Capítulo 10:

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Los domingos nunca han sido de mi agrado. No encuentro nada útil que hacer por lo que malgasto la mañana entera,mitad en la cama mitad en el sofá.
Para cuándo decido que tengo que hacer algo con mi vida, ya es hora de comer y ni siquiera he desayunado, entonces tras comprobar que no tengo recursos suficientes para cocinar algo decente, me visto con unas mallas de deporte ,una sudadera,unos tenis, cojo las llaves ,dinero y el teléfono y salgo de casa para almorzar.

Prefiero ir caminando a "El cisne de oro" , el restaurante cuya barra ha sido ocupada por mí y mi mejor amiga ,Raquel, en más de una ocasión. La gente solía comer en mesas pero a nosotras dos nos encantaba hacerlo en la barra, y se había convertido más en costumbre que en una manía.

Hoy, por primera vez en meses, me tocaba comer sola en mi restaurante favorito y aunque fuese una tontería , la sensación que ésto me provocaba resultaba desagradable. Daba por hecho que nuestra amistad era de ésas en las que los hombre no tienen relevancia ninguna, pero está claro que me equivocaba.

Después de disfrutar del menú del día,una merluza a la cazuela exquisita, recuerdo que apenas tenemos comida en casa y me voy a un supermercado cercano, en dónde compro todo lo necesario para no ir a los recados en los próximos cinco días.

Vuelvo a casa con las bolsas en las manos y el portero se ofrece a ayudarme con ellas, cosa que no le puedo agradecer más, porque voy bastante cargada . Al llegar a mi hogar hago un poco de limpieza en él, desempaco mis cosas, reviso el teléfono y aburrida comienzo a ver "How to get away with murder", mi último gran descubrimiento televisivo.

Entre capítulo y capítulo, misterio y misterio y caso tras caso, mi tarde de domingo va llegando a su final y me quedo dormida en el sofá sin darme cuenta, pensando en Annalise Keating y sus cuatro alumnos.

Despierto y en seguida reparo en que visto las mallas y la sudadera del día anterior, pero una manta me cubre dándome calor, y no recuerdo haberme tapado yo con ella. A diferencia de mi primer día de trabajo, ahora siempre me despierto a las siete de la mañana , ya que al consultarle los horarios de metro a  Alicia, mi nueva compañera, me he dado cuenta de que llego perfectamente a la hora en este medio de transporte y no me topo con el atestados tráfico madrileño.

En seguida me ducho y me aseo. Decido desayunar en al oficina mientras voy a la habitación de Raquel y la veo dormida, ella empieza su turno una hora más tarde que yo, por lo que puede permitirse permanecer un rato más longevo del que yo puedo permitirme en cama.
No le dejo una nota y cierro su puerta para no despertarla. Sigo enfadada con ella por lo de el Sábado y quiero dejárselo claro y hacerle saber que lo que ocurrió fue muy molesto para mi. Una amiga no debería poner a otra en ese tipo de situaciones, por lo menos no una buena.

Recordando los acontecimientos del fin de semana salgo de nuestro agradable apartamento y cierro la puerta tras mi paso.

Al llegar a el edificio de Vinde Enterprisers, a pesar de llevar una semana trabajando en él, sigue impresionándome como ningún otro de por la zona.

En la planta baja siempre hay mucho ajetreo a estas horas de la mañana, como es normal, ya que la mayoría de nosotros somos trabajadores de la empresa.
Espero a que un ascensor con menos de veinte personas pase ante mí y me subo en él hasta la planta dónde yo trabajo. Ni falta hace decir que desde aquel accidente del primer día, o bien el bolso es lo primero en lo que reparo al salir de casa , o ya lo dejo en la oficina para el día siguiente.

Hoy no me encuentro con Pablo, como ha sucedido todas las veces que he entrado a trabajar hasta ahora, y en el ambiente se respiera un aire de tensión. Saludo en recepción, y me dirigo a mi oficina un tanto extrañada.

Cuándo un hombre se enamora. (El jefe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora