Llegamos a la fiesta a las diez en punto de la noche. Únicamente fijándome en el ambiente dado en la entrada, con tres gorilas custodiándola, ya me imagino el nivel de lujo en el que estoy apunto de sumergirme, pero aún así eso no me impide tener ganas de ponerme manos a la obra y festejar por fin de forma digna mi nuevo empleo, al mismo tiempo que lamentar otras mil cosas más.
Me apeo del vehículo que llevo treinta minutos compartiendo con mis dos acompañantes antes de que ninguno de los dos lo haga y los gorilas antes de dejarme entrar miran al frente y parecen reconocer a Joe, por lo que ni titubean en dejarme paso para acceder a lo que más tarde, describiré como la fiesta más increíble que he presenciado desde que tengo uso de razón.
Luces de todos los colores iluminan en lugar al completo, sofás de cuero alrededor de mesas de cristal,gente de un lado para otro con copa en mano, alguna vestida en atuendos que compone un biquini o un simple bañador recorren la estancia de el pub a las piscinas, rodeadas de hamacas, colchonetas y chorros que cae como cataratas en las tres piscinas que a su vez completan la escena . De fondo se escucha música de Coldplay y no dudo en unirme a la fiesta tan solo echar un vistazo a el ambiente que se respira. Es cómo volver a la universidad pero en el mundo adulto con personas jóvenes que poseen la fortuna necesaria para estar en ésta celebración.
Veo como varios hombres me dirigen miradas furtivas mientras me dirijo a la barra, pero tampoco me extraño, niños ricos acostumbrados a que todo ser se les arrodille nada más advertir su presencia y yo, mujer de veintitrés años vestida de forma descarada y sumergida en su mismo ambiente que ellos están acostumbrados a frecuentar,- pero aquí nadie me conoce-, recuerdo yo.
Llegada a mi destino, intento que mi voz se escuche por encima de las demás, y aunque creo que no lo consigo, el camarero me ve y corre hacía mi con una sonrisa ensanchada, a la que yo respondo y acompaño con mi petición, que es nada más ni nada menos que un Ron. Empiezo fuerte, pero me temo que es lo que necesitaré para aguantar toda la noche más sola que la una, viendo como los demás se lo pasan a lo grande con sus pareja o grupos de amigos. Pero la inesperada aunque grata sorpresa viene cuándo Raquel se acerca a mí retándome a pasarlo en grande y no hay rastro de su pareja.
Es a partir de ese momento cuándo Raquel y yo no nos cortamos un pelo. Comenzamos a bailar, despejarnos y beber a nuestras anchas. En varias ocasiones se nos acercan hombres pero el ligue de mi amiga está por ahí acechándola y enseguida marca territorio, lo que no pasa conmigo, que me doy la libertad de bailar con quién me apetezca. Resulta reconfortante para el ego de una mujer que le recuerden lo bella que es o que está en alguna ocasión y agradezco que lo hayan hecho todos con los que me topado, pero parece ser que aquí solo hay gente guapa, ya que todos parecen modelos de Ralph Lauren.
Meneo las caderas y sacudo la melena al son de la música y cuándo me doy cuenta Raquel tira de mí y me dice que nos vamos a cambiar para darnos un baño. No me apetece mucho, pero ya que estamos a ello accedo y ella va con Joe a buscar nuestras cosas al coche, cosa a la que yo no estaría disponible ahora que ya he cogido el gusto a estar por aquí.
Me dirijo a los baños, dónde prometí a Raquel que la esperaría, cuándo siento un firme brazo tirar de mí y me doy la vuelta molesta.
***
-¡Suéltame! - reclamo a el desconocido.
Pero cuándo me fijo en la persona que me ha agarrado con decisión, mis mejillas se convierten en tomates maduros. Mi mente retrocede en el tiempo y la imagen del recuerdo de mi mano dejando marca en el rostro de un atractivo pero irritante hombre me persigue mientras veo que viste unos jeans con una camisa negra cuyo outfit puede competir perfectamente con el traje que vestía la primera y última vez que le vi.
No puedo evitar cuestionarme que hace un hombre así en una fiesta como esta, normalmente los hombres salen de fiesta con dos fines: pillar cacho o beber hasta el coma. Pero ni creo que un físico así tenga problema en encontrar mujer que se le ofrezca ni parece una persona que recurre con frecuencia a la bebida.
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Cuándo un hombre se enamora. (El jefe)
RomanceNadia González es una joven española en desempleo,vive con su mejor amiga en Madrid y le encanta ver series en su tiempo libre. Pero la vida de Nadia, tan sencilla y sin complicaciones, se verá interrumpida cuándo un nuevo empleo llama a su puerta...