Capítulo 3: El colegio

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Al día siguiente, Erik y Eva se levantaron corriendo. Se vistieron, desayunaron y se montaron en el coche. Normalmente, Jack llevaba a los niños al colegio y Christian los recogía, pero hoy era un día muy especial y todos fueron a llevarles.

Arrancaron el Ford Focus hacia Madrid.

Ni Victoria, ni Christian, ni Jack trabajaban. ¿Por qué? ¿Cómo conseguían el dinero?

Jack y Christian eran muy protectores con Victoria. En la Tierra, había gente que conocía su verdadera identidad y no querían arriesgarse a que la reconocieran.

Victoria no podía trabajar porque su seguridad no estaba garantizada y no tenía tiempo para los niños.

Christian no trabajaba porque no se podía asegurar su participación al cien por cien y se sentía muy incómodo entre la gente.

Jack no trabajaba porque su instinto de dragón no le permitía acatar órdenes de un jefe humano y todo le parecía injusto. 

Todos se habían acostumbrado a la vida en Idhún y en la Tierra todo era muy distinto. Tenían dinero porque Chris Tara tenía una cuenta millonaria. De momento, les iba bien con eso, sin lujos ni complicaciones. De todas formas, Erik y Eva pensaban que sus padres tenían un trabajo normal.

El colegio estaba situado en Madrid central y siempre tenían problemas para aparcar, pero Jack había conseguido una plaza de aparcamiento gratis. Dejaron el coche, como habitualmente. La única diferencia era que ya no tendrían que dejar a Erik y a Eva en colegios distintos, sino que ahora irían ambos a uno. Salieron del coche y los padres acompañaron a sus hijos hasta la entrada.

-Bueno, pasadlo bien.-dijo Jack dándole una palmadita en la espalda a Eva.

-Sí, no os metáis en líos.- dijo Victoria besando a Erik y a Eva en la frente.

-Luego nos vemos.- dijo Christian.

Eva sonrió. Era una de las únicas personas que podía hacerla feliz.

Los niños se despidieron y se alejaron hasta que entraron en el colegio. La Triada se quedó mirándoles. Al lado suyo, había un niño chino.

-Vamos cariño.- le dijo su madre.

El niño entró en el colegio.

-También es su primer día.- dijo la madre sonriendo a Christian.

Este se giró bruscamente mirando a la madre del niño. Quiso decir su nombre, pero no pudo. Se había quedado congelado. Habría reconocido a esa mujer aunque estuviera a 15 kilómetros de distancia. Su aroma, su voz...

-Hola Kirtash.- dijo ella únicamente.

Memorias de Idhún: HexágonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora