Larry sabía que debía actuar rápido si quería conseguir el perdón de Vannesa, aunque su perdón no era lo mas importante, lo mas importante era recuperar la confianza perdida. Para Vannesa la confianza era algo muy importante, para ella una relación no funciona sin la confianza.
Él seguía pensando como recuperar a su mujer cuando la puerta se abrió sobresaltándolo, pues le había dado ordenes a Kathia de no dejar pasar a nadie. Al levantar la mirada vio a Heather con el pomo de la puerta en la mano y una Kathia bastante pálida detrás de ella. Al ver la expresión de su secretaria sabía que Heather se la había vuelto a armar, y ya estaba harto de que Heather se creyera lo que no era. Tenía la manía de ver y hablar con la gente como si ella fuera superior a todos, mientras que si ella estaba en esa empresa no era por sus estudios, si no porque su padre se lo había pedido como un gran favor y él había aceptado por el cariño y el respeto que le tenía al padre.
– Deberías despedir a esta inútil cariño-. Dijo Heather sentándose en uno de los sillones que tenía al otro lado de su escritorio.
– Por última vez Heather, no me llames cariño. Y Kathia no es ninguna inútil y mucho menos la voy a despedir por tus estúpidos caprichos.
– Pero, ella no me quería dejar pasar-. Replicó Heather haciendo un puchero.
– Claro que no te dejaba pasar, ella cumplía mis ordenes. Y cuando yo ordeno que nadie me interrumpa es nadie.
– Tú y yo sabemos que yo no soy nadie y...
– ¡Ya estoy harto de tú comportamiento Heather!-. Gritó Larry poniéndose de pie a la vez que con sus manos golpeaba el escritorio.- Estoy harto de que te creas mas que los demás por tu puesto en esta empresa y...
– Es que soy mas que esa gentuza que hay en esta empresa. Deberías despedirlos a todos y contratar a gente con dinero y no a esos muertos de hambre que solo quieren dinero y mas dinero-. Dijo Heather como si nada mirándose las uñas.
– Esa gentuza como tú la llamas han llegado hasta donde están gracias a sus estudios y acciones, no gracias a la llamada de su papa pidiendo un favor.- Replicó Larry a la vez que Heather se ponía pálida.- Ellos son los que arreglan tus malditos errores cuando a ti solo te importa tus malditas extensiones, tus uñas, tu estúpida ropa y olvidas tus obligaciones en esta empresa.
– ¿Para eso se les paga no? Para que hagan nuestro trabajo.
– No Heather, se les paga para hacer su trabajo no el tuyo. Por lo que, o cambias y empiezas a hacer tu trabajo o no tendré mas remedio que hablar con tu padre y despedirte.
– Tú no puedes hacer eso-. Gritó Heather levantándose de la silla como un resorte y encarando a Larry. Si la despide no solo se olvidaría del dinero que le pagaba Larry, si no que su padre le cancelaría las tarjetas hasta que ella consiguiera un nuevo trabajo, y siendo sinceros, ella no tenía estudios ni ganas de trabajar.- Si me despides atente a las consecuencias. Sabes que te tengo en mis manos.
Heather sonrió sintiendo la victoria. Ella y Larry se conocían desde la guardería habían sido amigos desde entonces, e incluso habían perdido la virginidad juntos, echo que había provocado que Heather se encaprichara de Larry. Nunca le habían importado las chicas con las cuales Larry salía puesto que no duraban mas de una noche con ellas. Él podía ir a las discotecas acompañado de alguna chica hermosa, pero después de conseguir lo que quería de ellas nunca mas volvía a llamarlas. Ellas lógicamente lo perseguían queriendo repetir, pero el nunca, jamas repetía.
Heather se mantenía en un segundo plano esperando a que él se cansara y decidiera por fin casarse con ella. Pero todo cambio cuando Larry conoció a Vannesa, desde un principio Heather vio el cambio que Larry había dado. Comenzó a perseguirla por todos los lugares, sobre todo en la universidad hasta que consiguió que ella aceptara una cita con él, al principio ella no le dio importancia, hasta que un día fue con su padre a comer a casa de Larry y él apareció con ella y la presentó ante todos como su novia. Desde ese día ella empezó a vestirse mas provocativa mente, y a ligar con los chicos descaradamente intentando darle celos, pero nada servía él parecía embobado con Vannesa. Y así estuvo hasta que dos años después el apareció diciendo que se iba a casar con Vannesa y que además iba a ser padre.
ESTÁS LEYENDO
Sin Confianza NO queda nada
Roman d'amourVannesa Ferguson tiene 23 y desde que se casó tres años atrás tras quedarse embarazada su vida se ha convertido en una rutina diaria que la aburre. Su marido es un gran empresario y trabaja hasta tarde por lo que apenas tiene tiempo para ella y para...