Eva y Aedion caminaron durante un rato por las montañas, y luego se sentaron junto a unas rocas a mirar las estrellas. Las tres Lunas se alzaban en el cielo, y Eva no podía imaginar un espectáculo más imponente.
-Siempre pensé que, cuando todo esto acabara, Elodie nos llevaría a relajarnos a un spa- bromeó Eva-. Nunca imaginé que nos mandaría a caminar por la montaña.
-¿Qué es un spa?- preguntó él.
Estaban tumbados, con la cabeza apoyada en las rocas, y mirando hacia el cielo.
-Es una especie de... piscina caliente, donde la gente va para olvidarse de sus problemas. Hay muchos en la Tierra.
Aedion parecía confuso.
-Te llevaré cuando todo esto se solucione- le dijo ella, y luego se giró hacia él, que también la miraba.
-¿De verdad lo harás?- preguntó Aedion-. Eva, cuando todo esto acabe, dudo que quieras volver a verme- su tono se había tornado triste y frío.
-¿Eso crees?
La mirada del chico se perdió en el cielo.
-Te he hecho daño, tú misma me lo dijiste. Me odias.
No te odio, respondió ella, acompañando el mensaje de una caricia en la mente. Solo me gustaría poder entenderte mejor.
Hubo un silencio tenso. Él parecía estar esperando a que ella le formulara la pregunta que rondaba por su cabeza. Eva no sabía si eso le molestaría. Finalmente, no pudo refrenarse.
Cuando hablamos, ¿a qué te referías con lo de... que tu naturaleza siempre daña?
Su mirada continuó perdida en el cielo mientras hablaba.
-Cuando era niño, mi cuerpo aceptó bien el alma de shek. Lo aceptó pero se mostró... disconforme. Desde entonces, mis dos naturalezas han estado siempre luchando...- su voz se volvió un murmullo-. Cuanto más tiempo paso en la forma shek, peor es. A veces me siento tan estresado que no puedo ni pensar. Y herir a los demás es un mecanismo demasiado fácil de extirpación del dolor, como si tuviera que liberar la crueldad de mis almas.
Aedion sonrió y cerró los ojos por un momento.
-Perdona, ha sonado un poco estúpido- sus pupilas volvieron a estar fijas en Eva-. Pero espero que me creas cuando te digo que no pretendía hacerte daño. De verdad. No puedo prometerte que no vaya a volver a ocurrir; es parte de mi naturaleza... aunque me gustaría poder hacerlo.
-Bastaría con decir que lo intentarás- contestó Eva, tomando la mano de Aedion y entrelazando sus dedos con los de él.
La mirada del chico jamás había sido tan profunda y seria.
-Mientras esté en mi mano, lo haré.
Las Lunas iluminaban la cara de Aedion, cuyas mejillas estaban sonrojadas. Realmente había sido duro para él contarle su historia y pensar que ella le odiaba. Separó sus manos, y le acarició la mejilla. Le apartó el pelo negro cobalto de la cara y pasó un dedo por sus labios.
Le quería tanto que era incapaz de discernir por qué, cómo había ocurrido o cuándo. Le quería tanto que no le importaba si él la correspondía. Le quería tanto que tenía la absoluta certeza de que lo que más deseaba en ese momento era probar sus labios.
Quizás los actos más puros de amor se llevan a cabo cuando no se tiene miedo a las consecuencias.
Le besó con cuidado, sin estar segura de si él se apartaría, pero Aedion no lo hizo. Se acercó más a ella, depositando una de sus manos en la parte baja de la espalda de Eva, y la otra en su mejilla.
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Memorias de Idhún: Hexágono
Fiksi PenggemarErik y Eva han crecido en la Tierra, de espaldas a su verdadero mundo. Sus padres no les han revelado nada y ellos no sospechan, hasta que en la adolescencia, se empiezan a mostrar en ellos poderes y experiencias que exigirán la vuelta a Idhún...