Capitulo 22

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-Qué lindo eres, Natsu-. le miré, sus ojos resplandecían con el montón de lucecitas de colores de los puestos y carpas de la feria.

Me sonrió, desarmándome por completo y casi haciendo estallar a mi corazón. Nos introdujimos a la feria en donde un montón de niños jalaban de las manos a sus padres para hacerlos caminar más rápido y así alcanzar subir a los juegos.

-Y... ¿qué quieres hacer primero?-. me preguntó, con las manos en los bolsillos de su pantalón.

-Amm... ¿Hay aquí carritos chocones?

El rió y me tomó del brazo para guiarme hasta ellos. Cada uno nos subimos en un auto, mientras que perseguíamos al otro para chocarlo, si es que no nos chocaba primero algún otro carrito y las risas no se dejaban de oír.

Cuando bajamos, mis cabellos estaban más despeinados de lo normal, mientras que los de Natsu seguían igual de desordenada si no era que más.

-Eso fue divertido-. dijo-. Ahora, ¿a dónde quieres ir?

-Te toca decidir a ti-. le pegué cariñosamente en el hombro y reí.

El rió junto conmigo y luego miró alrededor y al final detuvo su mirada en un punto por arriba de mi cabeza.

-¡Subamos allí!-. señaló.

Me giré para ver cuál era la atracción que él decía y mi vista se elevó tan alto que instantáneamente se me produjo una inquietud desagradable en el estómago al contemplar la altura del juego.

-No-. fue lo primero que salió de mi boca. Una negación rotunda ante la propuesta de Natsu.

-Ay, vamos. No es tan malo-. su intento por animarme resultó todo lo contrario.

-¿Tan?-dije, repitiendo la palabra con sarcasmo-. No, no, no, ni loca me subo a eso-. me di la vuelta, para intentar escapar.

Pero él me detuvo tomándome por ambos brazos, de frente.

-Pues llámame loco porque yo sí me subiré. Es sólo una montaña rusa, Luce.

-Una montaña rusa del tamaño del Everest-. traté de desasirme de sus manos.

-No seas exagerada-. rió y me tomó con más fuerza para encaminarme hasta el tenebroso juego.

Lo cierto es que le tenía un pavor enorme a las atracciones mecánicas, la adrenalina no era lo que más me caracterizaba y jamás en mis veintidós años había montado uno. Esta vez no tenía que ser la excepción, pero Natsu insistía y así era más difícil hacerle caso a mi razón.

No sé cómo me hizo llegar hasta la fila que esperaba ansiosa por subir y me percaté de ello hasta que los estrepitosos gritos de las personas a bordo me llegaban desde lo alto.

-Estás loco si piensas que me voy a subir a eso-. farfullé, intentando huir por tercera vez.

-Ya te dije que sí estoy y te subirás conmigo-. no sabía por qué la última palabra me había gustado demasiado, pero antes de que lograra salir de entre la gente que hacía fila, Natsu me agarró de la muñeca, me atrajo hacía él y me abrazo fuertemente, haciendo añicos mi fuerza de voluntad y por supuesto, imposible mi escape. Me quedé quieta y me le quedé mirando, a esa distancia tan pequeña, su belleza era inconcebible.

-Por favor, súbete conmigo-. pidió, con la voz más aterciopelada y dulce que jamás haya oído-. No voy a dejarte ir hasta que me digas que sí.

De pronto, olvidé cómo hablar y sólo asentí. Me percaté del latido tan estrepitoso de mi corazón que golpeaba contra mi pecho y también contra el suyo, que estaba pegado al mío, entonces el rubor corrió por mis mejillas ya que él no me soltaba aunque ya había aceptado.

Manual de lo Prohibido; NaLuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora