Capítulo 4: El regreso.

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- ¡Pare de hacer eso!

Me mira confundido y tuerce el gesto en una mueca relativamente atractiva. Tengo la terrible sensación de qué se está burlando de mi. Y no puedo odiarla más.

- ¿Hacer el qué señorita?

Busco librarme de sus fornidos brazos que rodean mi cuerpo, pero obviamente su fuerza supera la mía en mis fallidos intentos por desprenderme y no hago más que provocar más presión entre nuestros cuerpos,lo que ocasiona que mi presión arterial aumente en cifras peligrosas.

- Invadir mi espacio personal y creer que puede manejar la situación a su manera. Usted no es nadie para evitar que me lleve a mi amiga.

- Usted tampoco es nadie para tomar decisiones por su amiga -da un paso hacia atrás separando nuestros cuerpos -ambas son aún muy jóvenes para marcarse límites por ahora.

-¿Qué insinúa?

- Que quizás usted también debería dejarse llevar por el momento, tomar ejemplo de su amiga, relajarse y disfrutar de la noche, y de paso, hacer caso de el deseo que tiene de que cumpla todas sus fantasías sexuales esta noche.

Nublada, avergonzada e incrédula por lo que mis oídos acaban de escuchar, mi instinto femenino más desarrollado hace que mi mano le atraviese una bofetada en la mejilla a el chulo de traje que tengo en frente. ¿De qué va? Que sea asquerosamente atractivo no le da ningún derecho a faltar el respeto a una mujer de esta manera. ¡Como si tuviera idea de mis deseos!

De inmediato, tras ver la forma en la que sus facciones se tornan incrédulas, y como se muerde el labio, me avergüenzo enseguida de haberle propinado una leche en la face a un desconocido que quizás solo tenía intención de ofrecerme su baño. Y quizás también tocarme la moral un poco, o hacer que me irritara... pero al fin y al cabo, tendría que haber mantenido mi educación.

Incómoda, no se me ocurre otra vía de escape que darme la vuelta y echar a correr hacia la puerta. Esta noche quedará en el olvido, ahora solo necesito encontrar a Raquel y librarme de el terrible desconcierto que me provoca el alcohol.

Camino por el pasillo sola y sin echar la vista atrás. Sé que no me va a seguir,pero también soy consciente de que no puedo ir por la vida propinando bofetadas y algún día me volveré a encontrar a este hombre al que se la he dado. Tras avanzar, me encuentro de nuevo en la sala de fiesta de el pub, las luces sigue en vigor y la fiesta continua, pero mi noche de celebración se me ha ido a pique. Busco con la mirada a Raquel, pero no hay ni rastro. Avanzo por el lugar y llego a la barra, dispuesta a preguntar por el paradero de los misteriosos dormitorios a un camarero.
Pero éstos están todos ocupados, ya que el ajetreo es abundante y a pesar de que alzo la voz mis gritos quedan camuflados con el barullo de la gente.
Me doy la vuelta en la barra, frustada, y me encuentro con un chico rubio muy mono de ojos claros mirándome fijamente.

-Perdona, ¿Estabas preguntando algo?

-Sí -contesto- pero pareces ser tú el único que ha advertido que lo hacía.

Me sonríe de una forma muy mona y no puedo evitar devolverle el gesto.

- ¿Sabes dónde se encuentran las habitaciones privadas de por aquí?

- Sí , pero tengo entendido que desde hace unas semanas no hay acceso a ellas.

No puedo evitar preocuparme. ¿A dónde se iría Raquel?
Sería nefasto no encontrarla ahora, las piernas me están pidiendo a gritos reposo y tengo la mente agotada, y si juntamos esto con el hecho de que mi mejor amiga, totalmente borracha, se ha ido a paradero desconocido en plena noche con otro individuo igualmente desconocido, estoy al borde de la locura.

Consciente de mi expresión, dicho hombre de ojos azules y sonrisa bonita me toca la mejilla. En el momento, me da absolutamnete igual el hecho de no conocerle de nada, necesito el apoyo, sea de quién sea.

- Tengo la certeza de que si en tu pena eres una mujer preciosa, en tu gloria serás una musa. - Aunque no sea momento de coqueteos, sus palabras me suenan honestas y me resultan reconfortantes.

- ¿Como te llamas?

-Pablo-responde.

-Pablo... ¿Crees que podrías ayudarme a buscar a mi amiga?

En seguida veo la negativa en su rostro antes de que la pronuncie.

-Lo siento muchísimo, pero estoy trabajando. No puedo dejar mis obligaciones a un lado , ni siquiera por ayud...

Se detiene y frunce el ceño. Advierto en ese momento que lleva su mano derecha a su oreja del mismo lado y la mantiene ahí. Me doy cuenta de que una voz le está hablando através de el dispositivo, y también de que poco a poco se vuelve más serio. Doy por hecho que el mensaje a terminado cuándo suelta su mano de el lugar.

-Tengo que irme con urgencia, un asunto importante de trabajo se me ha presentado. - me dice , y noto su tono de urgencia, así que me despido rápido de el y le doy las gracias, pero cuándo lo veo irse con rapidez entre a gente, da la vuelta, y me grita - ¡Conseguiré tu número!

Con ello me hace sonreír algo en medio de mi desorentación.
Solo se me ocurre salir a las afueras cuándo me encuentro sóla en medio de el pub. En el momento en que mis tacones contactan con la calle, recibo una notificación en el móvil y lo cojo. Al abrirlo, descubro que es un mensaje. Y de Raquel.

"Estoy bien. Vete a casa. Mañana te toca a ti hacer el desayuno y a mí contartelo todo. Necesito una napolitana, y también un paracetamol, pero eso lo conseguiré ahora. Besos. Te quiero mucho. R."

Cuándo un hombre se enamora. (El jefe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora