Capitulo II

341 30 6
                                    

El transcurso de la mañana continuo tranquilo, excepto por una aldea que se encontraba en llamas. Los aldeanos corrían aterrados, buscando un escondite para protegerse de lo que fuera que estuviera causando el daño. 

Una silueta negra, apareció sobre los tejados, su aspecto podría describirse como el de un gato, sin perder la forma humana.

-¡Chat noir!- anuncio un pueblerino, descifrando la identidad de la figura. Vasto un solo salto de este para bajar de aquella altura y terminar en el centro de la plaza.

El humo aumentaba cada vez más, impidiéndole visualizar al autor del desastre. Tuvo que hacer un movimiento rápido y esquivar una bola de fuego que salió de la nada. Se giró hacia esa dirección, solo para descubrir una lluvia de las mismas esferas, que se dirigían hacia él. Corrió tanto como pudo, el espeso aire inundaba sus pulmones, provocándole una dolorosa e intensa tos, sus ojos estaban completamente incapaces de distinguir algo.

Por instinto, subió de nuevo a los tejados, deseando hallar un poco de oxígeno para aliviar la reacción que experimentaba su cuerpo. Lagrimas salían de sus ojos, intentando limpiar los restos de hollín, parpadeo un par de veces para adelantar el proceso.

Una llamarada se levantó aún más alto que las ya existentes, acercándose a Chat a alta velocidad, no parecía como las balas que hasta hace poco lo atacaron, aunque su forma era irregular, un rostro sobresalía de esta, revelando al demonio, una llama humana.

No hubo tiempo de huir, la llama tomo a Chat, devolviéndolo al infierno del que había salido. Los síntomas regresaban, acompañados por las quemaduras que le causo el sujeto mientras lo transportaba.

La lucha entre mantenerse consiente o desfallecer, comenzaba, toda su fuerza de voluntad pendía de un hilo. Rezaba por un milagro, necesitaba una solución rápido o no aguantaría demasiado.

El milagro iniciaba, un grito ahogador resonó al instante, el humo se marchaba poco a poco a la vez que el aire regresaba a sus pulmones.

Alzo la mirada, algunas personas los rodeaban, agitando mantas entre otros objetos, esparciendo la humareda, otras acarreaban agua y apagaban el fuego de las casas.

Chat se puso de pie, su cuerpo aun dolía, gracias a la ayuda que recibía se pudo reincorporar un poco. El demonio se hallaba debilitado, pero aún faltaba acabarlo, tenía que encontrar el objeto donde habitaba el akuma.

Las llamas todavía consumían a su oponente, haciendo imposible notar lo que estaba buscando, quiso tomarlos con las manos, pero el calor ardía en sus palmas. Se acababa el tiempo, la criatura que tenía enfrente se reponía.

-¡Alcánzame!- dijo antes de salir corriendo, el traje molestaba sus recientes heridas, apretó los dientes, aguantando el dolor. -solo un poco más- se repetía a sí mismo.

Se desvió de la multitud junto al akumatizado, parándose en seco frente a un grifo.

-¡Cataclismo!- grito, activando su poder, su mano derecha se tornó de un negro más intenso que su vestimenta característica, brotando algo espeso, parecido al petróleo, un solo toque de su palma contra el grifo, fue suficiente para que este se destrozara, dejando al flujo del agua apagar al contrario, quedando en su lugar un joven totalmente inconsciente con un medallón que colgaba de su cuello.

Al romperlo, una Mariposa negra, emergió de él, Chat estiro su brazo, recibiendo un frasco de vidrio, de un joven moreno, que portaba un antifaz, capa y sombrero azul marino. Encerró a la mariposa en este, para después dirigirle una sonrisa a su compañero.

-Lo logramos.- dijo chat, dejando a la vista sus ojos verdes y su rubio cabello, invisibles durante la batalla.

Los aldeanos se acercaron agradecidos con el héroe, halagando su hallazgo y repitiendo su nombre.

-Yo debería agradecerles, ustedes fueron quienes me salvaron, tienen mi gratitud- hiso un ademan de inclinación para despedirse y partió, saltando por los tejados y arboles hasta que se perdió de vista, igual que el joven moreno que desapareció sin dejar rastro.

La silueta negra se hiso presente de nuevo en el bosque.

-¡Por aquí!- escucho decir al moreno. Ambos se acercaron sigilosamente a unos árboles, removieron algunas ramas, dejando expuesta una pequeña puerta, después de abrirla, se adentraron en ella, hasta llegar a una habitación alumbrada con una sola antorcha.

-¿Pero que fue eso? Necesitare doble ración de queso para reponerme- argumento Plagg, cuando se liberó del anillo del rubio.

-Plagg tiene razón, ese akuma era más fuerte que en otras ocasiones.- Contesto el moreno.

-Lo se Nino, pero hay algo que más me preocupa por el momento.- camino hacia otra habitación con el frasco en manos, una jaula inmensa de solo cristal que contenia cientos de mariposas negras cautivas, vacío el recipiente por una compuerta soltando al nuevo akuma.- se han vuelto demasiadas, temo que rompan el panel y akumatizen a sus exportadores de nuevo.

La cara de Nino cambio a un semblante de preocupación, ¿Desde cuándo se volvieron tantas?, justo hoy se cumplían tres años desde que el labor como héroe de Adrien comenzó, parecía haber sido solo unos meses pero la realidad era otra.

 -¿Qué podemos hacer?- pregunto esperando una respuesta del rubio que aliviara su inquietud.

-Creo que a llegado el momento- dijo Adrien dándole una mirada de complicidad a su Kwami.

-¿Momento de que?- Pregunto Nino atónito.

-Es hora de que aparezca- confirmo Plagg

-¿Quién?- replico extrañado, al parecer le estaban ocultando algo.

-El nuevo Kwami.- termino el rubio.

AkumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora