Capítulo 9: Pistas

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¡Por fin! Siento no haber podido actualizar estos últimos meses. Tengo nuevas ideas para la historia aunque me está siendo difícil enfocarlas ahora. Si estás leyendo, gracias de todas formas y siento la espera. Feliz Navidad, Idhunitas.

Abrió los ojos y observó el paisaje que tenía ante él. Una casa, cercana al bosque y bastante normalita. Nunca hubiera imaginado lo que entrañaba de no ser por las instrucciones que llevaba consigo. 

"Soy más listo" se dijo "Mi maestro es sabio". ¿Era realmente esa casa lo que le habían prometido? Parecía tan poca cosa que, aún en la noche, sin tener visibilidad, él sabía que estaba suficientemente entrenado como para poder atacarla y robar. Pero no era eso lo que venía a hacer en aquella ocasión.

Un fogonazo de luz, blanca y pura, le contestó como si de un altavoz se tratara. Era allí; ellos estaban allí. No se acercó más. Era más inteligente que los nervios. El plan estaba casi listo, así que él no iba a estropearlo. Se revolvió el pelo negro en la oscuridad y una sonrisa se extendió por su cara. Pronto. Todo llegaría pronto.

Christian se despertó con todo su cuerpo alerta. Sus ojos se abrieron en el momento en que un sonido de pasos se escuchaba en el piso inferior. Ya se encontraba junto a la puerta.

La cama de Jack estaba vacía. Victoria se revolvió en el sueño y él bajó sigilosamente para no despertarla. Su formación había incluido, en parte, cómo despertarse inconscientemente cuando oyera un ruido; supuso que algunas cosas nunca cambiarían.

Recordaba ser más joven, ser enseñado, aunque él siempre había sabido más que sus profesores; recordaba estar pensando en qué sería de su vida cuando Ashran conquistara el mundo. Desde luego, nunca habría imaginado que Ashran estaría muerto; y él, casado y con dos hijos.

Encontró a Eva en su cuarto, dormida. Sus mechones estaban arremolinados contra la almohada, tapándole la cara. Le dio un suave beso en la frente. Descubrió que la razón de su despertar había sido Erik, quien estaba en la cocina con un vaso de leche en la mano y el pelo rubio revuelto. Se sobresaltó y tiró el vaso de leche al suelo con un estruendo.

-Te dije hace tiempo que dejaras de darme sustos- Erik se limpió el bigote de leche-. Seguro que hemos despertado a los demás.

Christian sonrió. Súbitamente, se dio cuenta de lo mucho que se parecía a Jack de adolescente. El mismo cabello rubio, la cara, e incluso la forma del cuerpo y anchura de hombros. Únicamente dos cosas perjudicaban la brillante imagen que el shek estaba superponiendo mentalmente sobre su hijo: una, el distinto color de ojos que, al contrario que todo el resto, le recordaban a una joven que conocía bien, de un color castaño puro y acogedor; otra, que Erik le estaba mirando ahora con una expresión con la que Jack nunca le había mirado hasta la adultez: amor y apreciación.

-No te preocupes- cerró los ojos y se concentró.

La magia en la Tierra era bastante más difícil que en Idhún, ya que también era complicado extraer la energía. Aún así, en pocos segundos una luz azul surgió de su palma y el vaso estuvo recompuesto y en la encimera.

Erik tenía los ojos abiertos como platos.

-Pasó realmente, ¿verdad? Lo de ayer.

-Sí.

El chico se peinó en pelo hacia atrás con ambas manos, la mirada en el vacío. Abrió la boca, como si fuera a decir algo, pero la cerró súbitamente, aún sin mirar a Christian. Este se acercó y le puso una mano en el hombro.

-¿Estás bien?

Erik asintió y por fin centró su mirada en su padre. Tenía bolsas bajo los ojos.

-Solo cansado.

Victoria bajó las escaleras con una mata de pelo castaño enredado cayéndole por la cara.

-Buenos días- comentó sonriendo. Besó a Christian y a Erik- ¿Sabéis dónde ha ido Jack?

En ese momento, sonó la puerta al abrirse y Jack entró en la cocina corriendo. Tenía las botas manchadas de barro y dejó huellas por el camino.

-Tenéis que venir conmigo. Ya.

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En cuclillas, Christian observaba el rastro que había en la tierra mojada. Había llovido, de manera que cada marca se notaba. Jack, antes, había tenido cuidado en no pisar la prueba del delito: una leve pero contundente marca de espada, de la empuñadura.

-Alguien ha estado aquí- murmuró.

-¿Enserio? No se me había ocurrido- replicó Jack de manera sarcástica.

Christian le dedicó una mirada cargada y se levantó.

-Me refiero a que esto no es casualidad- Victoria le miró, preocupada-. Fui entrenado como un espía. Esta persona- añadió, señalando las huellas-, también. Los asesinos no dejan huellas, ¿por qué si no iba a haber solo una huella cuando debió estar aquí bastante rato?

-Quizás las borró- Jack estaba nervioso, eso se veía.

Christian negó con la cabeza.

-Él quería que supiéramos que ha estado aquí, quien sabe por qué.

Christian encerró la cara entre las manos. "Ha estado vigilándonos. Erik y Eva están en peligro. Si nos han localizado, todos lo estamos."

Su cuerpo estaba alerta; su mente, fría y calculadora. Los demás no habrían podido identificar el rastro como él lo había hecho. Jack lo había visto, sí, pero él podría averiguar hasta dónde había sido forjada la espada, si se lo proponía. Podía encontrar al espía, al vigilante. Su instinto le decía que no tardaría mucho en ser un asesino también. Él quería que Christian lo encontrara, estaba seguro.

El asunto era demasiado personal: un cazador persiguiendo a otro de su misma especie.

Y Kirtash, esa parte de él que había sido Kirtash, sabía que su instinto nunca fallaba.

Memorias de Idhún: HexágonoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora