Capitulo 34

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Las lágrimas no se cansaban de salir y parecía como si nunca se acabaran, esto no debió de haber terminado así, ni siquiera debió tener comienzo.

Me quedé en inmóvil durante un par de minutos y luego, miré a mi alrededor, ya no volvería a ver a Gajeel y no había tenido la oportunidad de decirle adiós. Busqué con la mirada algún cuadernillo y divisé una hoja encima de su escritorio; tomé un bolígrafo y garabateé sobre el papel en trazos largos:

Me lo dijiste, lo sé.
Disculpa todo el daño que hice, que le hice a ella. Era lo que menos hubiera querido que pasara. Agradezco todo lo que hiciste por mí, gracias por entenderme.
Fuiste mi gran amigo y nunca voy a olvidarte.
Perdóname.

Te quiero.

Lo dejé sobre su cama y luego, con un nuevo dolor en el pecho, salí de aquella habitación. Me deslicé como ánima en pena escaleras abajo y cuando bajé a la sala para cruzarla y llegar hasta la puerta, la mirada de la madre de Gajeel me detuvo.

-¿Estás bien? -. me preguntó.

Mantuve mi mirada baja, avergonzada y negué con la cabeza.

-¿Quieres una taza de té? -. me ofreció, afable.

-Tengo que irme, se me hace tarde. Gracias de todos modos -. musité e intenté dar el primer paso hacía la puerta.

-Antes de que te vayas -. dijo-, quisiera decirte algo -.me detuve y giré sobre mis talones, despacio, la miré.

Su rostro, dulce como el de toda madre, tenía un tono rosado en las mejillas, como un durazno. Su cabello era igual de liso que el de Gajeel. Me sonrió.

-La traición es algo muy fuerte -. musitó, acercándose y la miré con ojos asustados. Ella rió-. Aquí las paredes no son muy sólidas -. explicó-. Además uno intuye cosas cuando las ve salir por la puerta, llorando.

Me sentí más avergonzada que antes y bajé la mirada.

-Lo que quiero decirte -. me levantó el mentón, con delicadeza-, es que la traición puede llegar a ser muy dura, muy profunda, viniendo de una persona a la que se quiere. Pero, más allá, el amor es más profundo y fuerte.

Me le quedé mirando, confundida, ¿qué era lo que me estaba diciendo? Sollocé.

-Cariño -. ella vio la confusión en mi rostro, tan palpable como mis lágrimas-. ¿Tú amas a mi sobrino, Natsu? -. se me paró el corazón, pero antes de que pudiera contestarle, ella siguió hablando-. Levy es una muy buena chica, trabajadora, educada, bonita; me gusta que Natsu salga con ella. Pero no se trata de lo que me guste a mi o al resto de la sociedad, se trata de la felicidad de mi querido sobrino. Todos cometemos errores, cariño. Pero siempre recuerda que el amor tiene mucho más fuerza que cualquier otro poder en el mundo y al final de cuentas, aquellos errores, son los peldaños de una escalera que nos lleva a nuestro destino.

El silencio me rozó con el aire, quise asimilar y comprender, una por una sus palabras. Ella me sonrió.

-Buen viaje -. me acarició la mejilla.

-Gracias -. musité, más confundida que antes.

Salí por la puerta y el corazón se me encogió de angustia, una vez más. ¿Cómo iría de nuevo hasta el departamento? Gajeel se había ido con Levy y yo, difícilmente recordaba el camino. A pie haría más de treinta minutos, si es que llegaba.

Era el colmo de mis desgracias.

Comencé a caminar, dejando atrás la bonita casa blanca en la que antes había estado. Esperaba que Levy se encontrara bien, en el sentido de que estuviera segura con Gajeel. Sabía que yo la había destrozado y eso era algo que jamás me perdonaría.

Manual de lo Prohibido; NaLuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora