El lunes por la mañana Vannesa y Meri fueron a desayunar a una cafetería de la zona, y al terminar Meri se fijo en el cartel que había al final del mostrador en el cual pedían una empleada, se lo enseñó a Vannesa, y esta sin perder tiempo fue a preguntar por el puesto. Al cabo de unos minutos llegó la encargada y le pidió sus datos y le dijo que ya la llamaría, no le dijo nada de experiencia por lo que Vannesa tuvo esperanzas de que la llamaran.
Al salir de la cafetería las dos se dirigieron a la oficina del abogado que iba a llevar los tramites de divorcio, Vannesa había tenido muchas dudas, por un lado amaba a Larry y no quería separar a Aaron se su padre, pero por otro lo que Larry hizo es algo que ella no podía perdonar. Cualquiera en su lugar haría lo mismo. Alex incluso le recomendó pensarlo bien, que no actuara movida por el enfado y los celos, pero ¿qué otra cosa podía hacer en un caso así?
Al llegar a la oficina le pidió a Meri que entrara con ella, puesto que no se veía capaz de hacerlo sola. La secretaria del abogado les pidió que esperaran sentadas en unos sofás de cuero blanco en lo que su jefe terminaba con el cliente que tenía ahora.
Sin poder evitarlo Vannesa volvió a recordar las primeras citas con Larry, su primer beso después de la primera fiesta en la universidad, la primera vez que hicieron el amor, lo tierno, delicado y cariñoso que había sido. También recordó el día que le había dicho que estaba embarazada y lo bien que le lo tomó él, dos días después él le había pedido matrimonio y ella había aceptado al ver en sus ojos el amor y la esperanza. Amor y esperanza que ahora se había terminado por culpa de él, le dolía, le dolía mucho que Larry le hubiera fallado de esa forma, pero ya no había nada que hacer.
Unas semanas después cuando el abogado la llamó para decirle que ya tenía los papeles del divorcio, sin pensarlo dos veces fue a la oficina, cogió los papeles y fue hacia la empresa de su aún marido. Al llegar subió en el ascensor y le dijo a la secretaria de Larry que le comunicara que estaba aquí. Kathia le dijo que él estaba en una importante reunión con Heather y otros empleados de la empresa, por lo que se metió en el despacho de su marido como otras veces había hecho y le pidió a Kathia que no le dijera nada, no era la primera vez que lo hacia, por lo que la secretaria obedeció sin rechistar.
Cuando cerró la puerta a sus espaldas no pudo evitar observar el despacho de su marido, nada había cambiado, seguía igual que el primer día. En el centro había una gran mesa de cristal con un portátil, un teléfono fijo y unas cuantas carpetas, con una gran silla giratoria, detrás de la silla había un amplio ventanal que tenía como vista una de las mejores playas de California. Delante del escritorio había dos sillas negras al igual que la de Larry, solo que eran mas simples y no se podían girar, a la derecha del escritorio una gran librería ocupaba la pared del suelo al techo repleta de libros sobre contabilidad, economía y un sinfín mas de cosas que a ella le aburría. En la pared de enfrente Larry tenía varios cuadros colgados, el más grande estaba en todo el centro y era foto de ellos dos el día de la boda, ella estaba sentada con las piernas encogidas mientras Larry estaba tumbado con la cabeza sobre sus piernas y ella le daba un beso en la frente. Por otro lado había una foto de ella totalmente vestida de novia en su habitación antes de ir a la boda, las demás eran fotos de ella y su hijo, y en alguna que otra salía el propio Larry.
Unas voces por el pasillo la hizo volver a la realidad, las voces cada vez se acercaban mas y podía distinguir de que hablaban.
– Vamos Larry, vamos a comer juntos-. Le decía Heather a lo que el le respondió con un no seco y rotundo.
Vannesa al mirar la hora en su reloj de muñeca se dio cuenta de que ya había pasado una hora y media desde que se encerró en el despacho de su marido, por lo que la planta estaba vacía. Heather volvió a intentar persuadir lo de que fuera a comer con él al mismo tiempo que Larry abría la puerta. Heather al ver a Vannesa se tensó lo que hizo que Larry girara su cabeza y descubriera a su mujer en su despacho. Sin decir ni una sola palabra entró en su despacho y cerró la puerta en la cara de Heather, la cual pegó la oreja a la puerta para escuchar. Vannesa conociendo lo entrometida y cotilla que era caminó de puntillas hacía la puerta abriéndola de golpe, lo que provocó que Heather cayera al suelo de bruces. La chica con la cara súper roja de la vergüenza se levantó y salió del despacho sin mirar atrás, pero esta vez se fue de verdad.
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Sin Confianza NO queda nada
RomansVannesa Ferguson tiene 23 y desde que se casó tres años atrás tras quedarse embarazada su vida se ha convertido en una rutina diaria que la aburre. Su marido es un gran empresario y trabaja hasta tarde por lo que apenas tiene tiempo para ella y para...