Capítulo 20: El pensamiento

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A la mañana siguiente, Eva se despertó en su cama de helechos. Cada uno tenía una cabaña para sí mismo, en medio del bosque. Ninguna estaba decorada con nada especial, pero a ella ya le parecía su casa. No, no exactamente su casa. Esta estaba en la Tierra. Sin embargo, la cabaña era su refugio seguro. Se centraba en sus pensamientos, podía derrumbarse en ellos. Igual que en la pequeña ribera el día anterior, podía ser ella misma. Nadie más entraría.

Por eso lloró allí, nada más despertarse. Porque le dolía mucho no tener el control de lo que era ella misma, le dolía no saber lo que podía hacer. Estaba tan dentro de su cabeza que no sabía lo que quería, si actuaba motivada por su corazón o por lo que debía hacer en realidad. Necesitaba respuestas de verdad, necesitaba aprender sobre sí misma.

Durante todo el tiempo que llevaba allí, se había entrenado en el aspecto físico, y también el mental. Pero Aedion no había podido enseñarle nada respecto a su ascendencia shek, porque él no lo era. Así que lo había reprimido todo para ella, incluso aunque había veces que él la miraba de manera extraña, cuando tomaba decisiones tan fríamente. Ella podía hacerlo, y eso le asustaba.

Se odiaba a sí misma... por ser diferente. Esperaba que nadie pudiera oírla, porque realmente no deseaba que ni Elodie ni Aedion vinieran a buscarla. No sabía cuál de las dos reacciones sería peor. No obstante, ninguno de los dos vino. Al final, cuando se cansó de lamentarse, se cambió de ropa y se dispuso a enfrentarse a un nuevo día.

Normalmente, tomaban el desayuno por su cuenta, consiguiendo lo que podían. Eva solía recolectar unas bayas salvajes que crecían en algunos arbustos y preparar una especie de sándwich con otras plantas comestibles. Después, siempre volvía a su cabaña, a entrenar o esperar órdenes. Por eso, le sorprendió salir y encontrar, en el círculo de chozas, a Elodie, esperándola.

-Como dije ayer, vamos a pasar a la siguiente fase del plan- contestó, sin esperar a la pregunta de Eva-. Vamos, tenemos cosas que hacer.

Se dirigieron a un hueco tras las chozas, en la espesura del bosque, con varios bancos de piedra. Allí era donde ella solía entrenarse. "¿Qué va a ocurrir?", se preguntó.

-Es necesario que comprendas la inmensidad de tu poder, Lune- murmuró Elodie-. Eres la pieza fundamental de nuestra revolución. Sin ti... estamos perdidos. Y ahora necesitamos tu colaboración más que nunca.

Aquello le daba cada vez más mala espina. Solo quería volver a su cabaña, pasar el día enfadada consigo misma y dormir. O incluso pasear por el bosque. Cualquier cosa. Quizás era solo que los ojos de Elodie, con aquel toque gris que los recubría, le provocaban escalofríos. Pero presentía que había algo...

La mujer se acercó a ella, y Eva se obligó a mantener los pies clavados en el suelo. Incluso cuando una de sus largas uñas recorrió su brazo, incidiendo un poco en su piel.

-Vas a abrazar tu parte shek- sus iris tenían también un brillo de malicia-. Sé que no será fácil, pero lo conseguirás. Lo conseguirás.

A Eva la cabeza le daba vueltas. Algo se cocía en su interior, y no podía apartar sus ojos de los de la mujer.

-Conviértete- susurró-. Busca esa parte fría, racional de tu interior. Sabes que tienes otra apariencia. Puedes jugar con ella, manipularla, es tuya. Encuéntrala, y úsala.

Lune lo intentó. Cerró los ojos y buscó dentro de ella, en sus recuerdos, en sus sensaciones. Viajó hasta aquel día, tantos meses atrás, donde las escamas de shek le habían cubierto los brazos. Luchó por rescatar esa sensación, para poder copiarla. Sin embargo, no dio resultado. Y el dolor aumentaba. En el pecho, algo no la dejaba respirar. Y sabía que era Elodie.

Memorias de Idhún: HexágonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora