La reciente revelación sorprendió a la azabache, no solo porque el felino héroe, Chat noir, resulto ser el tan nombrado conde, sino porque también era el mismo joven apuesto rubio que visito su panadería esta tarde junto con Nino.
-Eres... chico... antes- su dicción comenzó a fallar, a la vez que lo apunto con un dedo y su rostro se volvió multifacético.
Adrien soltó una leve risa.
-¡Oh, my lady!, esos gestos suyos son tan tiernos. Me alegra que alguien tan linda como usted sea mi compañera.- Dijo para dejar a la pobre Marinette más nerviosa y sonrojada de lo que ya estaba.
Las palabras se esfumaron de su boca tal agua de las manos, nada parecía adecuado para responder, además, aun si supiera que decir seguro que empezaría a tartamudear como siempre le sucedía.
-Señor Agreste- El joven moreno insistía- debemos irnos de lo contrario llegaremos atrasados.
- Te impacientas demasiado Nino, la fiesta no puede dar inicio sin la presencia del festejado.
-¡Adrien!- El tono y la forma de hablar de Nino cambiaron, si algo odiaba era llegar tarde, un defecto que usualmente asechaba a su mejor amigo, razón por la que constantemente debía seguirlo para recordarle sus horarios.
-Está bien, vamos- contesto rindiéndose, conocía también al moreno que oírlo hablar de esa manera solo significaba que su paciencia estaba por terminar, y él no quería verlo molesto.- ¿Me haría el honor de acompañarme, señorita Dupain?
-Yo no debería- Negó con las manos- mi presencia aquí ya no es necesaria, será mejor que regrese a casa. Además no me gustaría importunar a su señoría.
-¿Pero de que hablas?- el rubio dio un paso hacía ella- Después de todo, eres mi invitada especial o ¿acaso no recuerdas mi invitación de esta tarde?
-¿Pero...?- fue interrumpida por Adrien quien termino con la corta distancia que los separaba.
-No hay de qué preocuparse, yo estaré contigo.- dijo ofreciéndole su brazo.
Marinette no podía convencerse de que todo esto era real, tal vez y se quedó dormida después de que Alya se fue y esto resultaba ser solo un fantástico sueño de los muchos que solía tener. Dispuesta a descubrirlo se dio un pellizco con su mano libre, pero solo logro una mueca de dolor.
-¿Se encuentra usted bien?- pregunto el rubio ante el acto de su acompañante.
-Um, sí, todo en orden- comento ocultando su cara, sentía un calor en sus mejillas, sentir aquel daño simbolizaba que no estaba soñando.
El largo camino por los pasillos de la mansión tomaron lugar de nuevo, contar cuantas vueltas dieron en cada dirección antes de llegar al patio trasero parecía imposible, siendo más correcto resumirse en "demasiadas".
La música de violín hizo su aparición, indicando que el jardín ya estaba cerca, ademas de que la fiesta ya había dado inicio.Los invitados, sin duda alguna, eran personas nobles, con finas vestimentas y miradas frías. Un escenario intimidante para la humilde panadera. Sobre todo si recaía tanta atención sobre ella al ser la acompañante del conde Agreste.
-Relájate,- le animo Adrien.- Algunos no son tan crueles.- El mismo conocía lo hipócritas y brutales que solían ser esas gentes, incluso su propio padre, para él era ya común este tipo de situaciones, permitiendole saber como debía tratarlos.
-Conde Agreste, tenga usted un feliz cumpleaños.- Apenas llegaron a la pista las congratulaciones no se hicieron tardías.
Por diplomacia todos habían saludado y felicitado al joven cumpleañero para retirarse de nuevo a sus asientos, excepto por fieles amigos o tipos convenencieros.
Marinette tuvo que separarse del conde y colocarse a un lado de Nino para evitar estorbar mientras Adrien hablaba con sus presentes. No lo culpaba por dejarla, pues entendía sus responsabilidades, él pertenecía a ese mundo, ella solo era una visitante. Si acepto quedarse, fue por aquel buen presentimiento que seguía rondando en su cabeza, acerca de su recién adquirida misión, sin contar aquella sensación confortable que le transmitía el joven. Sin embargo, esto no le impedía encontrarse desencajada. Solo deseaba que Alya estuviera ahí, o por lo menos Tikki, que se había quedado con Plagg en la biblioteca, se sentía incomoda y sola al no tener con quien hablar, aun teniendo al moreno a su lado, este no era de mucha ayuda al mantenerse firme, casi estático, como su oficio le indicaba.
Aun cuando trataba de despejar su mente, le era casi imposible si contábamos las penetrantes miradas carentes de piedad y disimulo. Si bien era cierto, Marinette poseía una inigualable belleza, ya fuera por sus encantadores ojos azules, su suave cabellera, el fino color de su piel, o el simple y agradable carisma que reflejaba. Cualidades tan únicas, e invisibles para sus propios ojos. Sin saber que eran sus rasgos los que ahora levantaban la curiosidad y la envidia de los demás presentes, sobre todo de las jóvenes caprichosas que la observaban con desprecio, preguntándose quien era y por que acompañaba al conde o porque no estaban ellas en su lugar. Como si esto fuera poco, no faltaron los comentarios inoportunos de una que otras celosas chicas, que se pasaban justo enfrente de la azabache, jugando con su autoestima. Se sentía como si una cadena rodeara todo su cuerpo, aprisionándola y estrujándola, inmóvil sin poder hacer o decir algo. ¿con que podía defenderse si su seguridad la había abandonado?, su lengua estaba amarrada, y un creciente nudo en la garganta avisaba que estaba por llorar.
La celebración seguía en pie, cada quien estaba tan ocupado en sus asuntos, que nadie mas se percataba de lo sucedido, un perjuicio desapercibido, donde solo existía un afectado. En respuesta, comenzó a morder su labio, intentando cubrir sus sollozos y posibles lagrimas, no quería darles el gusto de que la vieran así, aun cuando le costara trabajo, debía recordar lo fuerte que podía llegar a ser.
Levanto su cabeza y se limito a apreciar el cielo estrellado, la imagen de sus padres llego a su mente, al igual que la de Alya, como si estuvieran con ella, una táctica que utilizaba para aliviar sus penas. Para su sorpresa, esta vez sus padres y su mejor amiga no eran los únicos que la acompañaban, a su lado se apreciaba el rostro de Tikki, Plagg, Nino, y del rubio de ojos esmeralda. Cerro sus ojos por un momento,era como si de esta manera el efecto fuera mas intenso y atrajera el reconfortante cariño y la fuerza suficiente que necesitaba.
El recuerdo la lleno de calma, la cual se esfumo cuando abrió sus ojos y percatarse de aquello no concordante con el paisaje nocturno.
-¡Nino!- Marinette trato de llamar su atención señalando hacia arriba- ¡un akuma!

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Akuma
FanfictionMarinette es una chica normal que trabaja como panadera a las afueras del reino. Nunca se explico el porque le temía a las mariposas, hasta que conoció a Adrien, un joven que se dedica a cazar esas mariposas, o mejor dicho, akumas.