Me tomé un buen café para empezar bien la mañana, con ganas, algo que me faltaba realmente.
Pero estaba decidida a apartar mis sentimientos de trabajo, forzar una bonita sonrisa para no llamar la atención y poder olvidarme de todo el asunto.
Estaba tomando el desayuno cuando llamaron a la puerta, pero no creía que fueran las chicas, no tenían tiempo para ello. Conque me encaminé a la puerta y miré por la vista de la puerta, este barrio podía ser tranquilo, pero no era bueno.
-¡Vete! Grité cuando vi al chico misterioso en la puerta.- No quiero verte.- Dije, mientras mis lagrimas asomaban, iba a empezar a llorar y no quería, quería alejarme de todo esto, hacer algo que distinto por una vez, pintar fuera de la línea, ser diferente a mi misma.
Conque cogí el mango de la puerta dudosamente, él intentaba hablarme para verme, poder arreglar las cosas, poder darle opción y que me diese motivos y así no odiarle, pero no quería ser en ese momento la chica buena que perdona a todos.
Abrí la puerta con todas mis ganas sin pensármelo dos veces, él estaba sorprendido, me miraba con cuidado la cara, donde reposaban algunas lagrimas fugitivas, él vio mi cara le odio, la única que podía mostrarle, y antes de que pudiera convencerme de lo contrario le pegué una bofetada en la cara.
-Eso por hacerme daño, porque ni me se tu nombre, y ya me distes problemas, acabo de llegar y acabas de tirarme al suelo, pero también te digo gracias, gracias por hacerme darme cuenta de lo frágil que puedo llegar a ser, de qué no soy nadie, de que debo ser fuerte, porque si un desconocido es capaz de apuñalarme con tanta fuerza en un solo día no quiero pensar que me podía hacer un conocido si me quisiese hacer daño, conque gracias por ello, abriste mis ojos para saber comportarme a con gente como tú. No te voy a desear que te mueras, pero ojala superes lo que debes superar y seguir con tu vida, sin hacerle más daño a nadie.- Le escupí en la cara, no quería su mirada de pena, pero tampoco quería lo que veía ahora, un muchacho frágil y roto.
-Perdón por todo, no debí aparecer en tu vida, te diría mi nombre pero verdaderamente no te hace falta, ya nunca más podré hablarte.-Me contestó con la cabeza gacha, reprimiendo lágrimas, con esto se dio media vuelta y se fue en su coche. Y yo entré a mi casa, para terminar de prepararme e irme.
Cuando llegué al trabajo parecía una persona sin temores e inseguridades, no cómo me hubiera visto hace un rato, estando destrozada por dentro.
Iba con la cabeza alta, y sonrisa falsa, debía parecer feliz, aún no estándola. Salude a Laureen alegremente, ella hoy iba con su moño en alto, correteando pasillos con documentos en la mano, como muchos de los presentes, hoy era un gran día, al día siguiente se inauguraría la revista de las principiantes en la mayoría de kioskos y tiendas. Mañana era el día más especial para mí, para arrasar con todo y enseñar al mundo que yo era capaz de redactar.
Llegué al despacho y ya estaban Anna y Alice, las dos charlaban mientras tecleaban en el teclado a gran velocidad, se les notaba nerviosas, tenían el pelo de punta. Alice estaba con el café en lo alto de la mesa, mientras Anna masticaba chicle ruidosamente.
-Buenos días estresadas.- Les dije riendo, yo estaba tranquila a comparación de ellas dos.
-¿Tú no tienes nervios? Esto podía marcar la diferencia y poder dar el siguiente paso.-Me preguntó Alice mirándome de arriba-abajo.
-No tengo porque tener nervios, todos sabemos que somos las mejores y que nuestra revista gustará al público.-Mentí, pues realmente estaba muy nerviosa.
-Llevas razón, somos las mejores, pero eso no quita que estemos nerviosas.-Dijo Anna levantándose de un salto.
-¿Por qué saltas?- Preguntó Alice.
-Siempre salto, y lo hago para mostrar mi alegría al levantarme, algunas se levantan con elegancia, yo con alegría, y me levanto para limpiar el rimel de Caroline, se nota que ha llorado y se le ha corrido.
-No he llorado.- Intenté decir segura.
-Es verdad, no me di cuenta.- Dijo Alice acercándose a mi.- ¿Qué te pasa?
-Nada.-Contesté secamente.
-El hecho de ser compañeras de trabajo no significa que no podamos ser amiga, conque cuéntanos.
Dí un suspiro, debía contarles.
-¿Os acordáis del chico misterioso?
-Si.- Dijeron las dos al unísono.
-Quiso salir conmigo y antes de que habléis, todo salió muy mal.
-¿Te dejó plantada?¿Llegó tarde?¿Te dijo algo feo?¿Miró a otra?.- Empezaron a preguntar las dos.
-Peor.- Les contesté con una sonrisa amarga.
-Pues cuéntanos antes de que vayamos a cortarle algo que no es la cabeza.
-No ireis a ningún lado. Lo que pasó es que no se despegó de su pasado, él sigue enamorado de su novia, y quería estar conmigo porque dice que yo le parezco.- Resumí mirando el suelo.
-Eso no es posible, yo he hablado con él, me dijo que solo tuvo una novia, pero que él la dejó a ella porque no la quería.- Dijo Alice.
-Puede saber mentir, no todos son como tú.- Dijo Anna sin darle importancia. A lo qué Alice aceptó, ella sabía que era mala mentirosa.
Pero eso solo solucionó que yo tuviera mayor quebradero de cabeza, si lo que le dijo era cierto ¿por qué seguía en que yo era como su novia?Tal vez se arrepintió de ello, o se dio cuenta que no la quería cuando la perdió, todo era posible, pero estaba en las mismas, yo debía alejarme de él y rápido, olvidarle, él haría lo mismo, el caso es que si yo podía olvidarme de él, era difícil, complicado, pues me pasaba todo el día pensando en él.
-Olvídate de él y búscate a otro, no hace falta enamorarte ahora mismo para ello, déjate llevar con alguien y prueba suerte.-Me recomendó Anna, ella sabía de lo que hablaba, lo hacía continuamente.
-Yo no puedo.- Simplemente era imposible.
-¿Sigues creyendo en qué algún hombre llegará siendo tu príncipe azul?
-Sigo creyendo en él. Los príncipes azules pasaron de moda.
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Casette
Novela Juvenil¿La chica de los cafés? Eso ya es demasiado cliché. Pegaría más decir...¿la principiante de reportera? ¿Intento inutil de ayudante? No se, cómo veáis. Caroline es la chica en pruebas, eso está claro, la chica de los mandados, del noticiero menos ven...