Comienzo

442 45 13
                                    

Odio mi vida.
Bueno, no me malinterpreten, mi vida es genial, pero en estos momentos la odio.
Hoy es el primer día de clases y me asignaron una nueva escuela, mis padres creen que así podré aprender otras cosas para desarrollarme mejor entre la gente "común".
-¡Dante, no pongas esa cara! No debe ser tan malo- sonrió mi mejor amigo a través de la video llamada. Yo me encontraba ya adentro de la limusina conducida por el chófer en dirección a mi nueva escuela.
-Liam, te recuerdo que tu no tendrás que venir, puesto a que tus hermosos y geniales padres accedieron a tu petición tan dulce de quedarte en casa con tus tutores personales- dije con sarcasmo mientras me pasaba la mano por mi cabello negro, él me sonrió mientras sus ojos verdes brillaban con diversión.
-¡Bueno! Supongo que tengo mejores padres
-Si claro
-¡Sabes que los tuyos quieren lo mejor para ti!- exclamó sin dejar de sonreír mientras movía la cabeza desordenando un poco su cabello rubio, al notarlo frunció un poco el ceño tratando de acomodarlos con las manos. Ante esa acción yo no pude evitar reír -No te burles- se quejó cruzándose de brazos, seguramente dejando apoyado el celular en la mesa.
-No lo hago- dije suavemente para que no se enojara.
Liam y yo eramos amigos desde hacía tan solo tres años aunque nos conocíamos de mucho antes no habíamos podido congeniar o hacer una amistad hasta esa época. Ambos eramos del mismo circulo social, la "crema y la nata" de la sociedad.
Ya saben, tan ricos como el propio Tony Stark de los Vengadores.
Entre nosotros no podía existir la imperfección, por eso debíamos aspirar a parecer modelos como que si en cualquier momento alguien nos saltaría encima para sacarnos una foto. Los hombres teníamos que tener condición física, algunos rasgos marcados, no se nos permitía tener barba o bigote hasta pasa los veinte años, prácticamente nos obligan a ser guapos, atractivos y fuertes.
Las reglas para las mujeres de nuestra sociedad no estoy muy seguro, pero siempre noté que no tenían ningún vello en los brazos o en las piernas, mayormente trataban de ser dulces y siempre trataban de conservar un aura de inocencia pese a su edad.
-¡Eso no es lo que parece!- me reclamó sacándome de los pensamientos, reí al notar que me sacaba la lengua de forma bastante infantil y yo le imité el gesto.
-No puedes opinar, niño- me burlé, Liam dejo escapar una risa y yo estaba a punto de agregar algo cuando el chófer me indicó que ya habíamos llegado -Te llamo luego, Liam- le sonreí como despedida y él hizo el mismo gesto.
Bajé del auto agarrando mi mochila mirando hacia la escuela, era enorme pero tenía un pequeño detalle.
Era una escuela publica y, por lo tanto, podría encontrar cualquier tipo de gente ahí.
¿Qué pretendían mis padres al anotarme en esta escuela?

Piezas de una misma historia /Yaoi/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora