Capítulo 10: Seis meses después...

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¿Capítulos largos o cortos? Se aceptan críticas :-)

Eva se estaba peinando el pelo castaño.

La verdad era que lo llevaba bastante largo, y eso le gustaba, uno de los pocos placeres que había tenido en un tiempo. Eso y su propio poder. Sonrió tristemente y se fijó en su mano. Ya no tenía escamas en ella, después de aquel día aciago, pero aún así, si se concentraba...Las escamas florecieron en su piel, de un color plateado. No sabía cómo era posible, suponía que era parte de su transformación en shek, aunque no entendía del todo la manera en que lo hacía. Era, simplemente, como si deseara... ser. Ser más allá de sí misma. Realmente le ayudaba a liberarse de toda la tensión acumulada en los últimos meses.

Todo había comenzado cuando Jack había identificado unas huellas cercanas a la casa. Eva no creía que fuera para tanto, al fin y al cabo, era verdad que era una zona poco poblada, pero no había que alarmarse porque alguien caminara hacia el pequeño bosque junto a la casa. Sin embargo, sus padres habían exagerado, sobre todo Christian. Era un padre muy sobreprotector, tanto que Eva y Erik apenas habían salido de casa en los últimos seis meses. Se limitaban a vagabundear por la casa, saludándose, a hablar y a experimentar con sus poderes. Habían tenido otra charla, los cinco, y Christian había dejado muy claro lo que pensaba al respecto:

-Tenéis que dejar vuestro poder de lado- había respondido el shek-. Es muy peligroso para vosotros intentar descubrirlo ahora. No sabemos quién nos ha espiado, pero tened por seguro que no piensa que somos una familia normal.

Bastaba decir que Christian pensaba que alguien o algo quería a los adolescentes por sus capacidades. Cuando Eva le había replicado, había respondido con una dura mirada, cuyo significado estaba muy claro: "No discutas". Casi podía oír su voz, serpenteando en los recodos de su mente, leyéndole los pensamientos. Eva no sabía cómo aún no había descubierto que ella sí que usaba su poder idhunita. Suponía que estaba demasiado ocupado como para centrarse en su hija.

Y es que Christian llevaba unas semanas ausente de casa, investigando por el posible espía. Mientras había permanecido en casa, había estado de un humor de perros, así que Eva casi prefería la situación actual. No es que ella odiara a su padre, en realidad siempre habían estado muy unidos, aunque ella podía sentir que su relación se estaba distanciando, y sabía que, cuando su padre se ponía furioso, no había nadie que le aguantara.

Suspiró hondo y continúo peinándose el pelo. Era bastante de noche ya, casi la hora de cenar, y por su ventana se veía la luna llena. Algo sobre la Luna había llamado durante toda su vida a Eva. Algo misterioso. Profundo. Atrayente.

"Diré que no tengo hambre y saldré fuera a observarla, sin que lo sepan. Lo necesito", se dijo.

No le costó escabullirse por la ventana, y siguió el sendero por el bosque hasta su centro.

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Christian entró en el local con paso decidido.

Había ya un cliente, así que se dedicó a esperar observando los ostentosos artículos que se exhibían allí. En las tiendas del Rastro de Madrid se veían cosas muy extrañas, la mayoría de veces, y esta no era una excepción, sino casi una anomalía. Por la noche, la vida nocturna se concentraba en los bares y clubs, incluso restaurantes, mas aquel comercio estaba abierto a entradas horas de la noche. Él sabía por qué.

Cuando el cliente salió con una escultura de algo que se asemejaba a un lagarto de mármol de colores, Christian y la vendedora se quedaron solos. Era una mujer joven, de unos diecisiete años, con el pelo rubio dorado y una estructura fuerte. Llevaba puesta una coraza de bronce, que se distinguía entre el lazo mal atado de una capa marrón, parecida a la de un charcutero. Desde luego, el atuendo era extraño, y no desentonaba con la tienda ni su mercancía.

Memorias de Idhún: HexágonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora