Cuidaré de ti [ReiSaru]

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-Solo es un catarro...

-Tienes treinta y nueve grados de fiebre.

-Quizá sea una gripe...

-Justamente por eso, tienes que descansar.

-Estoy bien...

-No lo estás.

-Que sí.

-Que no.

-Que sí.

-No puedes dar dos pasos sin caerte al suelo.

Desde la cama, Fushimi asesinó a su superior con la mirada. Munakata ni se inmutó, sabía que tenía razón. Más que nada porque se basaba en hechos reales, ocurridos hacía menos de tres horas. Saruhiko ya se había desmayado dos veces, una al intentar ir a trabajar y otra la primera vez que intentó salir de la cama. Ahora su orgullo peleaba contra su tozudez. Reisi estaba seguro de que si se levantaba una segunda vez volvería a caerse, y no quería eso. Estaría siempre para cogerlo, por supuesto, pero no deseaba que se derrumbase en un primer lugar.

-Está bien... -concedió Fushimi, concluyendo la lucha de miradas. Como un iluso, Munakata se permitió una sonrisa de victoria-. Pues pásame mi portátil, trabajaré desde aquí.

-Por supuesto que no. Trabajar solo te subirá la fiebre.

-Pero...

-No hay peros -el capitán volvió a ponerse firme-. No vas a trabajar hoy, Saruhiko. Vas a descansar este y los días que sean necesarios.

-Tsch...

-¿Quieres que me ponga en modo rey y te lo ordene?

-Tirano...

-¿Has dicho algo?

-Nada, nada -el menor bufó, poniendo los ojos en blanco-. ¿Y qué se supone que debo hacer?

-Descansar y recuperarte pronto.

Saruhiko se limitó a enarcar una ceja, visiblemente molesto ante la perspectiva de guardar cama. Por desgracia sabía que al rey azul le daba igual lo molesto que estuviese. Y también sabía que lo hacía por su bien, pero no por eso dejaba de ser menos un incordio. Al final, resignado y mordiéndose la lengua para no quejarse del constante martilleo en sus sienes producido por los virus oportunistas, el moreno se tumbó en la cama. Regresando a su rostro esa sonrisa entre la calma y la victoria, Reisi volvió a colocar una toalla húmeda y fría sobre la frente de su príncipe.

-¿Cómodo?

-No está mal...

-El frío debería calmarte y bajarte un poco la fiebre.

-Algo hace...

Y eso era verdad, el frío le relajaba, hacía que sintiese menos ardor por todo el cuerpo. La sensación de frescor le invadía, incitándole a cerrar los ojos.

-Duerme un poco, te hará bien -susurró Munakata, acariciando suavemente su mejilla.

-¿Te irás cuando lo haga?

-Debería. Tengo trabajo.

Fushimi no pudo evitarlo. Entreabrió los ojos y le miró, suplicante y orgulloso a la vez. Sus mejillas enrojecieron por las palabras que iba a susurrar, aunque también podría ser por la fiebre.

-No quiero que te vayas...

Sin retirar la mano de su mejilla, el rey se mordió los labios, hallándose en una encrucijada. Al final, el resultado fue más que obvio.

-Está bien -suspiró-. Imagino que a Awashima-kun no le importará hacerse cargo de todo, al menos por hoy.

Saruhiko esbozó una muy tenue sonrisa, antes de volver a cerrar los ojos y dejar que la fiebre lo arrastrase a un sueño que tenía todas las de tornarse turbio. Algo lo impidió. Las imágenes tras sus párpados aparecieron rodeadas por un aura azul y el asfixiante calor se transformó en un frío agradable. En sueños sonrió, sabiendo su subconsciente del poder que su rey le transmitía.

No por nada el azul se había vuelto su color favorito.

***

-Saruhiko, despierta -horas más tarde, Munakata moviendo su hombro le hizo abandonar el agradable mundo de los sueños-. Es hora de que tomes la medicina.

-¿Hmm? ¿Qué soy? ¿Un inválido? -masculló adormilado-. Quiero dormir más...

-Podrás seguir haciéndolo, pero primero tienes que tomar esto.

Chasqueando la lengua, el chico abrió los ojos y se sentó en la cama. Se mareó al hacerlo. Seguía muy tocado. Le costó aceptar el vaso lleno de un líquido efervescente que el rey azul le tendía.

-¿Qué es?

-Aspirina. La gripe es vírica así que no tengo un medicamento específico pero al menos esto calmará los síntomas.

El menor asintió, antes de comenzar a beber el contenido del vaso. Una mueca de asco se dibujó en sus pálidos labios.

-Odio estas cosas...

-Otra más para la lista -se burló el rey, recibiendo, cómo no, una mirada asesina-. ¿Cómo estás?

-Un poco mejor... ¿cuánto tiempo he dormido?

-Solo unas horas, deben de ser las seis de la tarde. Aún puedes descansar más -de nuevo asintió con aire ausente. Reisi aprovechó su momento de despiste para acercarse y presionar los labios contra su frente. Saruhiko se quedó inmóvil. Al cabo de unos largos segundos, el rey se alejó, no sin antes aprovechar el movimiento para besarle en el mismo lugar-. Te ha bajado la fiebre.

-Ese movimiento ha sido a traición.

-Puede -concedió-. ¿Y si te beso de verdad para compensarlo?

-Estoy enfermo... rey idiota -Fushimi hizo un puchero-. No me tientes con esas cosas.

-Es una oferta seria.

Y dicho esto, Munakata colocó una mano en la mejilla del menor, atrayéndolo con suavidad hacia sí y depositando un tierno beso en sus labios.

***

Volvieron a pasar horas, hasta que, allá por las nueve de la noche, Awashima llamó a la puerta del cuarto de Fushimi. Esperó sin obtener respuesta unos minutos, antes de llamar de nuevo. La operación se repitió unas tres veces y por fin decidió entrar. Sonrió ante la escena en el interior. Saruhiko dormía como un niño pequeño, ladeado hacia el borde más exterior de la cama y con la punta del pulgar en los labios. Su rostro había recuperado el color habitual. Los dedos de su otra mano estaban entrelazados con los de Reisi. El capitán de Scepter 4 también dormía, de rodillas en el suelo y con medio cuerpo en la cama del menor. Era una imagen que a la teniente se le antojó entrañable.

-Vaya par... -susurró.

Negando con la cabeza se acercó, haciendo el papel que desempeñaría una madre, cubriendo a Fushimi hasta el hombro con las mantas, volviendo a colocar la toalla húmeda en su frente y tapando también al rey con otra manta que había en el cuarto. Después de eso y sonriendo cariñosamente, apagó la luz y abandonó la habitación. De vuelta a la residencia femenina se cruzó con Hidaka y Enomoto.

-Teniente -la saludaron-, ¿cómo está Fushimi-san?

-Ya está mejor. Seguro que mañana puede volver al trabajo.

-¿Segura? Que alegría.

-Segurísima -la mujer de hielo dibujó en su rostro una cálida sonrisa-, nuestro capitán ha hecho un gran trabajo.

Baile de Colores [K Project One-shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora