La tranquilidad del día regreso cuando la noche dio inicio, los pinos que rodeaban la aldea de la joven panadera desaparecían conforme el carruaje avanzaba por el solitario camino.
La chica observaba con detalle el paisaje que recorría, al igual que el movimiento de la hermosa luna que los deleitaba cual fina obra de arte en aquel lienzo oscuro. La serenidad del momento la mantuvo cautiva, pudieron pasar minutos, incluso horas sin haberse percatado que el final del viaje se acercaba.
-Señorita Dupain- Hablo Nino al abrirle la puerta para ayudarla a bajar. – Bienvenida.
El rostro de Marinette mostraba un gesto de asombro por la magnificencia de la construcción.
- Por aquí- anuncio el sirviente haciendo un ademan para que lo siguiera hacia la inmensa puerta que se alzaba ante ellos.
Los inmensos pasillos fueron revelados una vez entraron. Nino continuaba caminando sin detenerse en ningún punto cercano, solo daba algunas vueltas a la derecha o a la izquierda para enseguida seguir de frente, tal y como un laberinto.
Afortunadamente, solo duro un poco mas para que girara por última vez a la derecha, parando justo enfrente en una de las inmensas puertas que habitaban el lugar, a diferencia de que esta pertenecía a una elegante recamara, decorada precisamente para una joven dama.
-Esta será su habitación- dijo para dejarla entrar.
-¡Espera!,- comento desconcertada- ¿no pensaran que me quedare a dormir?
-Por el momento será para que cambie su vestimenta- le dijo aliviándola- A menos que mi amo cambie de opinión.
-¿Qué?
- He colocado su atuendo y los accesorios necesarios para que se aliste, enseguida vendrá una mucama a ayudarla con los detalles- explico antes de retirarse, dejándola sin respuesta alguna.
-¿Qué debo hacer Tikki?- Pregunto preocupada a su kwami.
- Probarte este precioso vestido.- contesto la pequeña criatura roja que volaba por toda la zona.
-¡Tikki! No deberías andar por ahí con tanta confianza, alguien podría verte.
-Tranquila, solo somos tu y yo- por poco y no terminaba de decir su frase pues tuvo que apresurarse a esconderse cuando alguien toco la puerta.
-¿Señorita Dupain? He venido a su servicio.
-¡Pase!- dijo concediéndole la entrada a la mucama.
-Comencemos con el vestido, señorita Dupain, permítame ayudarle a desvestirse.- dijo añadiendo una gentil sonrisa.
-No tienes por qué molestarte, puedo hacerlo sola.
-Es mi trabajo señorita Dupain.- el honorifico la hacía sentir incomoda al no estar acostumbrada.
- Por favor, llámame Marinette, después de todo no soy una noble.
-Pero usted es una invitada del conde, debe ser tratada como tal. Además, se hace tarde para que lo conozca.
-¿Qué yo que?, esto no debería ser así. Nino me llamo para hablar de algo importante, nunca me informaron que me presentarían con el conde.
-Tengo órdenes de alistarla para reunirse con el amo a las ocho en punto, y solo nos queda media hora.
¿Qué?- Marinette sonaba cada vez más alterada, su mente no dejaba de pensar que el conde había descubierto que había asistido a su fiesta sin invitación valida, seguro y las cosas se pondrían mal para ella y para Nino. En lo que se había metido. Todo podía pasar, la obligarían a cerrar su negocio y salir de Francia , o la encerrarían en el calabazo hasta que envejeciera.
-Señorita, pase por favor al tocador- Sus pensamientos la adsorbieron tanto que no se dio cuenta que la mucama ya había cambiado sus ropas por un hermoso vestido rojo de vuelo con un escote barco y detalles negros al igual que los guantes de seda por encima de los codos- Le haré un lindo peinado.- Su cabello fue recogido hacia atrás, en un elegante molote adornado por un agraciado tocado de una flor roja, rodeado por una fina tela rosa. A la vez que dos mechones caían a cada extremo de su cara acompañando su fleco. – Se ve preciosa.- dijo una vez término con su tarea. La joven panadera lucia igual que una princesa, su piel era tan tersa y suave que el uso de maquillaje no fue necesario, solo un poco de color en los labios para resaltar sus ojos azules.
-Señorita Dupain- la voz de Nino se hizo presente de nuevo- es hora de su reunión con el conde.
-Nino, ¿qué haremos ahora?- Marinette se escuchaba alarmada- Sabía que era una mala idea, nos encerraran en el calabozo por una eternidad.
-¿De qué hablas?- dijo alzando una ceja.
- De la condena que nos dará el conde por mi interrupción en su castillo.
-Es solo una mansión, un castillo es el cuádruple de grande.
-¡No cambies el tema!- grito.
-Marinette, estás haciendo un drama de nada. Nadie nos castigara. – dijo después de detenerse y abrir otra de las inmensas puertas- Entra.
La habitación pertenecía a una biblioteca, repleta de estantes con libros de diferentes tamaños y colores, portadores de toda clase de información. Las múltiples ventanas que rodeaban el salón se encontraban cerradas y cubiertas por gruesas cortinas. A pesar de estar oscuro, se podía distinguir ciertas formas, como mesas, una escalera para acceder al segundo piso, sillones entre otros objetos.
-Bienvenida señorita Dupain- oyó decir por octava vez en el día, volteo a todos lados buscando en la oscuridad al portador de aquella voz conocida.
Un estruendo sonó, convirtiéndose en eco, frente a Marinette yacía una silueta, al parecer de un hombre.- Pasemos a un lugar más seguro.- dijo a la vez que el sonido de sus paso comenzó a hacerse menos audible.
La azabache estuvo a punto de gritar cuando sintió una mano sobre su hombro.
-¡Soy yo!- Anuncio Nino al detener la mano de la chica antes de que se estampara contra su cara.
De nuevo, un ruido se hiso presente, pero estaba vez, el sonido de algo metálico, como si una compuerta se abriera.
-Adelante- hablo de nuevo la voz, cuando un pasadizo alumbrado con antorchas apareció, Marinette levanto la falda de su vestido y avanzo con paso inseguro, nada parecía convincente. Aun cuando Tikki no dejaba de abrazarse a su cabeza, donde se había escondido, se sentía completamente sola, como una presa entrando a la cueva del lobo. Ya no había marcha atrás, Nino se encontraba tras ella, cubriendo la compuerta que cerro justo después de pasar.
-Llegamos, por favor ponte cómoda- El sitio al que habían llegado, era una habitación igual que oscura que la biblioteca excepto por el pequeño claro que las antorchas de fuera causaban. Una mano, recubierta de un guante negro se hizo visible señalando una silla de madera. Marinette miro a Nino pidiendo autorización, este solo le asintió.- De acuerdo, empecemos.-dijo chasqueando los dedos.
El moreno, regreso al anterior pasillo por una antorcha, para después incrustarla en la pared de donde habían llegado.
La silueta humana que anteriormente noto Marinette, comenzó a tomar mejor forma.
Un joven de cabello rubio y ojos verdes, usando un traje y antifaz negro que cubría gran parte de su cuerpo, sobre su cabeza se encontraba un par de orejas, al igual que una cola que colgaba de su cadera, dándole el aspecto de un gato, un gato negro.
-Creo que habrá oído antes de mí my lady- dijo tomando su mano para depositar un beso. Las mejillas de la azabache mostraban un leve sonrojo, era la primera vez que recibía ese tipo de gesto.- Mi nombre es Chat, Chat noir.
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Akuma
FanficMarinette es una chica normal que trabaja como panadera a las afueras del reino. Nunca se explico el porque le temía a las mariposas, hasta que conoció a Adrien, un joven que se dedica a cazar esas mariposas, o mejor dicho, akumas.