Capítulo 14

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Doy las gracias al señor por interpretar mis ruegos, aunque un  poco a su manera, cuándo desde la cristalina puerta que nos separa a mi jefe y a mí de los demás , suena un golpe. Jack se separa de mí lo justo para no parecer más de lo que somos y con un tono con el que si fuese yo dicho sujeto que nos interrumpió ,daría media vuelta, vociferó un ligero " Adelante".
En el umbral de la puerta estaba Jordi, el bendito Jordi, que sujetando una carpeta decía querer conversar sobre un par de asuntos. Empezaron a discutir de forma amigable varios conceptos en los cuáles mi presencia no tomaba ninguna relevancia e intentando no distraerles demasiado, abandoné la sala.

"Por los pelos" pensé al salir. Pues no sabría como reaccionar ante otro beso, pero lo que más miedo me daba era si quería o no que hubiese beso. Por un lado si fuese un hombre normal y corriente y con un poco de caballerosidad no me importaría demasiado , pero al ser un hombre multimillonario, que está mejor que la tortilla de patata de mi madre y se cree que puede besarme por el simple hecho de ser mi jefe me veo obligada a darle su importancia.

Mi mañana continúa sin mayor percance, más allá de la llamada de mi madre en la que me anunciaba la compra de su nuevo cacharro de la teletienda, y al llegar el final de mi jornada laboral estoy casi dando saltos de alegría. Una mañana un poco más intensa de lo que me la imaginaba, pero una mañana más y por fin ha terminado.

Alicia me está esperando en la planta baja cuándo salgo por el ascensor y veo que al mismo tiempo está Pablo bajando por las escaleras. Nos encontramos y vamos juntos hacia nuestra amiga.

- Justo a tiempo. - nos dice ella. - Vamos que quiero empezar a volver loco a este novato de las compras.

Si las matemáticas me fallasen menos el número exacto de tiendas que hemos recorrido sería terrorífico. Aplastante. Aterrador. Puedo decir que nos hemos recorrido toda la gran vía en una hora y media, pero eso no es lo peor, si no que aún ninguno de los tres ha tenido suerte encontrando alguna prenda útil o convincente. Con Ali pensábamos que lo habíamos hecho pero mientras esperábamos en la cola para pagar, decidió que no era la elección adecuada y mi esperanza de sentarme dos minutos no se convirtió en realidad hasta que Pablo, casi más cansado que yo, nos casi obligó a parar en una terraza a tomarnos algo.

- Creo que por unos días no voy a pisar el gimnasio.

Se le veía realmente irritado y no le culpo. Si a mí, que tampoco me horroriza la idea de ir de compras, me cansa ir con Ali, imagínate a un hombre después del curro. No sé como sigue aquí aún, pero por mi seguridad vital tampoco se lo preguntaré delante de Ali.

Mientras degusto una napolitana de chocolate sintiéndome la persona más glotona del mundo acompañándola con un descafeinado, el teléfono de nuestro pobre compañero sueno y se ausenta para contestar a la llamada. Me quedo a solas discutiendo con mi nueva amiga si se dice "praimark" o "primark" ( este último,de toda la vida de dios) cuando esta interrumpe la conversación y señala a mis espaldas.

- ¡Tía, tía , tía pero qué están viendo mis ojos! -sigo con la mirada la dirección a la que su dedo índice me dirige y al darme cuenta de a quién está señalando le bajo el dedo con una rapidez digna de Flash.

El jefe. Y no sólo el jefe aparece caminando por la recurrida avenida mientras nosotras nos tomamos nuestras respectivas merendolas, si no que desde la cristalera que nos separa de la multitud veo cómo se dirige a la puerta del local en el que estamos.

- Nos vamos. -dicto yo decidida a evitarme una conversación incómoda asegurada.

- Noo, pero si sólo es nuestro jefe , Nadia. Además, tiene tantos empleados cómo para fijarse en la nueva y en mí, que no se ha fijado en años. Tú tranquila, además viene acompañado por lo que tendrá más cosas que hacer.

Soy consciente de que mi compañera tiene razón y no tengo argumentos para discutirlo, así dirijo la mirada hacia Alicia resignada , a la espera de que no se le ocurra torcer la mirada y rezando porque, si lo hace, que no me reconozca.

Tampoco creo que Joe o el otro hombre que les acompaña quieran interrumpir sus asuntos para venir a saludarnos. O eso espero. Y continúo disfrutando de la tarde aún con una bola de nervios en el estómago, segura de que hasta que me separe a un kilómetro de Jack no va a desaparecer.

Unos minutos más tarde , Pablo aparece con el teléfono en mano se sienta a mi lado.

- ¿Me perdido algo ,señoritas?

Ojalá no - pienso para mí misma.

Y así es como, media hora más tarde, con toda la cautela que puedo reunir, convenzo a mis acompañantes de continuar con nuestra atareada tarde. Soy consciente de que Pablo hubiese preferido que nos olvidáramos de el objetivo de nuestra quedada en el día de hoy, pero treinta minutos respirando el mismo aire que el hombre que siendo mi jefe me flirtea, son poco tiempo en comparación que el que sería si hiciese que me olvidara.

Una vez fuera del local, una brisa de aire frío nos sacude ligeramente y sin ser consciente, un escalofrío me recorre la espina dorsal de arriba a abajo haciendo que me estremezca. Me doy cuenta de que Pablo ha advertido ese movimiento por mi parte cuándo, sacándose la blazer que vestía, me cubre con ella de una forma que realmente agradezco.

Tengo la oportunidad de echar una última ojeada a la cafetería que acabamos de abandonar tras el gesto de mi amigo, y sin esperarlo, encuentro en la distancia la mirada de Jack clavada en mi espalda, al mismo tiempo que noto la abrumadora sensación que el contacto visual o físico me cierne cuándo estoy cerca suya. Retiro el contacto visual en seguida, y caigo en que seguimos avanzando y alejándonos más de dónde se encuentra mi jefe.

Sacar lo ocurrido de mi cabeza durante el trascurso de la tarde, que poco a poco da lugar a la noche, me resulta bastante complicado. A pesar de ello, no me impide encontrar el atuendo perfecto para la próxima noche y tampoco aconsejar a mis amigos sobre sus elecciones. Alicia, a la que le ha costado lo suyo pero finalmente se decidió, ha escogido un vestido azul marino con un escote en pico bastante atrevido, a pesar de no tener demasiado pecho, y Pablo, por fin , se compró un esmoquin del mismo color al que llevó el año pasado, cosa que a nosotras nos pareció absurdo, pero el decidió que sería la mejor elección. Yo he intentado no darle demasiadas vueltas al asunto pero entre las opciones que Alicia me daba a escoger, un mono blanco con un escote considerado para el pecho que tengo has sido lo menos escandaloso que podía escoger, así unos zapatos plateados o dorados con unos buenos accesorios a juego, podrían hacer de mi look el outfit perfecto.

Estoy preparada para la noche de mañana - me digo mentalmente.

Cuándo un hombre se enamora. (El jefe)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora