.

-¿Y por qué?-Pregunté.

-No lo sé. No me gusta ver a una mujer llorar. Y menos a ti.

-¿Y por qué dices eso?

-Porque sí, porque no puedo verte llorar, ¿vale? Una chica tan hermosa no debe llorar.-Dijo casi gritando.

-¿Eso último lo decías por mí?-Dije sin creerlo.

-Eeh... bueno, eso no importa. Lo único que importa es que no puedo perdonarte fácilmente. Lo siento.

-Está bien... adiós...-Dije mirando al suelo.

-Adiós.-Me dijo.

Yo me di la vuelta para dirigirme hacia mi casa, pero antes de avanzar, volví a girarme y me dirigí de nuevo hacia la casa de Rubén, que estaba cerrando la puerta. Yo empujé la puerta para que no la cerrase y me lancé hacia él dándole un gran abrazó. Y mientras le abrazaba, le dije:

-No me importa que no me perdones, solo quiero que recuerdes que pase lo que pase ahí estaré para ti. Y que de verdad lo siento mucho.

Me aparté y le miré. Él se quedó totalmente quieto.
Mis ojos se humedecieron. Y dije:

-Bueno... adiós.

Y tras eso me dirigí hacia mi casa. Estaba a punto de llorar y si me quedaba estaría haciendo sufrir a Rubén.
Detrás de mí escuché:

-Recuerda lo mismo también.

Me giré antes de meterme en casa y vi a Rubén que me miraba con una sonrisa tras decir esa frase.
Yo con lágrimas en los ojos, sonreí también.

Ahí se demostró que cuando las personas se quieren de verdad, los enfados no significan nada. Porque el amor vale más que cualquier enfado, el amor nos sobrepasa.
El amor de cualquier tipo, no deja de ser amor al fin y al cabo.


Y Sin Querer... Me Enamoré (Fanfic Rubius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora