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El Lord del Oeste descansaba en la la rama de un árbol lejos del agetreo que se estaba sucitando abajo con sus protegidas, pero lo suficientemente cerca para intervenir si algo malo pasaba.

Ambas humanas habían tomado a Jaken como compañero de juegos a pesar de sus replicas. Sesshomaru no pudo evitar recordar una ocasión en la que dejaron inconsciente a su sirviente mientras jugaban, en ese entonces Rin tendría como siete años humanos y Kagome catorce, fue cuando ella estaba recién llegada. De eso habían pasado ya cuatro años.

Dirigió su fría mirada a la princesa del Este que yacía sentada en una gran roca observando todo. Lo admitía, era hermosa. No sería tan horrendo casarse con ella, sin quererlo, el peli plata no pudo evitar compararla con la oji azul. Eran completamente distintas, tanto física, como emocionalmente. No había tratado lo suficiente a Shizuka, pero era evidente. A Kagome le fascinaba estar al aire libre, correr, jugar, mientras que la pelirroja por lo visto prefería las comodidades de un castillo.

Regreso su mirada a las dos humanas y las encontró recostadas entre las flores observando las nubes. ¿Cómo les entretenía eso? Era algo que nunca había logrado entender de ellas, se maravillaban hasta por las cosas mas insignificantes como las nubes y las hacían felices unas simples flores.

Le prestó especial atención a Kagome y de nuevo no pudo evitar comparar a Shizuka con ella. Su protegida era bella, pero de forma distinta que la youkai. Su belleza era inocente, mientras que Shizuka era atractiva con un toque seductor. En el cuerpo sin duda alguna la princesa era la ganadora, tenía curvas más pronunciadas que las de Kagome, unos pechos de buen tamaño, cintura pequeña, unos labios rojos bastante tentadores y sus ojos violeta, sin embargo esos se quedaban cortos con los grandes ojos azul profundo de Kagome.

"Pero que rayos hago" -Se recriminó una vez que fue totalmente consiente de lo que hacía. No tenía por que estar comparandolas, eso no tenía ningún sentido, así que solo se lo atribuyo al aburrimiento.

• • •

Después de varias horas de jugar entre ellas y con el pequeño sapo decidieron que era suficiente. Fueron hacía donde estaba Ah-Uh y decidieron sentarse a almorzar.

-Aquí tiene Jaken-Sama-Dijó Rin mientras le pasaba su almuerzo. Aquel pequeño youkai lo tomó mientras mascullaba reclamos hacía las humanas por haberle hecho un chichon en la cabeza a causa de sus juegos.

-Perdón de nuevo por eso. -Se disculpo Kagome como por tercera vez. Se sentía realmente mal por lo sucedido.

-Un día me van a venir a matar. -Se quejó mientras comía.

-¿Qué fue lo que sucedió? -Escuchó a Shizuka preguntar. La azabache casi se había olvidado de ella.

-¡Estas niñas intentaron matarme!-Exclamó indignado.

-Que terrible, no deberían tratarlo de esa manera. -Se lamento la pelirroja. El sapo abrió los ojos esperanzado al ver que alguien entendía su sufrimiento.

-Eso no es cierto, Señor Jaken, no intentamos matarlo, nosotras lo queremos mucho al igual que usted a nosotras -Se defendió Rin apartandose de el dragón de dos cabezas que estaba alimentando.

-¿Quererlas? Para que iba a querer yo a un par de humanas escandalosas. -Dijó bastante alterado. A causa de ese comentario los ojos de la pequeña Rin se humedecieron.

-Oh, Rin no llores. -La consoló Kagome. -No es cierto lo que dice, solo esta irritado por que le duele el golpe, eso es todo, además ya sabes como es Jaken-Sama. -Explicó tratando de tranquilizarla. -¿No es así, Señor Jaken? -Cuestionó mirando al Sapo.

-Por supuesto que... -Pero antes de que terminara una figura alta apareció detrás de él. La sangre se le heló, pues sabía lo que le esperaba.

¡Pam!

El sonido de un puñetazo se escuchó por el bosque. El pequeño Youkai yacía en el piso con los ojos llorosos y un nuevo chichón en su cabeza.

-Decías, Jaken. -Escuchó la gruesa voz de su amo.

-Así es, Rin. -Se apresuro a afirmar para salvarse de otro golpe.

-Lo ves, Rin. Todo esta bien.-Le sonrió maternalmente, ante aquel gesto la niña se calmó.

Después de aquel inconveniente siguieron con su almuerzo. La pequeña le entregó el almuerzo a Shizuka, la cual lo rechazó alegando que "no le gustaba la comida de humanos" al escuchar aquello la azabache recordó a su amo.

"Entonces, ¿para qué rayos vino?" se preguntó con fastidio. No había hecho nada que no fuera estar sentada en ese roca, ni siquiera almorzaría por que no le gustaba la comida. No tenía nada que hacer ahí.

Con la mirada buscó al demonio y lo encontró sentado en la raíz de un árbol cerca de donde estaban. Miro su almuerzo y se decidió. Ante la atenta mirada de la youkai se levantó y caminó hacía su amo, al llegar se sentó junto a él y explicó.

-Me gustaría hacerle compañía, si no es molestia. -El pelo plata simplemente asintió. Kagome se sentó junto a él y comenzó a comer. Ninguno hablaba, pero no era incomodo, es más era relajante.

El Daiyoukai se sentía en paz estando con ella, no le molestaba su presencia. El viento soplaba y revoloteaba el cabello de Kagome. Su dulce aroma le llenó las fosas nasales, olía a Jazmines. Su protegida tenía un delicioso aroma.

"Tonterías" -Gruño con fastidio. Debía dejar de pensar en tantas estupideces.

Unos ojos violeta observaban la escena con celos. Se supone que debería ser ella la que acompañe a Sesshomaru, no esa insignificante humana. Se estaba volviendo una verdadera molestia.

Espero les haya gustado, apoyenme con sus votos y comentarios. :) gracias por todo.

Siempre tú. *Sesshome*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora