—Hace mucho tiempo que no me decían así.— Dijo Bárbara mientras se alejaba de él.
Estaba nerviosa, sus rodillas temblaban.— Santos Luzardo...—Dijo en un leve murmullo.Santos la miró con asombro, su corazón parecía que se le iba a salir volando. Realmente estaban frente a frente después de tantos años...
—Estás más hermosa que nunca.—Dijo sin salir del asombro. Bárbara lo miró -aún más si se podía- Sorprendida. ¿Él diciéndole un halago?—Es sorprendente, no has cambiado nada.—Dijo con una sonrisa nerviosa.
—Tengo que irme, fue bueno verte.—Bárbara se removió inquieta en el lugar. Sentía las mejillas calientes y sabía que estaba ruborizada, pero aún así no le daría el gusto de hacerla ver cómo la mujer débil que se convertía cuando estaba con él.
—No espera.— Santos la tomó del ante brazo con delicadeza. Ambos sintieron una chispa recorrer su cuerpo.—¿Podemos hablar?— Preguntó él nervioso.
—No hay nada de que hablar.—Ni siquiera quería que sus ojos hicieran contacto.
—Han pasado catorce años, Bárbara, temas de conversación no nos van a faltar.—Dijo sonriendo, no podía ocultar su felicidad.
Aun si Bárbara le dijera que lo odiara en ese momento, él sería feliz.
—Estoy ocupada, Luzardo.
—Veo que sigues siendo la misma cobarde de siempre.— Dijo para molestarla.
—Yo nunca he sido cobarde, y eso lo sabes tú muy bien.— Dijo ella alzando una ceja, estaba perdiendo el nerviosismo y también la paciencia.
—Tienes razón, entonces he de pensar que viene de ahora esa cobardía.—Santos trataba de ocultar su sonrisa.
—Piensa lo que quieras, siempre lo has hecho. Si quieres hablar conmigo, podrías haber hecho una cita, ahora no tengo tiempo.
—De acuerdo, huye cobarde.—Dijo al tiempo que Bárbara se alejaba.
5...
4...
3...
2...
1—Yo no soy cobarde.—Regresó nuevamente, se puso en frente de él, el olor del perfume de Santos llegó hasta ella soltando un leve suspiro. Había extrañado tanto ese aroma.
—Concedeme diez minutos... Solo eso te pido.—Santos no pudo evitar perderse en esos ojos color cielo.
La verdad es que Bárbara si quería hablar con él, quería preguntarle muchas cosas pero su orgullo no se lo permitía. Estaba en frente al hombre que más daño le había hecho, pero que también amaba con locura.
—Camina.—Ella se giró y caminó en silencio.
Santos quedó impresionado al ver lo grande de su despacho. Bárbara tomó rápidamente un marco de fotos donde salían Charley y ella y lo escondió en un cajón.
—¿Como fue que entraste al mundo de los hoteles?—Preguntó él sentándose frente a ella.
—Porque no mejor hablamos del único tema que tenemos en común: Marisela.—La expresión de Santos se oscureció.
—De acuerdo, quieres hablar de ella, eso haremos. ¿Qué quieres saber?— Espetó.
—¿Tengo un nieto?—Preguntó procesando la pregunta, aunque ya sabía la respuesta.
—Si, uno.—Dijo él suspirando. Bárbara asintió.—Se llama Aaron, tiene 14, es rubio y de ojos verdes.—Dijo sin mucha gracia. Bárbara frunció el ceño ¿Rubio?
—No entiendo, explícate.—Le dijo esta confundida.
—Oh, claro que tonto soy...—Dijo Santos suspirando más pesado.—Bueno, a los dos meses de tú partida, Marisela se cansó de mi, conoció a un extranjero de pelo rubio y ojos azules que la enamoró, él se fue y la dejó embarazada, había dicho que el hijo era mío y yo lo creí... Cuando nació—Santos rió sin humor.—Pudimos comprobar que no fue así, como sea el extranjero volvió y se la llevó a ella y a Aaron del país.
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Doña Bárbara: Ojos Color Sol.
RomanceAun queda una historia que contar. ---- Código de registro: 1605247844883 Fecha de registro: 24-may-2016 21:00 UTC Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 Portada gracias a: @MarySalazarS13