Parte 8

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-¿Realmente importa?Quiero decir, el nombre de la editorial no significa nada.-Dijo mirando al frente, con sus ojos oscuros y neutros.

-No, realmente no importa.- Dije mirando al punto invisible que él miraba. Noté como so boca se curvó en una sonrisa, supuse que le gustó mi contestación.

-Vayamos a tomar algo, hagamos un tour por todos los bares que te gusten y conozcas.-Me dijo mirándome, con una amplia sonrisa que mostraba sus dientes.

-Realmente no conozco ningún bar, solo he ido a una discoteca a la que me llevó una amiga, no tuve tiempo de ir a ningún lado más.-Le dije un poco avergonzada, realmente no tenía mucha vida social, conque siempre me limité a estar en casa leyendo o haciendo cualquier otra cosa.

-Pues ningún problema, iremos a mis bares favoritos.-Me contestó riendo.

Estuvimos caminando, hablando de nuestros intereses, mi helado favorito, mi color favorito, y otras cosas sin importancia que ni sabía porque quería saberlas, pero no me importaba no saberlo, porque me hacía gracia, me hacia gracia cuando se arrascaba la nuca sin saber contestar, cuando le brillaba los ojos de ilusión por saber que coincidíamos en algo, cuando se reía de mi en broma, cuando intentaba pasar su brazo por mis hombros en un acto desesperado, cuando brincaba y se ponía frente a mí, de espaldas a la calle, contándome algo de su vida totalmente ilusionado. Realmente este chico quería saber todo de mí, al igual que yo todo de él, pero también seguía con el misterio, a veces me contaba cosas a medias, paraba en seco de contar su historia, ponía los ojos neutros y pensaba sobre algo que yo no podía saber por el momento, luego me decía que se le olvidaba y contaba otra cosa completamente distinta. Pensaba que podría ser otra chica, una exnovia que tal vez seguía en su recuerdo, que tenía todavía el corazón dolorido y cicatrices que no sanaban, pensé que algo duro tuvo que pasarle, algo de lo que se arrepiente, o simplemente recuerda. 

Tal vez este chico no era el correcto, llevaba el pasado a rastras, una historia que seguía viviendo, el dolor por las venas haciendo el recorrido de la sangre, notaba su sufrimiento, y no sabía a que se debía, pensé que debí alejarme de este chico, pero no podía, algo en mí decía que debía estar a su lado, apoyándolo, y que alguna vez por fin me contaría.

Cuando llegamos al bar nos tomamos una caña, seguíamos hablando de todo, él nunca me preguntaba por mi pasado, solo preguntaba por el presente, y a veces el futuro, me preguntaba que haría en unos años, mis sueños, mis metas, al igual que me preguntaba por otras cosas. Tampoco me preguntaba por mi familia, ni él dejaba que yo preguntara por la suya, aparte de saber de su tía, quien era mi jefa, claro.

Fuimos a tres bares en concreto, todos eran comunes, con una decoración distinta al otro, alguno te transportaba a la edad media, cuando las películas del oeste, todo de madera y barras de pizarra, otro te transportaba al oriente, tanto en comida como en decoración, y el otro te transportaba a alguna película ochentera que no suelo recordar, todo a cuadros, hasta el vestuario de las camareras. Cuando íbamos a cada uno el no apartaba su sonrisa del rostro, realmente le gustaba, le traía buenos recuerdos.

-Cada uno representa una época de mi vida.- Dijo cuando íbamos a mi casa.- El primero me recuerda cuando era de pequeño, mi padre y yo veíamos todos los sábados una película del oeste, eso nos unía, el segundo me encanta porque una vez fui a China, allí recuerdo muy buenos momentos, era joven entonces, no tendría más de dieciocho años, y amaba ese paisaje, y el último me recuerda a una persona muy especial para mí, íbamos mucho a ese lugar porque a ella misma le encantaba, bailábamos allí y comíamos, hacía tiempo que no lo visitaba.

-¿Esa chica era tu novia?.- Dije con cuidado.

-No, yo estaba colado por ella, era la genialidad en persona, era preciosa, y brillaba tanto como la Luna, se movía rápidamente, y siempre estaba alegre, tenía un gran temperamento a la vez, podía ser muy odiosa, pero simplemente era amor.-Le brillaban los ojos. Ahí supe que realmente la seguía queriendo, que vivía en el pasado, y que yo era la que le recordaba a ella, no me quería a mí, quería su recuerdo.

-¿Y qué pasó?.- Dije con la voz notablemente quebrada.

-Se fue. Se fue para siempre.- Miraba a la fila de árboles de la calle, con las manos en los bolsillos  y la cara seria, como si no estuviera, como si realmente él no estuviera aquí a mi lado, hablándome, como si estuviera con su chica real, no conmigo.

Simplemente eso ya me pareció demasiado, no podía estar con él, no podía aguantar tal cosa y seguir a su lado, ya sabía el problema, el problema era yo. Me hacía no sentirme tan única, debía alejarme, irme y desaparecer.

Comencé a correr sin qué me detuviera, las lagrimas comenzaban a salir, ni siquiera me llamó, no sería tan importante para él si no me quiso detener, si no me quiso explicar nada más, si no me dijo que yo era única, y que ella solo fue un hecho, y que yo era la realidad del momento, que yo no era su nuevo recuerdo.

Llegué a casa hecha polvo, llorando, con la cara fría por el viento, con el dolor permanente, con el daño hecho, tomé un  vaso de leche para tranquilizarme, poner mis pensamientos en orden, tras eso fui a ducharme, para dejar mi mente en blanco, con el agua fría por mi cuerpo, luego decidí irme a dormir, junto a mis sabanas proporcionándome calor, no tenía sueño, solo quería desconectar y desplazarme a mis sueños.

Pero no eran sueños, ni pesadillas, era él en todo momento, a veces yo estaba con él, tras una máscara que no me dejaba ser yo misma, a veces la máscara estaba en él, escondiendose de mí, de todos, escondiendo su pasado, su vida.

CasetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora