PESADILLAS Y MISTERIOS ( 2/3 )

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¿ Sabes esas veces que estás soñando y sabes que estás soñando pero es como si vieras una película ? Pues eso es lo que me pasaba a mí en esos momentos. Delante de mí había una habitación con barrotes, osea una celda. Estaba vacía pero las sábanas estaban manchadas de sangre.

Se oyó un chirrido metálico y pasos acercándose lentamente. Apareció un hombre arrastrando el cuerpo de una chica. Llevaba los vaqueres muy rasgados y sucios y la camiseta estaba rota y manchada de sangre, el pelo negro le colgaba en una trenza muy desecha y le cubrían la cara. La cabeza le colgaba, parecía estar incosciente. El hombre la tumbó en la cama, pero seguía sin poder verle la cara. El hombre se giró y se quedó mirando en mi dirección. Sus ojos eran dorados. 

Derrepente todo se volvió negro. Y la imagen cambió.

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Me encontraba de pie en frente de la casa grande, o de lo que quedaba de ella. Con la mesa y las sillas donde el señor D y Quirón jugaban al pinacle tiradas por el suelo medio rotas. 

Encima de la colina mestiza, donde debería estar el árbol de Thalia, solo había un pino chamuscado con el cadaver de nuestro dragón guardián, Peleo, tendido a los pies de este.

Por encima de las gradas del anfiteatro se elevaba una columna de humo. Corrí hacia allí y por el camino pase entre las ruinas de las cabañas. El patio al que daban estaba lleno de papeles, armas y sangre. Seguí mi camino y cuando llegué se me encogió el corazón. Allí, tendidos sobre piras funerarias se encontraban los cadáveres de Chris Rodriguez, cubierto con el sudario de la cabaña de Hermes; el de Piper Mclean, con el de Afrodita; distinguí el cuerpo de Jason arrodilllado a los pies de su novia. Tambien estaban los cadáveres de Hazel, Frank, Reyna, Connor Stoll y de más campistas que no logré reconocer.

En cuanto entré todas las miradas se posaron en mí, sentí como alguien me daba un puñetazo en la cabeza. Me caí al suelo aturdido, me incorporé y me encontré de frente con los llameantes ojos de Clarisse la Rue llenos de ira, odio y lágrimas.

- Tú lo matase, podrías haberlo evitado pero no quisiste. Eres un asesino, los has matado a todos ellos.- La valiente hija del dios de la guerra estaba allí de pie gritándome y ehcandome la culpa de la muerte de todos esos semidioses. La chica que a pesar de todas nuestras peleas siempre me había apoyado, la que apreciaba y temía como a una hermana mayor ahora me miraba con odio.

Retrocedí un poco pero me choqué con alguien. Nico di Angelo me sujetaba de la camiseta mientras me gritaba cosas que mi mente no lograba asimilar, pues estaba tan aturdido que no sabía lo que pasaba y solo era consciente de las caras de odio y tristeza de parte de los campistas tanto griegos como romanos que presenciaban la escena. Quería decir algo pero las palabras no salían de mi boca, tampoco podía llorar, por lo que debía de parecer un insensible. Salí corriendo en dirección al bosque y cuando ya no pude más me paré. Como  nadie me seguía, seguí caminando como un fantasma hasta que tropecé con algo. Me caí al suelo y noté como la sangre corría por mis rodillas y mis manos.

- Percy.

Levanté la cabeza y vi el cuerpo de Annabeth tendido en el suelo. Se cubría el abdomen con las manos por donde chorreaba la sangre. Quise acercarme a ella, pero no podía moverme.

" Vaya héroe, Perseo. Tus amigos están muertos, y tu novia desangrándose en el suelo. Y tu no haces nada para evitarlo"







Me incorporé de golpe, estaba sudando a chorros y algunas lágrimas corrían por mis mejillas.

- Percy, ¿ estás bien ?- preguntó Erick preocupado. Asentí. 

El Sol empezaba a asomar por el horizonte, al parecer Apolo estaba despierto. Sonreí recordando el paseo que dí hace unos años en el carro del sol, pero casi automáticamente borré esa sonrisa recordando mi sueño. Se lo conté a Erick, y el me miró preocupado. Henry apareció detrás suya, y se sentó a su lado.

- Quizá deberías volver.- dijo.

- No.- negó Henry- eso es lo que quiere quien esté detrás de esto que hagas. Tus amigos están bien, siempre y cuando no vuelvas a Long Island. 

Me le quedé mirando, me levanté y me subí a Neón. Alzamos el vuelo pero yo no podía dejar de pensar en la chica de la celda, y no sabía por que pero sentía la necesidad de sacarla de allí.

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Segunda parte del maratón, hecho.

Bien, espero que os guste y si quereis que os dedique un capítulo ( que no me cuesta nada ) decirmelo por privado o en los comentarios.

BYEE


El despertar de una leyendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora